Cultura
Nahui Ollin, la llama que se devora a sí misma
Musa, amiga o amante de grandes artistas de la década de los 20 del siglo XX, María del Carmen Mondragón Valseca, rebautizada por Dr. Atl Nahui Ollin (el cuarto movimiento del sol, en náhuatl) fue una mujer cuyo pensamiento, que ahora bien podría llamarse disruptivo, rompía con su época.
Son famosas las pinturas y fotografías en las que los bellos ojos de Nahui Ollin quedaron por siempre. Su sentido de libertad puede apreciarse en los desnudos tanto en lienzos como en papel firmados, entre otros, por Gerardo Murillo “Dr. Atl”; Jean Charlot, Alfredo Ramos Martínez, Antonio Garduño y Edward Weston.
A cuarenta años de su muerte, el Munal presenta la exposición Nahui Ollin. La mirada infinita, que concluye el 9 de septiembre, en la cual puede apreciarse no sólo la obra que ella inspiró, sino el trabajo de la musa que también fue pintora y poeta.
Ollin nació en Tacubaya y vivió en París, primero con su familia y posteriormente ya casada con el pintor y muralista Manuel Rodríguez Lozano, con quien conocería a Pablo Picasso, Georges Braque y Henri Matisse.
De regreso a México conocería a Dr. Atl, con quien viviría un amor torrido, incluso es famosa la historia contada por el propio Murillo acerca de que una noche de pronto Nahui Ollin se subió sobre él estando dormido y le apuntó con un revólver.
Los celos de ambos llevaría al rompimiento.
Sobre su primer marido mucho se habló de que el fracaso se habría debido a la homosexualidad de Manuel Rodríguez.
Al pasar de los años conoció y se enamoró del capitán marítimo Eugenio Agacino y Martínez, con quien visitó diversos países. Sin embargo, la desgracia vino con la repentina muerte de Eugenio. Desde entonces Nahui Ollin comenzó a vivir sola. Completamente sola. Estaba tan aislada que sólo la acompañaban algunos gatos que alimentaba. Finalmente, murió olvidada incluso por quienes adularon su belleza.
Queda en el terreno de los estudiosos de la mente o el cerebro saber por qué personas que lo tienen todo: belleza, dinero, amor, como son los casos de Nahui y el arquetipo de belleza sensual, Marilyn Monroe, son infinitamente desdichadas.
Una de las frases más desconcertantes de Nahui Ollin es la siguiente:
“Pero ¿qué digo? Soy y no soy dichosa. ¿Por qué? No soy feliz porque la vida no fue hecha para mí, porque soy una llama que se devora a sí misma y nada puede extinguirla; porque no he vivido libremente la vida con el derecho a disfrutar de los placeres, y me han destinado para venderme a un marido, como en la antigüedad se vendía a los esclavos. A pesar de mi edad, protesto por estar bajo la tutela de mis padres.
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