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Nación

El triunfo de AMLO no se lo debemos al INE ni a las instituciones: John Ackerman

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John Ackerman asegura que uno de los grandes riesgos democráticos en el país es la inmadurez de la oposición, que está descomponiéndose, y sostiene en cambio que a un año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador el verdadero debate y la pluralidad democráticos se están llevando a cabo al interior del partido creado por el tabasqueño en 2011, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), donde caben desde la ex periodista Lily Téllez hasta el diputado Gerardo Fernández Noroña.
 
Doctor en Sociología Política y en Derecho Constitucional, Ackerman acaba de presentar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara El cambio democrático en México. Retos y posibilidades de la cuarta transformación, una compilación de poco más de cuarenta ensayos bajo su coordinación, de autores como Immanuel Wallerstein, Diego Valadés, Enrique Dussel, Jaime Cárdenas, David Harvey, Sergio Zermeño, Miguel Concha o Julio Labastida, que analizan justo el primer año del tabasqueño.
 
El volumen, con texto de presentación del rector Enrique Graue, prólogo de Alberto Vital y prefacio de Pedro Salmerón, es coeditado por Siglo XXI Editores, la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (Inehrm) y el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (Puedjs), que dirige Ackerman, uno de los hombres más cercanos al gobierno de López Obrador y esposo de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval.
 
–¿Cómo define este libro en el contexto de un año del nuevo  gobierno?
 
Busca analizar el sentido profundo y el proyecto a largo plazo de la cuarta transformación, qué significa ese concepto. Algunos ya lo están tomando como una etiqueta de marca o algo así simplemente, pero no tiene nada que ver con mercadotecnia sino con transformación social. Está buscando, el presidente de la república marcar una época histórica. Y creo que hay consenso entre los autores del libro, que lo que ocurrió el 1 de julio de 2018 fue un momento histórico, hubo  un rompimiento de los viejos pactos, de las viejas formas de manejar las instituciones, de manejar la sociedad, la corrupción en general. Hubo una rebelión ciudadana en las urnas exigiendo e imponiendo un cambio en las coordenadas de la política nacional. Eso apenas abre la historia, el momento histórico; tenemos que ver cómo sigue o continua y para eso tenemos que entender qué es esto de la cuarta transformación. Y aquí tenemos una pluralidad de voces, no estamos tirando línea, no estamos diciendo qué es la cuarta transformación, sino estamos abriendo el debate entre académicos, historiadores, sociólogos, antropólogos, economistas, sobre qué es lo que significa y sobre lo que podría llegar a consolidarse en este gobierno. Es muy importante, hoy en particular, al año de que ya llegó, ya aterrizó, ya trazó sus grandes líneas, para poder medir hasta qué punto vamos a poder llegar y cuáles son los ajustes necesarios.
 
–Usted habla justamente de “rebelión” el 1 de julio de 2018 en el libro. Pero ¿puede haber rebelión en la democracia? Porque vivimos en una democracia.
 
–Sí, por supuesto. La democracia apenas la estamos construyendo, yo no creo que vivamos plenamente dentro de una democracia porque el viejo sistema corrupto, clientelar y autoritario todavía no se muere. La transición a la democracia, que inició supuestamente en 1997, resultó ser un mito. Durante las épocas de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, en lugar  de consolidar, basado en el sistema democrático, se retrocedió. Esto es una nueva oportunidad, a partir de este gobierno, de construir democracia. Y justamente la idea de la cuarta transformación es plantear esa democratización como un proceso de transformación-revolución, no solamente de cambio de élites arriba, no solamente una negociación de entre los mismos de siempre, sino a partir de una nueva forma de entender y de ejercer la relación entre lo público y lo privado, entre el gobierno y la sociedad (…). Lo que ocurrió en el primer intento, el de Fox, de Calderón y Peña Nieto, lo que tenemos que hacer es no repetir el esfuerzo fallido de la supuesta transición democrática, sino enmendar y construir algo nuevo.


 
–En este periodo que usted marca desde 1997 se construyeron o consolidaron instituciones, que mal que bien terminaron por llevar ahora al poder a López Obrador.
 

