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Ciencia

Crueldad animal: el aleteo de tiburones

Foto: Ocean

Un tiburón baja lentamente hacia las profundidades del mar. No puede moverse porque sus aletas fueron cercenadas por un pescador que venderá las partes al gran mercado que la demanda: para preparar sopas o para usarse en la medicina tradicional china. El tiburón muere en la tierra marina, ya que necesita moverse para conseguir el oxígeno del agua. Ya no podrá alimentarse. Sangra… agoniza.

Según organizaciones internacionales como Ocean, los seres humanos matan 100 millones de tiburones al año. La razón de que sean tan cotizadas las aletas es porque culturalmente son relacionadas con platillos lujosos y curas milagrosas.

Los emperadores chinos daban la sopa de aleta de tiburón a sus invitados porque se pensaba que tenía propiedades medicinales. Con la caída del último emperador tras la Revolución, la demanda de este tipo de platillos no ha bajado. Al contrario, la población china crece y demanda la carne de tiburón

Los pescadores prefieren practicar el aleteo. Las aletas pueden llegar a valer 500 dólares por 1.100 kilogramos. Esto supera la mayoría de las veces el costo del resto del cuerpo del tiburón. Para ellos es mejor cortar las aletas a que otras partes del cuerpo ocupen espacio en los botes.

El aleteo genera destrozos que rebasan la crueldad animal y llegan a destruir ecosistemas enteros. Los tiburones, dependiendo de la especie, tardan años en alcanzar la madurez reproductiva.

Especies como el tiburón martillo están en peligro de extinción según la Unión Internacional para Conservar la Naturaleza. En promedio 1.3 millones y 1.7 millones de esta especie mueren al año por la práctica del aleteo. Algunas de sus poblaciones han bajado hasta en 70 por ciento.

Un ejemplo de la catástrofe es que la reducción de tiburones martillo ha provocado que aumente la cantidad de mantarrayas, sus presas naturales. Las rayas ahora comen en exceso vieiras, almejas y bivalvos, lo que ha dañado seriamente las poblaciones de estos últimos.

La práctica del aleteo ni siquiera es sustentable a nivel económico, ya que en el ecoturismo un tiburón vivo y bien cuidado genera a lo largo de su vida 1.6 millones de dólares, más de los 200 dólares que genera un tiburón muerto.

La Universidad de British Columbia calcula que el mercado del ecoturismo de tiburones podría valer más que la pesca de estos animales en pocos años.

A principios de 2013 la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres advirtió que cinco especies más de tiburones están a punto de cruzar la línea crítica para estar en peligro de extinción.

En algunos países ya existen reglamentaciones para evitar el aleteo. En Estados Unidos la Ley de Conservación de Tiburones de 2010 ordena que todos los tiburones capturados en ese territorio tienen que ser traídos a los puertos con el cuerpo completo

Desde 1994 casi 22 países han establecido regulaciones para acabar con el aleteo. China ha intentado disminuir el valor cultural de las aletas de tiburón. Prohibió que se sirva sopa de aleta en ceremonias oficiales. Asimismo, hay hoteles de lujo que ya no sirven este platillo.

No obstante hay grupos en China que abogan porque no sea prohibida la pesca de tiburón. Piden que mejor se regule, bajo el argumento de que es parte de la cultura culinaria china.

En México el problema es grave. Este tipo de pesca ha provocado que haya desaparecido la migración de tiburones martillo a costas de Baja California, según estimaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En nuestro país el aceite de tiburón, su hígado y otras partes de su cuerpo son demandadas por tradiciones arraigadas que relacionan la carne de tiburón con el incremento de la potencia sexual (sin pruebas científicas) ¿Vale la pena que por eso estas especies desaparezcan? ¿Vale la pena tantas muertes?

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