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Internacional

Este domingo se conmemora el Día internacional del derecho a la verdad

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Hoy, 24 de marzo, se conmemora el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas ¿De qué se trata y por qué es importante rememorarlo?

Por noveno año consecutivo, diversos organismos internacionales recordaron a las víctimas de ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas, desapariciones, secuestro, tortura y una larga lista de crímenes que siguen sin respuesta.

En este día, familiares y sobrevivientes exigen justicia (castigo a los culpables), memoria (que no se olvide a las víctimas) y, particularmente, se garantice su derecho a la verdad, es decir, a que las autoridades e instituciones den una explicación clara sobre las circunstancias, los actores materiales e intelectuales de los delitos antes referidos, así como de sus motivaciones.

Esta fecha fue instituida el 21 de diciembre de 2010, por medio de un decreto expedido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que proclamó el 24 de marzo de cada año como el Día Internacional del Derecho a la Verdad, día que, sin embargo, no fue elegido de manera fortuita:

En el boletín que, aquel día de hace nueve años, comunicaba la resolución aprobada por la Asamblea General de la ONU, se destacó «la importante y valiosa labor» de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, sacerdote y arzobispo de El Salvador, defensor activo de los Derechos Humanos de los sectores más vulnerables de la sociedad durante la guerra que asoló a su país entre 1979 y 1992.

Óscar Romero, quien se convirtió en una de las figuras más importantes de la sociedad civil en el contexto del conflicto armado gracias a su incesante actividad en pro del desarme y la defensa de la vida y la dignidad humana, así como a sus constantes denuncias a las violaciones de DDHH de los salvadoreños, fue asesinado a sangre fría mientras oficiaba misa en la capilla del hospital Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador.

Según el sitio oficial de las Naciones Unidas (http://www.un.org/es/events/righttotruthday/), los propósitos de la conmemoración del Día Internacional del Derecho a la Verdad son: la promoción de la memoria de las víctimas de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos y la importancia del derecho a la verdad y la justicia; la rendición de tributo a quienes han dedicado su vida a la lucha por promover y proteger los derechos humanos de todos (y a quienes la han perdido en ese empeño); y el reconocimiento de la labor de Monseñor Romero, religioso salvadoreño y activo defensor de DDHH.

EL ASESINATO DE «SAN ROMERO DE AMÉRICA»

En 1979, tras una década de tensiones políticas, represión militar, brutalidad policiaca y varios miles de muertos, sobre todo indígenas y campesinos, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) declaró la guerra al Estado salvadoreño, conflicto que se prolongaría hasta principios de la última década del milenio pasado y que dejaría un saldo de más de 75 mil muertos e incontables desaparecidos (a la fecha no hay cifras oficiales y, probablemente, nunca las habrá).

En este contexto, un sacerdote católico originario de Ciudad Barrios, noreste de El Salvador, solía dar comienzo a su homilía dominical con un llamamiento a ambas partes: dejar las armas y entablar el diálogo.

Pero para Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, más conocido como Monseñor Romero, lo que estaba sucediendo en su país era un auténtico infierno caracterizado por las innumerables violaciones diarias a los Derechos Humanos perpetradas por el Ejército salvadoreño, y que afectaban principalmente a los sectores más desprotegidos de la sociedad: la gente pobre.

Tradicionalmente, se suele fijar en el año de 1979 el inicio de las hostilidades, pero en realidad sólo se recrudeció algo que ya sucedía desde muchos años antes. En este sentido, sólo un año había pasado desde el primer enfrentamiento en forma entre el FMLN y el Ejército, cuando, un domingo 23 de marzo de 1980, Monseñor Romero hacía su última aparición pública.

En su homilía de aquél día, dedicó un discurso «a los hombres del ejército y, en concreto, a las bases de la guardia nacional, de la policía, de los cuarteles». Según la versión popular, estas serían las palabras que le costaron la vida:

«Hermanos: son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios, que dice ‘No matar’. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!».

El lunes 24 de marzo, Monseñor Romero subió al altar de la capilla del hospital Divina Providencia, en la capital salvadoreña. Sin embargo, no concluiría la misa de aquel día: un disparo certero al corazón, desde el cañón de un francotirador que actuó desde un automóvil apostado en la entrada del recinto, le quitó la vida en ese instante.

Las reacciones internacionales, tanto de la comunidad eclesiástica como de la secular, condenaron el asesinato de Óscar Arnulfo Romero como un acto contra los Derechos Humanos. Más tarde, en 1994, fue formalmente ingresada la solicitud para su canonización. En 2010 la ONU decretó el Día Internacional del Derecho a la Verdad para conmemorar su deceso, y cinco años más tarde, el 3 de febrero de 2015 fue investido como mártir por parte de la Iglesia católica.

Finalmente, el pasado 14 de octubre de 2018 fue canonizado por el Papa Francisco en la plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano. El ideario colectivo lo empezó a recordar como «San Romero de América».

ARGENTINA: EL EJÉRCITO AL PODER

Otra mancha en el historial de crímenes contra DDHH en América Latina, es el golpe de Estado perpetrado en 1976 por la Junta Militar encabezada por el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier general Orlando Ramón Agosti, con el objetivo de derrocar a la presidenta de Argentina, Eva Perón. La fecha, destinada a ser tristemente recordada: otro 24 de marzo.

El más reciente gobierno militar en Argentina (único país regido por la democracia y rodeado por dictaduras en la década de los setenta) conocido como el ‘Proceso de Reorganización Nacional’, bajo el liderazgo del presidente Videla, continuó la política de persecución y desaparición forzada de los últimos días antes de la deposición de Eva Perón, intensificándose hasta alcanzar el mote de terrorismo de Estado.

Desde la madrugada del 24 de marzo, poco después del arresto de Perón, todas las comunicaciones fueron intervenidas por el Ejército. Se anunciaba que el país quedaba en poder de la Junta Militar y se exhortaba a la población a someterse de forma estricta a las disposiciones y directivas emanadas del Ejército. Se suspendió el suministro eléctrico, se implementó el estado de sitio y se proclamó la ley marcial.

Tan sólo en las primeras horas de la mañana, cientos de personas fueron secuestradas con lujo de violencia: jóvenes, adultos, hombres, mujeres, estudiantes, obreros, militantes políticos de izquierda. Nadie regresó a su hogar aquel miércoles 24.

Se calcula en 30 mil el número de desapariciones a manos del gobierno militar. 5 mil en la Escuela Mecánica de la Armada (hoy Espacio Memoria y Derechos Humanos, en Buenos Aires), que hasta 1983 fungió como el principal bastión de la dictadura. 5 mil más exterminados por medio de los llamados «Vuelos de la muerte», lanzados al mar desde aeronaves del ejército. De los demás no se sabe nada, sólo que, muy seguramente, fueron encarcelados, interrogados y torturados hasta la muerte en centros de detención clandestinos o públicamente conocidos.

De esta forma, cada 24 de marzo desde el año 2001, millones de argentinos conmemoran a las víctimas de la dictadura con diversos actos cívicos en el marco del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, instaurado de forma oficial en 2002 por el Congreso de la Nación Argentina, ocho años antes de la proclama por la Verdad de la ONU.

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