–Yo no creo, discrepo totalmente de esa hipótesis. Los resultados electorales del 2018 no fueron resultado, no se lo debemos al INE ni al Tribunal Electoral, ni a esas instituciones que se construyeron, porque esas instituciones, si bien fueron siempre una buena idea, fueron capturadas, traicionadas, corrompidas, precisamente por un sistema corrupto. El INE fue cómplice en los intentos de fraude del 1 de julio de 2018. Lo que se logró en la elección del año pasado fue una derrota del fraude, intento de fraude implementado por el gobierno federal, con absoluta complicidad del INE. Eso es lo profundo de este cambio. No es una transición gradual, no estamos viendo una continuidad de los gobiernos del pasado, sino un rompimiento histórico el 1 de julio. Ahora, ¿qué va a pasar? Pues no lo sabemos, pero que hay nuevas coordenadas, nuevas ideas, nueva visión, nueva participación, eso está sin duda. Este libro es justamente para reflexionar sobre este proceso revolucionario, pacífico, democrático, hacia un nuevo equilibrio en México.
 
–Hay una gran pluralidad entre quienes escriben en este libro. ¿Cómo se eligieron los autores? Incluso hay investigadores procedentes de los estados, que aquí en Ciudad de México no son conocidos y que aportan una nueva visión, más amplia, de lo que está ocurriendo en el país.
 

–Así es. Los autores son muy plurales, por un lado, ideológicamente; no todos son morenistas, obradoristas; hay personas muy críticas, hay quienes sostienen esta hipótesis de la continuidad del proceso democrático, que esto es resultado del éxito de la supuesta transición anterior, y hay otros que, por ejemplo, critican mucho a este gobierno desde un punto de vista más zapatista, más indigenista. Hay de todo. Insisto, no estamos tirando línea, sino abriendo el debate. Son 40 autores muy plurales, muchos proceden de Ciudad de México, de la UNAM, pero de alguna manera todos tenemos voces internacionales muy importantes. Immanuel Wallernstein nos regaló su último texto antes de morir; su último viaje al extranjero fue aquí a México, a la UNAM, el año pasado, en noviembre de 2017.  Juan Carlos Monedero, Enrique Dussel, etcétera, y también tenemos de afuera de Ciudad de México, de Guadajajara, de Querétaro, de Michoacán, de Chiapas. La idea es tener una mirada muy plural geográfica e ideológicamente para abrir esta discusión, porque es necesario sacudirnos y entender lo que estamos haciendo aquí como sociedad, entonces para esto necesitamos una reflexión profunda. La mayoría son académicos, pero también tenemos periodistas, activistas, luchadores sociales, es una obra colectiva de construcción de conocimiento y busca ser un libro de referencia para la sociedad en general, no solamente para estudiantes, académicos. Si bien la mayoría son académicos, no es solo para consumo académico, es para consumo general de cualquier ciudadano consciente que quiera entender de qué se trata esto de la cuarta transformación y que se pregunta si estamos moviendo en un sentido democrático o autoritario. Para mí, en lo personal, el consenso generalizado de los autores es que estamos avanzando en un sentido democrático, nadie aquí comparte la tesis de que con López Obrador estamos viviendo un retroceso autoritario, centralización del poder. No, todos aquí coinciden en que estamos avanzando, dando contenido, hay que asegurar que se consolide. Por supuesto, en materia democrática, este es un paso adelante, lo que ocurrió el 1 de julio y este primer año está demostrando eso.
 
–¿Hay alguna institución que en su opinión amerite sobrevivir de estas que usted menciona que se corrompieron?
 
