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Nación

A 4 años de Ayotzinapa, la tragedia que colapsó al “Nuevo PRI”

Foto: Cuartoscuro

Hace cuatro años la sociedad mexicana descubría la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Guerrero. Los hechos y acciones de los siguientes días, meses y hasta años terminarían por marcar el sexenio de Enrique Peña Nieto. El presidente que, hasta ese momento, se había mostrado dinámico, proactivo e, incluso, imparable.

En 2012 Peña Nieto llegó a la Presidencia de la República y, con él, regresó al poder el Partido Revolucionario Institucional. Tras una campaña llena de irregularidades, descalificaciones y protestas, finalmente regresó a Los Pinos luego de 12 años en la banca de los castigados.

Pese al saldo negativo de la campaña y la mala imagen del tricolor el sexenio de Peña Nieto tuvo un inicio prometedor para él. Por medio del Pacto por México el PRI se aliaba, de facto, con sus principales opositores. A la izquierda, el Partido de la Revolución Democrática; a la derecha, Acción Nacional.

La suerte le sonreía al líder del “Nuevo PRI” y a su altamente ambicioso —y criticado—paquete de reformas estructurales impulsadas gracias al Pacto. A la vez que su único rival auténtico, Andrés Manuel López Obrador, comenzaba una lucha para levantar desde las profundidades más olvidadas de México su Movimiento de Regeneración Nacional.

Ayotzinapa, “no solo una herida abierta”: ONU-DH

De salvar a México a llevarlo a sus horas más oscuras

En febrero de 2014 Peña Nieto apareció imponente en la portada de la mundialmente reconocida revista Time de Estados Unidos. La edición, titulada simplemente Saving Mexico (Salvando a México), celebraba las reformas impulsadas, haciendo un reconocimiento al primer mandatario y a sus dos secretarios más cercanos: Miguel Ángel Osorio Chong, de Gobernación; y Luis Videgaray Caso, de Hacienda.

La críticas que el nuevo gobierno priísta vivía en casa palidecían ante los elogios que provenían desde el extranjero. Los índices de violencia iban al alza y las acusaciones de corrupción comenzaban a acumularse, pero todo parecía controlable para Peña Nieto. Hasta la noche de Ayotzinapa.

Desde un efervescente estado de Guerrero marcado por el crimen organizado y protestas volátiles la desaparición de casi cinco decenas de estudiantes de una escuela rural comenzó a eclipsar la salvación de México. En parte por las irregularidades en las versiones de las autoridades, pero también por el silencio que provenía desde Los Pinos.

Peña Nieto se mostró distante, indiferente, al grado de no aplicar la estrategia de control de daños que implementó en casos como el de la Casa Blanca. Es decir, callar las críticas de la manera más tajante posible, sin importar si esta respuesta satisfacía o no; esperar unos días a que la noticia se diluyera; y luego volver con otra gran estrategia para seguir “moviendo a México”.

A nivel local el alcalde José Luis Abarca y el gobernador Ángel Aguirre no lograban contener la situación, misma que no dejaba de crecer gracias a protestas que se extendían por todo el país. Las autoridades federales por fin se involucraron y comenzaron un proceso de investigaciones tan o más opaco que los hechos mismos.

Apenas unos días después del Día de Muertos el procurador general Jesús Murillo Karam pronunciaría por primera vez la “verdad histórica”: los estudiantes fueron secuestrados por los narcotraficantes Guerreros Unidos, asesinados, quemados en un basurero de Cocula y sus cenizas lanzadas a un río. Aunque se intentó, el caso no se cerró ahí.

Unas semanas después, a finales de noviembre, el diario francés Le Monde, que también había aplaudido a Peña Nieto a inicios de año, dedicó tres piezas a lo que acontecía en México. Una, su editorial, hablaba sobre “las horas más oscuras” del país tras Ayotzinapa y como el dinamismo del gobierno había desaparecido desde aquella noche de septiembre. Otra, un artículo estelar sobre las revueltas ciudadanas en contra del “Estado-Mafia”.

 

La gota que derramó el vaso: dolor acumulado e impunidad exacerbada

En México la discriminación a causa del clasismo y el racismo, entre otros factores, es una constante cotidiana. En condiciones así, ¿cómo es que la desaparición de estudiantes de una zona marginada desembocó en movilizaciones nacionales? El senador Emilio Álvarez Icaza, quien en 2014 lideraba la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, explica cómo esta gota derramó el vaso.

“Que desaparecieran a un grupo de estudiantes pareciere ya el colmo de los excesos. Se junta entonces un fenómeno de dolor acumulado, de impunidad exacerbada y un caso que llega a un grupo de estudiantes marginados de una zona rural pareciera como el exceso en su máxima expresión.

De inicio se intentó encapsular como un problema local. Problema de Iguala, problema de la normal, problema de Guerrero. Pero la dimensión que tomó fue justo por el carácter representativo, paradigmático, y la manera en que tardó en procesar el gobierno federal lo llevó a asumir una responsabilidad.”

Sobre el dudoso accionar del Estado mexicano, el senador advierte que “tenemos dos opciones: aceptamos el hecho de que hay una estructura incapaz o aceptamos el hecho de que nos están engañando. Cualquiera de las dos opciones es mala.”

