Cultura
La historia del «ministro tatuado», al desnudo
Cuando Pedro César Carrizáles, alias ‘El Mijis’, ganó una diputación por el distrito 8 en San Luis Potosí, en redes sociales se le señaló por su pasado: el de un ex pandillero que se reformó, se unió a la política y triunfó en las pasadas elecciones del 1 de julio, de la mano de Morena y el Partido del Trabajo.
Con tatuajes en el cuerpo, recibió comentarios de odio por parte de internautas, ¿un pandillero como legislador? Otros tantos lo defendieron bajo el argumento de que la apariencia no es importante; el tener tatuajes no te hace un mal político o inculto. El ejemplo para demostrar este punto fue narrar la historia de Vladimir Franz, ex ministro checo de Cultura que tiene el 90 por ciento de su cuerpo tatuado.
Este particular personaje compitió además en 2013 para la presidencia de República Checa. La mayoría de los perfiles que circulan en Internet sobre su fugaz carrera política tienen que ver con que su tiempo lo ocupa para componer óperas, tras su intento de llegar a la «silla grande» de su nación. Su identidad en República Checa está más relacionada con la de un artista excéntrico que decidió competir en las primeras elecciones democráticas de su país, un territorio que dejó en el siglo XX en comunismo y que en los primeros años del siguiente siglo tuvo que reorganizarse tras su separación de Eslovaquia.
Según el portal checo Café Babel, el personaje causa fascinación por diferentes razones. No por las mismas que las causa en México. En primer lugar, porque Franz se puso de frente al régimen autoritario de esa parte de Europa en su época de juventud. Trabajó en una mina e incluso se dedicó a «esparcir sal sobre la nieve» en invierno. Luego fue profesor, después compuso música clásica para trabajadores. Después, fue acogido bajo el círculo intelectual de compositores y pintores de su país, hasta que llegó el siglo XXI y con él la oportunidad de participar en las primeras elecciones democráticas de su país (en un gobierno que se atenía a las decisiones de su parlamento). Franz también tiene un doctorado en derecho.
No obstante, su imagen no es demasiado grata para las publicaciones políticas de su entorno, quienes hacen hincapié en su repentino distanciamiento de la política para dirigirse de lleno al arte; pasó a formar parte de los «candidatos perdedores» que no pudieron participar en la renovación política de su patria, luego de la victoria de Miloš Zeman, quien fue el primer presidente que no fue elegido por los legisladores checos.
Otro elemento extraño de su historia es que no le gusta hablar de sus tatuajes, a los que cataloga como su «jardín secreto». Aunque sus marcas tienen un significado político, según sus palabras: «En un sistema democrático, todo el mundo debería tener la libertad de decidir su propio color de piel».
Publicaciones checas como Blesk lo catalogan como el «candidato perdedor», pero una pieza clave para cuestionar la figura del presidente Zeman, que se ha reelegido por tercera ocasión: «Milos Zeman es en realidad un solitario que se basa solo en sí mismo. Tiene el inconveniente de no poder construir por sí mismo un equipo de gobierno», mencionó en una entrevista.
El artista se ha vuelto polémico por asegurar que el poder le queda grande a su ex competidor, al comparar el «Castillo de Praga», el hogar del presidente, como un laberinto complejo que está fuera del control del mandatario.
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