–No entendí su pregunta. Las instituciones son muy importantes, el mismo López Obrador, la cuarta transformación las valoran mucho. El problema no fueron las instituciones, el INE, la CNDH, el Tribunal Electoral, sino las personas que las ocupan. Por ejemplo, tenemos un gran avance en el tema de la CNDH, es la primera vez, desde la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que tenemos una activista, una víctima, como titular de la CNDH, después de más de 25 años de una institución que fue creada en la simulación, Carlos Salinas la crea para no atender los derechos humanos, sino como un acto propagandístico internacional para la firma del Tratado de Libre Comercio, a principios de los noventa, y siempre ha sido dirigida por abogados, respetables, pero con una visión muy burocrática. Ahora, al fin, vamos a tener una CNDH  al servicio de la sociedad, cercana a las víctimas. Las instituciones, por supuesto, se deben mantener. El problema no fue la creación de las instituciones, sino el contenido de las mismas, que se dejaron corromper, aislar, burocratizarse. Lo mismo para el INE, el Tribunal Electoral, las otras instituciones: se tiene que recuperar el espíritu ciudadano social de esas instituciones.


 
¿Qué pasa con la oposición? ¿A un año de gobierno, está a la altura de este momento?
 
–Creo que no. Uno de los grandes riesgos democráticos es precisamente la inmadurez hoy de la oposición, y su descomposición. Están descompuestos totalmente. El PRD está en vías de extinción, recibió el 3 por ciento de la votación en la elección presidencial de 2018. El PAN, ya los mismos Margarita Zavala y Felipe Calderón renunciaron al PAN; tiene su voto duro pero no figuras relevantes, importantes, elocuentes, líderes nuevos del PAN con una visión constructiva, más bien son voces que simplemente golpean. El PRI, también; sin acceso al poder federal y sin ningún pacto con el gobierno federal, porque durante los gobiernos de Calderón y Fox, si bien el PRI no estaba (en el poder) sí estaba totalmente ese PRIAN, tenía acceso y participación en el gobierno federal, hoy sin ese acceso, ese pacto, está en una crisis terrible, en la última elección interna tuvo conflictos internos espantosos. Lo que pasó con la CNDH es otro ejemplo, una cosa vergonzosa de parte del PAN, sabiendo que no tenían suficientes votos para parar a una persona que ellos repudiaban, que no querían que llegara a la CNDH pues sabotean, inventan fraudes, toman la tribuna. Es una oposición que no sabe entender los momentos democráticos que estamos viviendo hoy. El verdadero debate democrático, la verdadera pluralidad democrática, está ocurriendo hoy dentro de Morena. Hay de todo: tienes desde Lily Téllez hasta Gerardo Fernández Noroña, o sea, ahí está todo. Dentro de Morena hay buen debate, discusión, dentro de esa esfera política, ahí es donde vemos un espíritu más democrático y participativo.
 
–Esta descomposición de la oposición, como la llama usted, ¿beneficia o perjudica al gobierno y, en particular, a alguien como López Obrador?
 

–La nueva hegemonía democrática de Morena y la cuarta transformación es algo profundamente democrático. Uno de los grandes problemas, por ejemplo, en Brasil, con Lula, cuando gana Lula, es que no tiene mayoría en el Congreso, entonces está obligado a pactar con el viejo régimen corrupto y clientelar. La mayoría morenista es justamente la que libera a este gobierno de no tener que pactar con ese viejo régimen y poder avanzar de manera fuerte y contundente hacia un horizonte democrático. Otra vez, no comparto esta hipótesis de que supuestamente con esta nueva hegemonía democrática y el liderazgo de Andrés Manuel estaríamos yendo hacia un sistema autoritario, todo lo contrario, el autoritarismo lo teníamos antes. El Pacto por México, eso era el autoritarismo: eliminar a todos los otros partidos, eliminar al Congreso de la Unión y que el presidente sea el que decidiera todo y además con políticas antipopulares, neoliberales, privatizadoras, reprimiendo a las marchas, cientos de presos políticos… Eso era un sistema autoritario, una careta moderna. Lo que estamos viendo hoy es por fin un proceso de democratización a partir de una nueva mayoría y un liderazgo fuerte, eso no está peleado con la democracia.
 