Álvarez Icaza hace un paréntesis para agregar que, si bien la responsabilidad fue ligada al gobierno de Peña Nieto a causa de su manejo de la situación, los mandatos locales emanados del PRD también fueron alcanzados por los reclamos. Llevando al partido al borde del colapso.

“Innegable también el costo para la fuerza política que llevó a esos gobiernos, en particular al PRD. También por la forma en que lo procesaron, representó la salida de muchos de sus liderazgos y eventualmente también el quiebre político del PRD. Pero la responsabilidad de Estado acabó siendo claramente del gobierno federal de Enrique Peña Nieto.”

Una de estas renuncias fue la de Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del Sol Azteca, a manera de protesta por la situación en Guerrero. Otros bloques del PRD comenzaron un éxodo hacia Morena, cuyo líder López Obrador advirtió que “el gobierno mexicano quiere dar carpetazo al crimen para que México regrese a la normalidad como si fuese un asunto menor”.

Solos contra el mundo

El gobierno de Peña Nieto, que había recibido carretadas de aplausos por parte de la comunidad internacional, ahora se encontraba en el ojo del huracán. Aunque no se le señalaba directamente a él, organismos como la CIDH o la misma Organización de las Naciones Unidas tomaron cartas en la investigación.

Aunque inicialmente hubo cierta disposición para colaborar, el Estado mexicano terminó por confrontarse con todos los bloques extranjeros que llegaron al país en búsqueda de la verdad. Como fue el caso de las repetidas recomendaciones hechas por la CIDH, las cuales simplemente fueron ignoradas.

La ONU, por medio de su Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, ha realizado una serie de informes sobre lo ocurrido en Ayotzinapa y durante las investigaciones posteriores, determinando que fue por medio de tortura que se consiguió la “confesión” de varios de los supuestos implicados. Versión desacreditada públicamente por las autoridades mexicanas.

Pero fue el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes el más afectado por lo que en realidad era una férrea defensa de la verdad histórica. Ya que estos investigadores de diversas partes del mundo fueron víctimas de espionaje por parte del gobierno de Peña Nieto, mismo tratamiento que se le dio a defensores de Derechos Humanos y periodistas al interior del país.

Allegado a Murillo Karam, nexo entre PGR y Pegasus: MCCI

Cuatro años sin ‘la verdad que todos queremos’

Cumpliéndose el primer tetraenio de Ayotzinapa las piezas se han movido de cara al fin del mandato de Peña Nieto. Los cambios entre las autoridades contrastan con la condición estática de lo que debería ser una investigación a gran escala para esclarecer lo ocurrido en 2014.

Peña Nieto, en el marco de su último informe de gobierno, insistió en la veracidad de la verdad histórica. En un spot reconoció que esta versión no ha cumplido con las demandas de los familiares de los aún desaparecidos. Pero recalcó que eso fue lo sucedido, una matanza orquestada por el crimen organizado.

Caso similar es el de Osorio Chong, ahora líder de los senadores del PRI, quien ha dicho que no se arrepiente de defender la verdad histórica ya que fue presentada por las instituciones. Aunque también admitió que dichas instituciones, en particular la Procuraduría General de la República, no han podido encontrar “la verdad que todos queremos” sobre el destino final de los 43.

Sobre estas labores realizadas por las instituciones documentos en poder de La Hoguera realizados por el Grupo de Expertos en Incendios Forenses (GFFE por sus siglas en inglés) dan a conocer una investigación no concluida de 2016 y realizada a petición de la PGR y el GIEI.

La investigación dirigida a la entonces procuradora Arely Gómez, hoy secretaria de la Función Pública, fue realizada por expertos de México, Estados Unidos y Perú determina que sí había evidencia de restos humanos y de un incendio controlado en la zona señalada por los detenidos.

Sin embargo, en repetidas ocasiones se insiste en que no hay datos suficientes para determinar si este incendio habría tenido la suficiente fuerza para calcinar 43 cadáveres en el transcurso de una noche. Así como se recomiendan más estudios sobre las condiciones de la zona para emitir una conclusión definitiva. Proceso que se ha quedado en el tintero de la PGR.

Defiende Peña Nieto “verdad histórica” de caso Ayotzinapa

El adiós

El próximo primero de diciembre Enrique Peña Nieto entregará la Presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador. El presidente saliente, con récords históricos de impopularidad, ya planea su retiro, como lo dejó saber al participar en el primer informe de gobierno de su primo Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México, donde, dijo, considera pasar sus días tras dejar el Ejecutivo Federal y “no causar molestias”.

Mientras que el presidente entrante, electo por una avasalladora mayoría y prácticamente sin oposición alguna, ha descartado “cacerías de brujas” en favor de un proceso de reconciliación nacional basada en el perdón de las víctimas. Sin embargo, también buscará resolver casos como el de Ayotzinapa.

Por el momento parece que en la congeladora se quedará la ordenada Comisión de la Verdad; las investigaciones sobre abusos a los Derechos Humanos en lo que se ha catalogado como una “fabricación de culpables”; la determinación de las acciones tomadas por las Fuerzas Armadas y de seguridad pública de todos niveles. La verdad histórica puede ser el último legado que dejen Peña Nieto y el “Nuevo PRI” antes del adiós.

Peña Nieto, “acorralado”, defendió su legado

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