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Cultura

Elisa Carrillo une juventud, experiencia y poesía en Bellas Artes

Danzatlán volvió a Palacio de Bellas Artes la noche del viernes 5 de julio, un año después de su primera edición. Esta vez, con un extraordinario y novedoso programa cuidadosamente seleccionado por la primera bailarina del Staatsballett Berlin, Elisa Carrillo, en el que jóvenes talentos bailaron de la mano de tres de los coreógrafos más renombrados en la escena internacional.

La Compañía Nacional de Danza, el Ballet de Monterrey y el Berlin Youth Ballet protagonizaron las coreografías de Nacho Duato, Diego Landín y Marco Goecke, respectivamente, a lo largo de una función que se caracterizó por su frescura y entrega.

Con el programa presentado para esta función, Elisa Carrillo pone de manifiesto la importancia de generar experiencia profesional para los bailarines que pertenecen a esta nueva generación. Bajo la premisa de que, aun siendo joven, el intérprete puede llenar por completo el escenario, la Premio Benois de la Danse 2019 busca alcanzar dos propósitos principales: por un lado, dar impulso a quienes comienzan su camino; y, por otro, perfilar a los bailarines mexicanos hacia el ámbito internacional, de forma seria y comprometida.

Así, en compañía de tres grandes coreógrafos y con la dirección artística de Mikhail Kaniskin, primer bailarín del Staatsballett Berlin y esposo de Elisa, estos bailarines vivieron de otro modo la danza y obsequiaron al público el reflejo de una experiencia que muy seguramente, no sólo atravesó sus cuerpos sino que también halló eco en sus almas. 

Tres coreógrafos, tres momentos. Tres historias que encuentran su punto de convergencia en la búsqueda de un lenguaje propio para crear. Un movimiento que, partiendo de la más pura gramática del ballet clásico, pretende renovarse y dar vida a nuevas historias en estos tiempos, dejando así de ser un discurso anacrónico y anquilosado.

Tres creadores que aprendieron si no sus primeras letras en la danza, sí quizá las más definitivas, del afamado coreógrafo checo, Jiři Kylián (1947). Dos de ellos por cercanía directa, el más joven por herencia probablemente. Juntos, en Bellas Artes, Duato, Landín y Goecke hicieron vibrar al público mexicano.

DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL A NINA SIMONE

Al filo de las 20 horas dio comienzo la función.

Inspirada en la música y poesía española del Siglo de Oro, Por vos muero, de Nacho Duato, hace su aparición. Bajo el telón, inmóviles, cubiertos de silencio y en medio de la oscuridad, cuerpos a la espera. Se abre el telón, poderosas siluetas emergen de entre las sombras. Con pasos cortos, a ritmo acompasado, comienza la danza y con ésta, el ritual.

Acompañando los versos del gran Garcilaso de la Vega con la voz de Miguel Bosé y música de Jordi Savall, 12 bailarines en escena recrean los distintos momentos en que la danza sucede. En una reminiscencia renacentista, la danza converge entre dos mundos, el cielo y la tierra se encuentran, forcejean brevemente para luego abrazarse y confundirse en un suspiro.

La danza lo abarca todo. Las voces se confunden entre la solemnidad de la muerte, (“Las lágrimas que en esta sepultura…”), la pasión de los amores no correspondidos, (“…que he llegado por vos a tal estado.”) y la celebración de la vida (“…a tornar el agua en vino, como el danzar en reír”). Polifonía en movimiento que deleita los sentidos. Cuerpos que sufren y que gozan. Cuerpos atravesados por la experiencia vital.

Cierra el telón y el público inunda de aplausos la sala.

Se trata de un homenaje de Duato a la totalidad de la danza. A un tiempo en el que todo estaba contenido por ella y nada podía permanecer afuera. La danza que habitaba el cuerpo y sus circunstancias. Festiva, funesta, como un presagio y siempre cerca.

El segundo turno fue para el Ballet de Monterrey, bajo la dirección del joven coreógrafo español Diego Landín, quien hizo su debut en México con el estreno de dos obras creadas ex professo para la compañía regia: Shorthand of Emotion e Inefable.

Inefable

Para Liszt, un dueto. Uno de los grandes temas de la vida: el amor, es abordado en esta coreografía donde los cuerpos se aproximan, buscan hablar el mismo lenguaje, y al no lograrlo se alejan irremediablemente. Breve, sobria, concreta. Una más de las aristas de la experiencia humana.

Shorthand of Emotion

En un segundo momento, con música de piano y cello en vivo de Mozart, Chopin y Bartók, Diego Landín creó, de la mano de sus 14 bailarines, un vertiginoso juego geométrico donde los diseños espaciales se conjugaron de manera perfecta para recrear el camino de la música a través del tiempo. 

Y para cerrar el programa, hizo su esperada aparición el Berlin Youth Ballet, que contó con la participación de la misma Elisa Carrillo, como ya había ocurrido tres días antes en la gala Elisa y sus amigos, en el Auditorio Nacional.

Con la coreografía All long dem day, de Marco Goecke, la compañía berlinesa llenó el escenario. Caracterizada por su energía vital y por la emoción desbordada impresa en cada movimiento, esta pieza, así como en su aparición anterior, durante la gala de estrellas Elisa y Amigos, emocionó al público y lo hizo bailar desde su asiento con la voz de Nina Simone.

Doce bailarines, casi en la penumbra. Arrojadas siluetas atravesando el escenario en tensión constante. Movimientos percutidos de ida y vuelta. Solos, duetos y extraordinarios unísonos in crescendo. Con un ritmo frenético y poderoso, los bailarines se apoderaron del recinto para dejar al público sin aliento. Terminó la obra y el público rompió en ovaciones.

Y así culmina este segundo programa de Danzatlán, con una Elisa Carrillo emocionada, satisfecha y generosa, que dio las gracias junto a la joven compañía berlinesa pero jamás con ella al frente. Dando así reconocimiento pleno a cada uno de los bailarines que integraron esta gala y creando lazos entre las tres compañías que compartieron el escenario.

Pero la fiesta sigue y sigue en grande. Con un programa para una semana más, entre conferencias, clases magistrales, exposiciones y audiciones que el sábado 13 de julio cerrará con la entrega del Premio Benefactor de la Danza, otorgado por la Fundación Elisa Carrillo Cabrera, AC, y la función de Giselle en el Palacio de Bellas Artes, protagonizada por la bailarina Kristina Kretova.

Fotos de Carlos Quezada

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