–Voy a tomar el ejemplo del PRI, lo que ocurrió con él al formarse de muchas fuerzas y corrientes, y terminó como partido hegemónico, pero también tuvo una escisión de esas corrientes…
 
–No hay ninguna similitud entre el PRI y Morena. Las gentes generan estas fantasías y estos mitos. El PRI era una mafia política, que colgada del poder y del presupuesto federal, controlaba, por medio de vías corruptas y clientelares, a las organizaciones sociales, a la sociedad mexicana, con el fin, en los últimos 30 años, de imponer políticas antipopulares, neoliberales. Y Morena no es eso, Morena es un conglomerado, un archipiélago, multicolor, rompecabezas, participativo y diverso, aunque hay un consenso central, esos tres principios de López Obrador: no mentir, no traicionar y no robar. Entonces, ahí estamos juntos construyendo un nuevo sistema político. El PRI consolidaba el poder de un viejo sistema político, y aquí estamos, con una nueva hegemonía democrática, hacia la transformación. Es como blanco y negro. Es como el día y la noche.
 
–Yo no iba por ese lado. Termino la pregunta que quería formularle: ¿no corre el riesgo Morena de escisiones, aglomerando a tantos grupos, corrientes, como la del PRI en 1988 con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo?
 
–Insisto, sigues en la misma comparación. No creo que puedas comparar el PRI y Morena. El PRI era una fuerza reaccionaria de mantener un poder, y luego la escisión de 1988 fue un rompimiento democrático hacia un sistema plural. Morena es un contexto plural, justamente, su hegemonía es democrática; entonces, la pluralidad en su seno, no tiene nada que implicar rompimiento, sino todo lo contrario, eso es lo que está buscando Morena: la pluralidad del debate y el avance. Creo que sí, eventualmente, a mediano y largo plazo, es probable que Morena mismo se vaya decantando, diferentes del mismo, izquierda, derecha, arriba y abajo, incluso se podrían generar otros partidos, no sabemos qué vaya a pasar. Pero Morena mismo hoy es esa fuerza transformadora. Quien está mirando hacia atrás es la oposición. El PAN, PRI y PRD son los que añoran nostálgicamente el sistema de consensos y pactos autoritarios del pasado. Morena es el rompimiento. Está dando continuidad a ese legado del rompimiento del 88, por fin llegando al gobierno y por supuesto desde una gran pluralidad que tenemos que celebrar. ¿Para qué quiere un solo pensamiento?
 
Y en esta pluralidad ¿dónde entran los conservadores? Una palabra que se puso muy de moda en este gobierno.
 
–Depende. Depende a qué te refieres con conservadores. Hay conservadores golpistas, que siempre han estado, a esos hace referencia mucho el presidente de la república, los del siglo XIX, el siglo XX, en la Revolución…
 
–Digamos, en la actualidad.
 
–En la actualidad hay fuerzas conservadoras golpistas muy fuertes, algunos medios de comunicación se han adjudicado la responsabilidad de ser la oposición partidista; los verdaderos partidos de oposición hoy son algunos medios de comunicación, algunas ONG, AC, esa es la oposición, en muchos sentidos, golpista. Y eso es un riesgo real, porque en el mundo hay una desesperación de la derecha terrible, mira lo que está pasando en Bolivia, por ejemplo, en Ecuador. En Chile, el gobierno está reprimiendo  los movimientos. Sí hay una tendencia autoritaria. Donald Trump, que no soporta que se empodere realmente el pueblo  y las sociedades. Eso es una existencia real. Hay planes para hacerles golpes de Estado, suave, duro, lo que sea. Por supuesto que hay sectores conservadores que están haciendo eso, entendiendo a los conservadores en un sentido clásico e histórico. Pero, también, tenemos que reconocer que dentro de Morena hay de todo, hay posiciones liberales, conservadoras, radicales, y eso lo celebro y eso es algo muy bonito. Y este libro, justamente, busca entender esa complejidad del momento histórico. Eso es el consenso –regresando al libro, más allá de mis opiniones–, lo bonito con respecto del libro es que todos los autores comparten que estamos viviendo un momento histórico. La pregunta se pone ahí en la mesa: ¿qué tipo de historia estamos escribiendo? ¿Vamos para arriba, adelante, para atrás? ¿Por dónde está el cambio más importante: en lo político, en lo social, en lo económico, en lo cultural? ¿Cuáles son los grandes retos para este sexenio? Y más allá –porque las revoluciones no se hacen en un día, ni en un sexenio, tiene que ser toda una generación la que transforme este país–, ¿cuáles son las grandes vías para construir estos nuevos caminos?


