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Metrópoli

«Aunque sea para frijoles y tortillas»: Comerciantes de la CDMX se adaptan para subsistir en la pandemia

Foto: Francisco Mendoza

La población de la CDMX ha estado intentado sobrevivir a la pandemia de Covid-19, no solo implementando nuevas medidas sanitarias y de cuidado personal, sino también en sus negocios, ello dado la necesidad de muchos capitalinos, como el caso de los comerciantes a tener que adaptar los productos wit ofertan para poder subsistir.

Durante un recorrido de La Hoguera por las calles del Centro Histórico, en pleno corazón de la CDMX y la alcaldía Cuauhtémoc, se puede constatar que locatarios buscan reactivar sus negocios con giros comerciales dedicados al calzado, la venta de ropa de temporada o moda, la comida y otros, como algunos comerciantes formales e informales, han buscado innovar para subsistir a la caída de ventas que afecta la zona con las medidas de distanciamiento social.

Al caminar sobre la avenida Juárez se observa cómo boleros y casetas de periódicos y otras publicaciones impresas han tomado sus medidas sanitarias para comenzar a operar bajo la «Nueva Normalidad», sin embargo, destaca el hecho de que algunos han empezado a ofrecer cubrebocas, sanitizante y alcohol en gel.

Comerciantes CDMX: Caseta de periódicos y revistas sobre Avenida Juárez ofrece caretas y mascarillas. Foto: Francisco Mendoza

Adela trabaja en una caseta sobre dicha vialidad cerca de la Plaza Juárez y el Barrio Chino frente a la Alameda Central, lugar donde ofrece principalmente revistas y cigarros, pero por la pandemia han empezado a vender alcohol en gel, luego de que la pandemia los ha afectado demasiado en sus ventas principales.

Con voz baja, la señora Adela Monroy comentó a La Hoguera que durante 2 meses tuvo que mantener su puesto cerrado teniendo que «sobrevivir» con lo poco que tenían; sin embargo, desde hace algunos días ha vuelto a salir a trabajar con nuevas ofertas de artículos»; aunque sea para frijoles y tortillas» debido a que «no hay para más», dice.

Comerciantes CDMX: Adela cuenta que han vuelto a trabajar luego de dos meses sin poder abrir y tener que sobrevivir de los pocos ahorros que tenían. Foto: Francisco Mendoza

La incorporación de la venta de estos productos, según cuenta, fue una idea de su nieto, quien ya se dedica a la comercialización de este tipo de mercancía. «Ahorita me ofrecieron ese para sacar un poquito más», señaló, precisando que vende pequeñas botellas de gel entre 10 y 12 pesos. Pese a que las ventas tampoco son constantes, habiendo días en que logra vender 10 de estas unidades y en ocasiones menos, ella se muestra optimista y menciona que la gente sí ha aceptado su nueva oferta.

Por el contrario, respecto a los diálogos con autoridades refirió que estas en realidad no han ayudado en nada y que desde su perspectiva han sido puras promesas, incluido el apoyo de 25 mil pesos «a la palabra». «Si tienes que dejar algo a cambio entonces ya no es a la palabra», dice y refiere que además el empezar a pagar la deuda a los dos meses también es difícil dado que aún no hay mucha gente en las calles.

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«Estamos todos igual, a veces nos dormimos un rato porque luego no hay ventas», dice tras una corta risa, detallando que para cuidarse de un contagio tras recibir dinero de otra persona se limpian las manos con gel.

Por último, antes de reiniciar la atención a sus clientes, la señora Adela señaló que se siente mal debido a que no se puede aún trabajar «como debe ser», además de que las deudas no dejan de crecer, porque no sale para más, pero también debido a que el Covid-19 es temible porque mucha gente no quiere creer pese a que está latente en donde quiera.

Sobre la calle Independencia, Higinio Téllez, comerciante de «La Casa de las Bolsas», contó para La Hoguera que luego de que se emitiera la prohibición de la venta de este tipo de mercancías comenzó a incorporar productos de limpieza como escobas, mechudo, gel, jabón «Zote», jabón líquido, cloro y «pino» para mantener abierto.

No obstante, con la pandemia el negocio no solo se basó en estas ventas, sino que también comenzó a incorporar otros elementos. En su entrada se anuncian charolas sanitizantes para calzado, cubrebocas de concha, desinfectante y dispensadores de gel, habiendo de igual manera la oferta de cubrebocas KN95.

«La Casa de Bolsa» ha tenido que pasar a vende productos de limpieza y cubrebocas ante los cambios legales y la pandemia, adaptándose como otros comerciantes de la CDMX. Foto: Francisco Mendoza

Este comentó que si bien uno podría imaginar que está vendiendo muchos cubrebocas eso es falso puesto que parece que esas ventas han pasado «a la historia» debido a que ahora cualquiera lo comercializa. «Antes era difícil, significaba invertir una buena feria en el cubrebocas», contó a la par que mostraba una caja con uno de los cubrebocas KN95 que tiene en su tienda.

Sin embargo, dijo que él tuvo la suerte en que «los chinos» se lo fueron a ofrecer cuando había escases, de modo que lo vendía hasta por consigna, detallando que mientras ahora se vende un cubrebocas en 50 pesos, antes ese mismo producto era vendido en 250 pesos.

Caja de mascarillas o cubrebocas KN95. Foto: Francisco Mendoza

Higinio contó también que durante semanas el negocio ha sido vender a quienes transiten por la calle dado que muchas empresas «grandes» a las que surtía continúan cerradas, recordando pocos momentos parecidos, habiendo solamente un vago recuerdo de que ello ocurrió hace aproximadamente 25 años. «Estaba muy muerto entonces», dijo.

Sobre sus medidas de precaución, el comerciante con más de 30 años de experiencia en el negocio señaló que él obedece a los inspectores del INVEA para poder vender y ganar dinero, indicando que acatar algunas de sus disposiciones no afectan en lo más mínimo, asegurando que él fue uno de los primeros en el centro de la CDMX que puso un plástico desde el mes de marzo o abril a fin de que no pudieran contagiarse de Covid-19 al atender a algún cliente.

Comerciantes CDMX: Higinio muestra uno de los cubrebocas que más pide la gente. Foto: Francisco Mendoza

Higinio compartió que no solamente él acata, sino que ayuda a acatar a las personas las medidas sanitarias al menos en su establecimiento. «Si hubieras entrado sin cubrebocas y pasa el INVEA nos ve, me cierra. No tienes que entrar a una tienda sin cubrebocas, en ese caso, yo te hubiera regalado uno de estos para poderte atender», mostrando unos pequeños cubrebocas sencillos que tiene en el mostrador cerca de la entrada.

Finalmente, el comerciante contó que para él eran unos «tontos» aquellos que no acataban las reglas de la «nueva normatividad», «porque la chingada enfermedad sí existe», relatando que él supo de la muerte del esposo de una clienta, lo cual no solo terminó con la vida de una persona y la tranquilidad de una familia sino también provocó el final de una empresa.

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