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Cultura

Joan Margarit, nuevo Premio Cervantes, califica a España de país cruel

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Joan Margarit i Consarnau, poeta catalán de 81 años, fue galardonado con el Premio Cervantes 2019 reconociendo su obra poética, «su honda trascendencia y lúcido lenguaje, siempre innovador», con un premio conformado también por 125 mil euros.

«Por su obra poética de honda trascendencia y lúcido lenguaje, siempre innovador. Ha enriquecido tanto la lengua española como la lengua catalana, y representa la pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal de gran maestría», señaló el jurado que premió al poeta.

Joan Margarit es considerado uno de los ángulos de la poesía catalana, además de ser uno de los poetas más leídos en español, utilizando el catalán como lengua materna y el español como idioma de vida.

El poeta traduce sus propios poemas y señala estar en defensa del diálogo en Cataluña pero acusa que España «es un país cruel”.

«La única solución es el diálogo. Y dialogar es un asunto de Estado, no de jueces. El recurso del mal político, que tiene un referente en Alfonso Guerra, es luchar por la judicialización de la política en vez de por la separación de poderes. Lo que está sucediendo con el procés, sustituir el diálogo por el castigo, traerá consecuencias horribles. Y vuestra generación seguirá sufriendo los efectos», dijo el poeta quien es muy reconocido en Cataluña, la cual se ha visto azotada por las violentas manifestaciones separatistas que buscan independizar a la región de España.

Joan Margarit también fue reconocido con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y ha obtenido también los premios Nacional de Poesía, Rosalía de Castro y Jaume Fuster.

A continuación una de sus obras, dedicada a su hija Joana, quien falleció a los 30 años:

‘Un cuento’

No digas nada, Joana,
tan sólo escúchalo y no digas nada.
Íbamos caminando en la lluviosa
mañana por el pueblo adormecido,
entrábamos despacio
por una larga calle de adoquines
que no llevaba hacia ninguna parte.

Los niños nos llamaban con canciones
para acercamos al canal, que viésemos
su casa reflejándose en el agua.

Te gustaba, ¿recuerdas?,
ver a los niños. Al marcharnos
quedaban sus caritas pegadas al cristal,
sus voces apagándose en el agua.

Llegamos tarde. Demasiado.
Tanto que siempre volveremos separados:
ese es el precio por haber podido
entrar dentro de un cuento.

Y qué suerte encontrarte ahora aquí,
de madrugada, convertida en patio:
esto quiere decir que todo el tiempo
estabas junto a mí en la oscuridad.

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