 
Respecto del libro ¿cuál cree que sea el principal reto y su principal crítica que plantean los autores para este nuevo sistema democrático, como usted lo llama?
 
El primer paso que vemos en todos estos textos es un diagnóstico sobre cómo funcionó el sistema autoritario neoliberal priista, que inició, desde mi punto de vista, en 1946, no en 1929 ni con la Revolución, sino en 46, con la creación del PRI no como partido, sino como un régimen, el viejo régimen, incluso ahí mismo inicia para mí el neoliberalismo. Este sistema, que inició en 46 y que termina en 2018, ¿en qué consiste? ¿cuáles fueron sus herramientas y mecanismos para el control social y para la privatización y el saqueo de los recursos de la nación y de los bolsillos de los trabajadores? Clientelismo, la corrupción, la simulación y el entreguismo frente al exterior. Algunos. La manipulación mediática, cultural, también, desde luego. Este diagnóstico está en todos esos capítulos. Ahora, ¿cómo romper con todas estas inercias autoritarias, en materia económica, política, social y cultural? En cada una de estas secciones se van trazando algunas rutas. Con respecto, a lo económico, desde luego lo central es la desigualdad y la pobreza, no hemos logrado…, se logró algo de crecimiento en los noventa y a principios del siglo XXI, pero no se ha logrado atender la desigualdad ni la pobreza, todavía tenemos más de 50 millones de pobres, es algo inaceptable en un país tan rico en recursos humanos, materiales y naturales. Hay mucho énfasis en el sistema político, desde luego. Nadie en el  libro habla en contra de las instituciones como tal, pero de sus instituciones, por supuesto que sí, fue el reclamo de siempre de López Obrador: no al diablo con las instituciones, sino con “sus” instituciones, la utilización política, autoritaria de las instituciones, esa careta “muy legal”,  “institucional” para robar, para matar, para saquear. Tenemos que recuperar el espíritu realmente democrático de las instituciones. La relación del Estado hacia la sociedad, tenemos décadas de un sistema clientelar, corporativo y corrupto, de relación de regalar dinero a organizaciones sociales o de la sociedad civil, sin pedir cuentas y sin que ese dinero tenga un impacto positivo de los mexicanos, entonces tenemos que romper con esas complicidades y corrupción y clientelismo, para genera una nueva política social de atención directa a las necesidades de la población. Y se tiene que construir uno de los grandes temas que es la posibilidad de generar un gobierno, un movimiento, un partido movimiento que no se burocratice esto. Weber hablaba de la reutilización del carisma, por ejemplo. Siempre que un líder llega al poder, con un proceso histórico se va congelando, institucionalizando demasiado ese liderazgo, y se vuelve burocracia. Cómo mantener viva la sociedad  civil, los movimientos sociales, para ir empujando esta cuarta transformación, que no se quede nada más en las cúpulas del poder, en las elecciones, sino realmente generar una transformación social de fondo.
 
Usted tiene mucha cercanía con el presidente López Obrador. ¿Ya lo leyó él, ya lo tiene?
 
Lo tiene, sí, le mandamos un ejemplar dedicado, con un abrazo. No hemos conversado sobre el libro, espero que lo lea y que lo comentemos en algún momento. Yo admiro mucho a Andrés Manuel López Obrador, por supuesto lo he apoyado siempre, pero este libro no es un libro de alabanzas, es un libro de tomar este reto académico histórico, que él mismo ha tomado en los hechos, entenderlo, analizarlo, ver adónde va, de dónde viene, y construir caminos. Y espero que lo lea él, y que lo lean todos los mexicanos interesados en estos temas, para que todos podamos participar en hacer realidad la cuarta transformación.

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