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Internacional

El sacerdote que espiaba a hombres en el inodoro

Curas pederastas violación inglesia catolicismo
Foto: Cuartoscuro.

Las historias de abuso sexual de niños provocan sentimientos que van del escalofrío a la furia. ¿Cómo son esas vivencias de menores de edad que después se convierten en argumentos en una Corte o en un caso judicial? La Hoguera te trae algunos casos del escándalo más reciente de la Iglesia católica, esta vez de Pensilvania, luego de que se revelaran «miles de abusos» cometidos por religiosos de la zona.

El caso que contaremos hoy ocurrió el octubre de 1998. Según el expediente que se encuentra en la investigación del Gran Jurado de Pensilvania, el personal de la parroquia de St. Dominic denunció al padre Paul G. Spisak a la Diócesis de Pittsburgh por conductas sexuales anómalas.

Según los trabajadores, se habían encontrado revistas pornográticas, cintas de video y páginas de Internet con material erótico en la habitación del religioso. En las imágenes se podía apreciar «actividad homosexual y sadomasoquista».

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Y la cosa de ponía peor: había también varias fotos de Spisak con dos menores de edad, incluyendo fotos de los niños «mostrando sus nalgas e imágenes de Spisak tirando de sus bañadores y tirando hacia abajo los pantalones de uno de los chicos», resalta el documento.

El personal de la parroquia dijo que Spisak destruyó las imágenes de los niños, los cuales se estimó tenían 15 años.

El segundo capítulo de la historia ocurrió el octubre de 1998, cuando el coordinador de Servicios de Apoyo de la Diócesis de la zona se reunió con una empleada de la parroquia. Ella declaró que Spisak le había escrito una nota ese mes en la que indicó que iría al Instituto St. Luke para «una evaluación». Para tranquilizarla, Spisak le aseguró que él «no había hecho nada malo en el pasado o en el presente».

Más adelante el documento explica que la mujer dijo que Spisak había mostrado «interés particular en su hijo y lo había llevado de vacaciones muchos años atrás». Ella declaró que se sentía incómoda: por la atención que el sospechoso sacerdote tenía sobre su pequeño.
Las sospechas desembocaron en una entrevista realizada a Spisak el octubre de 1998 por parte de la Diócesis ¿El tema? La pornografía y las imágenes sexuales con menores. Los registros indicaron que Spisak negó tener contacto sexual con niños o adultos «pero admitió que» él había «luchado» con una obsesión con la pornografía por varios años.

«Además, admitió haber fotografiado a varios hombres jóvenes» en edad de High School en época de vacaciones entre 1981 y 1990. También se le preguntó acerca de las fotografías que habían sido descubiertas por el ama de llaves de la parroquia. Spisak se volvió a excusar: aseguró que fueron tomadas hace años durante esas vacaciones y que las fotografías eran muy inocentes: «Solo por diversión».

La Diócesis dictaminó el noviembre de ese año que Spisak tenía problemas sexuales «e interpersonales que son importantes y suficientes para garantizar su tratamiento residencial». Según las autoridades eclesiásticas, el sacerdote tenía un «trastorno sexual» compulsivo  que se manifiesta en el porno.

El padre Spisak mostraba «interés significativo en varones de edad escolar», según los diagnósticos.

El abuso más claro cometido por el sacerdote se reveló en un documento el 23 de abril de 1999, cuando una autoridad eclesiástica de la zona escribió una carta a un joven. El receptor del texto era hijo de una empleada de la diócesis. La madre había proporcionado «información inquietante» sobre la relación de Spisak y su hijo.

El padre encargado escribió en la carta: «Estoy seguro que volver a visitar estos recuerdos dolorosos no es fácil para ti…Solo puedo imaginar lo difícil que ha sido discutir esto con tu madre».

En una carta del 21 de junio de 1999 enviada desde Flaherty a Wuerl, las iglesias de ambas zonas conversaron sobre una reunión que Spisak había tenido en San Lucas, en donde se le interrogó sobre su comportamiento sexual.

Allí se discutió que el Spisak había sido «vago» sobre el alcance que había tenido su convivencia con la víctima, reconoció que había una «motivación sexual», una atracción sexual «hacia los menores», pero también «a los hombres adultos».

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La iglesia recomendó que Spisak necesitaba desarrollar «recursos internos» para controlar sus deseos sexuales y su «tendencia a aislarse». «Sin ese control, Spisak corre el riesgo de volver a presentar su comportamiento problemático».

Lo que siguió a la historia fue una larga serie de terapias dentro de la iglesia, las cuales tuvieron constancias en el año 2002, en donde el psicoterapeuta emitió una carta a favor del sacerdote, en la que se apunta que no hay rastros ni consecuencias de «contacto sexual inapropiado con un joven», a cargo de Spisak.

«Ambos estaban en la cama completamente vestidos», defendió el terapeuta contratado por la iglesia.

En esta carta se menciona que una víctima del sacerdote hizo acusaciones 15 años después de un viaje de vacaciones, en donde ocurrieron los abusos: «La memoria de Spisak es bastante clara…él afirma firmemente que su comportamiento con hombres jóvenes siempre fue correcto».

En 2002 Spisak solicitó retirarse del ministerio sacerdotal por «asuntos personales». En 2003 se le envió una carta por parte de las autoridades religiosas en la cual se decía que debido a las «denuncias de abuso sexual de un menor» y el «escándalo», se consideró que su ejercicio del sacerdocio es «ineficaz y posiblemente dañino».

El siguiente paso fue prohibirle realizar cualquier celebración pública de los sacramentos, usar vestimenta clerical y de ninguna manera ser representante de la Diócesis de Pittsburgh.

El 15 de mayo de 2006 se le informó a las autoridades eclesiásticas del arresto de Spisak, en donde él se declaró culpable de «conducta desordenada» y tuvo que pagar 300 dólares, aunque no se reveló en los documentos por qué había sido detenido.

Las autoridades estatales requirieron una carta del terapeuta encargado de Spisak para asegurarse que estuvo recibiendo atención con sus problemas sexuales.

El junio de 2017, agentes especiales de la Oficina del Fiscal General de Pensilvania fueron informados por el Departamento de Policía de Upper St. Clair sobre un nuevo arresto de Spisak. El informe reveló que el 21 de abril de 2006 la policía respondió a una queja en un baño público de hombres, en donde Spisak había hecho de las suyas.

Un hombre informó que mientras estaba en el sanitario observó una cámara que lo registraba en la parte trasera del cubículo. Era Spisak, grabando a escondidas. El ex sacerdote negó tener una cámara cuando fue abordado por las autoridades, fingió estar enfermo y se acercó a un centro comercial en donde se escondió en un baño.

Un guardia de seguridad del comercio entró al sanitario y encontró a Spisak en el escusado. Estaba intentando borrar la tarjeta de memoria de la cámara, inclinado debajo del inodoro.

El 26 de abril de 2017, Spisak llegó a la estación de policía para ser interrogado de nuevo. Él admitió tener una cámara. Admitió también haber registrado a la víctima mientras ésta hacía sus necesidades y luego haber intentado eliminar la evidencia.

«Tengo una fijación con las nalgas masculinas», admitió avergonzado.

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