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Metrópoli

«Ya no hay días buenos de venta»: el golpe de la pandemia al comercio informal

Foto: Cuartoscuro

Durante la «nueva normalidad» por la pandemia algunas autoridades gubernamentales se han preocupado por el riesgo que puede representar la existencia de comercio informal ante las aglomeraciones que puede causar, sin embargo, detrás de cada persona en la calle ofertando un producto se suele encontrar una historia muchas veces de necesidad.

La historia de Maite es una de ellas, una comerciante joven del Centro Histórico que en su tercer año de dedicarse al comercio de temporada de manera informal se ha enfrentado a un embarazo y la pandemia, lo cual ha mermado sus ingresos y su salud teniendo que tomar algunas decisiones para poder seguir subsistiendo.

Esta compartió a La Hoguera que comúnmente ella y su esposo se dedican a comercializar productos de acuerdo a la temporada, tales como paraguas, guantes y gorros, así como dulces y frituras, pero que tras el inicio de la pandemia estos no se venden como lo han visto ella en los últimos 3 años y su pareja desde hace 12, tiempo que se han dedicado a esta actividad.

Maite comentó que fue ella quien pensó en cambiar su estrategia de venta «porque ya no salía» y «el chiste era buscarle», de modo que vio necesario comenzar a vender cubrebocas y caretas dado que la gente estaba buscando estos elementos para protegerse del Covid-19 al circular en espacios públicos principalmente.

Sus ingresos tampoco son los mismos. «Le gano poquito, pero de ahí va saliendo para ir llevando el día, comprar pañales y comidas», expresó, diciendo que, aunque todos los días sale a trabajar «ya no hay días buenos de venta» como antes, cuando identificaba que los fines de semana se incrementaban sus ventas.

«La gente no tiene dinero, hay muchos que deben renta, el gasto de los chamaquitos, la comida pues ya no alcanza», declaró otra comerciante de mayor edad que se encontraba en ese momento.

Pese a que se ha cuestionado la necesidad del comercio informal durante la vigencia de la pandemia, la importancia de este queda reflejada tanto entre el consumidor como entre quienes se dedican a ello.

Por un lado, miles de personas han adquirido algún tipo de producto que estos ofrecen para intentar cuidarse de un posible contagio de Covid-19; por otro lado, en el lado económico este tipo de actividad económica representa un importante ingreso para miles de personas en el país e incluso representa un sector económico relevante a nivel nacional.

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El pasado 16 de diciembre de 2019, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer que durante 2013 la Medición de la Economía Informal arrojó que durante ese año el 56.7% de la población ocupada en condiciones de informalidad fue la responsable del 22.5% del PIB de México.

La llegada de la pandemia no solo fue inconveniente por su propia naturaleza sino también debido a que estaba embarazada y aún no contaban con el suficiente dinero para pagar el parto, de modo que su esposo comenzó a salir diario de casa a intentar continuar las ventas logrando vender en toda su jornada entre 100 y 150 pesos diarios.

El Covid-19 no solamente ha mermado su economía sino también su salud. Pese a no haberse contagiado, Maite dice que durante el inicio de la epidemia en México se sintió temerosa y preocupada por las noticias que veía, al grado de que comenzó a subirle la presión y tuvo que tener un seguimiento médico para controlársela durante todo un mes.

Finalmente, compartió que ya ha visto los estragos de la pandemia en su propia familia dado que su madre y su tío fueron diagnosticados con una infección por el coronavirus SARS-CoV-2 pero que afortunadamente salieron ya de ese episodio, aunque nota que la enfermedad les ha dejado algunas secuelas, entendiendo que la enfermedad existe y que no es un juego.

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