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“Hispanofobia, un elemento central de la izquierda mexicana»: Pérez Vejo

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Foto: Francisco Mendoza

El historiador Tomás Pérez Vejo platicó en exclusiva para La Hoguera sobre cuál es el fondo y las bases sobre las cuales fueron escritas las cartas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al rey Felipe VI y al papa Francisco. En esta acción, el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), observa a la historia como una disciplina que está siendo aprovechada por el mandatario mexicano para continuar con su movilización cotidiana, así como algunas diferencias entre las disculpas que se pretenden de recibir y otras realizadas por otros países.

Pérez Vejo considera que la redacción de las cartas es parte de la manera de hacer política del presidente López Obrador, dado que con esta acción se está dirigiendo a sus seguidores, sin embargo, no cree que sea esto un acto cínico sino que AMLO está siendo sincero en lo que dice en las cartas, dado que esa es la interpretación que tiene de la historia del país, siendo un asunto importante para él que se podría resumir en un componente significativo: para este sector político-ideológico, la izquierda mexicana, la hispanofobia forma parte de su ADN político, porque en torno a él se articula una gran parte de su discurso, poniendo como ejemplo al liberal Ignacio Ramírez, del siglo XIX, quien solicitaba la “desespañolización como política de Estado”.

Otro punto que el historiador observa es la forma de hacer política de un grupo del que AMLO forma parte, que definiría como uno donde se está continuamente en campaña. Este tipo de temas, señaló, son elementos de movilización dentro de una movilización cotidiana que es visible cuando el presidente muestra todas las mañanas la necesidad de tener un elemento de movilización y enfrentamiento, basándose en la polarización social para hacer una distinción entre “ellos” y los “otros”.

Sin embargo, el investigador deja en claro que no es una polarización respecto a España, puesto que no cree que el gobierno tenga interés en tener un conflicto diplomático con el gobierno español, sino para un uso interno, dado que es un tema en torno al cual la sociedad mexicana está polarizada incluso antes de que el mismo López Obrador sacara el tema a colación. La polarización respecto al lugar de la conquista y España en México, comenta, es un problema no resuelto, interno de la sociedad mexicana, el cual teme seguirá aflorando como en los últimos dos siglos y que el presidente utiliza en un momento político.

“Los historiadores no pueden dedicarse a una especie de lamento en el cual son púdicas doncellas que descubren que se les está utilizando”, mencionó el historiador respecto al uso político que su área de estudio pudiera estar teniendo en pleno siglo XXI. La historia, comentó, ha sido utilizada políticamente desde sus orígenes como forma de conocimiento, dado que se encuentra vinculada a la historia política.

Agregó que el nacimiento de la historia como disciplina, tal como hoy la conocemos, se desarrolla básicamente a partir del siglo XIX, en el cual estuvo vinculada fundamentalmente a la justificación y explicación de los nuevos Estados-nación como forma hegemónica de legitimación del poder político frente a la anterior legitimización dinástico-religiosa, por lo que la historia ha estado al servicio del poder político o entrelazada.

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Para entonces, señaló, la historia era una forma de hacer política por otros medios y viceversa. No obstante, contrasta con el papel actual de los historiadores, los cuales tienen la obligación de reivindicar el papel de la historia al margen del poder político; no obstante, puntualizó, eso no significa que los poderes políticos no la sigan utilizando, dado que forma parte del discurso político cotidiano, habiendo de distinguir el uso que hacen los políticos de la historia y la historia que hacen los historiadores.

A su consideración y citando al historiador mexicano Edmundo O’Gorman, la función del historiador es explicar y no juzgar, puesto que son los políticos quienes recurren a esta disciplina para juzgar hechos en función de los objetivos del presente, algo que, dice, los historiadores no tienen derecho a hacer.

Finalmente, respecto a las diferencias entre las disculpas solicitadas y otras que se han dado en otros países, el doctor Tomás Pérez Vejo encuentra algunas diferencias sustanciales desde el punto de vista histórico. En el caso de las atrocidades nazis, dijo, la diferencia radica en que existe una clara continuidad histórica entre el Estado alemán de la Segunda Guerra Mundial y el actual Estado alemán, puesto que son el mismo Estado-nación.

En el caso español, en el que se les reconoció el derecho de recuperar la nacionalidad de sus antepasados a descendientes de comunidades judías que fueron expulsados de sus asentamientos en los territorios de la corona de Castilla y de Aragón, observa que se trató como tal de una decisión del Estado español.

Mientras tanto, en el caso de la Conquista, el historiador considera que no se tiene claro a quién se le pide disculpas y quién tiene que pedirlas porque fundamentalmente la sociedad mexicana es tan heredera o más que la sociedad española, aunado a que el actual gobierno español no tendría nada que ver con la antigua monarquía católica, por lo que considera que el gobierno español no tendría por qué ofrecer una disculpa.

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