“Go Webb”, anunciaban desde la base espacial de Karú, la Guyana francesa, en el sur de América, tras la separación del más grande y desarrollado telescopio James Webb del cohete Ariane, después de 27 minutos de vuelo y un lanzamiento exitoso que llevará a tener la mayor investigación que ha tenido la humanidad sobre su origen.

El telescopio James Webb es el más grande jamás enviado al espacio y orbitará alrededor del sol, a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra, y que busca recolectar información valiosa para responder cuestionamientos sobre el origen del hombre en la tierra, y la siempre enigmática interrogante de si somos los únicos seres vivientes que hay en el universo.

Con el Webb se pretende conocer cómo se formaron las primeras galaxias y estrellas, así como observar los planetas fuera de la galaxia, es decir, explorar el denominado “amanecer cósmico”, que se considera la primera iluminación de las galaxias tras el Big Bang, hace 13 mil 800 millones de años.

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Anteriormente con el telescopio Hubble, lanzado en 1990, se alcanzaron conocimientos importantes, al explorar zonas que se desconocía, logrando con ello descubrimientos como la existencia de un agujero negro en el centro de todas las galaxias que hasta el momento se conocen o de vapor de agua alrededor de exoplanetas.

Con 18 años en construcción, en colaboración con científicos europeos, canadiense y estadounidenses, el telescopio James Webb tiene un alcance mayor que Hubble al contar con siete veces mayor sensibilidad, por lo que se espera que envíe más aspectos de la superficie porque además cuenta con un lente mayor, de 6.5 metros de diámetro.

Otro de los avances entre su antecesor y Webb, es que éste podrá captar el cosmos a través del espectro infrarrojo, lo que le permitirá mirar a través de las nubes de gas y polvo donde nacen las estrellas, mientras que Hubble ha operado principalmente en longitudes de ondas ópticas y ultravioleta.