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A Fuego Lento

El round Batres vs. Monreal es apenas el inicio

Foto: Cuartoscuro

El desencuentro entre Martí Batres y Ricardo Monreal por la presidencia del Senado no es cosa menor, sino la declaración de hostilidades entre dos facciones que buscan el control de Morena a como dé lugar. Para esto, cada bloque está buscando que el otro pierda la mayor cantidad de fichas en posiciones de poder, como lo era de la dirección de la mesa directiva. Aun cuando movidas como esta representen un problema a largo plazo.

En una movida de esas que solo alguien de la escuela de Monreal podría hacer, aprovechó el clamor porque una mujer llegara a la mesa directiva para moverle el piso a Batres. Sumando, ¿por qué no?, a la fracción parlamentaria del PES a su causa. Siendo esta una de las grandes ventajas con las que cuenta el coordinador: tener más de un partido bisagra listo para respaldarlo. Muestra de ello fue que Dante Delgado, dueño de MC, fue quien puso en marcha esta causa feminista.

Monreal dejó un mensaje claro y es que no está dispuesto a dejar espacios a sus contrincantes en la lucha por el control de Morena porque, en honor a la verdad, era mucho más cómodo permitir la reelección de Batres y evitar, así, el tenerlo revoloteando al interior de la bancada. Una apuesta peligrosa el echarse este alacrán al hombro, tal vez a la espera de que Andrés Manuel o Claudia Sheinbaum le encuentren un puesto de gabinete antes de que inicie la legislatura.

Falta por ver las consecuencias de esta movida ya que, a botepronto, lo primero que hizo fue ahondar aún más la ya de por sí amplia fractura interna de Morena. Con Yeidckol Polevnsky corriendo de inmediato a auxiliar a Batres y Monreal haciendo esquina con sus senadores, morenos o no, se desdibujan aún más las cartas que buscaban ser ‘factores de unidad’, empezando por Bertha Luján, la consentida de Palacio, y Mario Delgado. Quienes se ven minúsculos en el panorama de ‘estás conmigo o contra mí’ que deja este round.

DE CÓMO DOBLARON LAS FEMINISTAS A SHEINBAUM

La semana pasada el Gobierno de la CDMX vivió una de sus peores turbulencias en 8 meses de gobierno. Desde el lunes hubo acontecimientos que estallaron y dieron de qué hablar. Se polarizó la opinión y las declaraciones de la mandataria fueron para unos, acertadas y para otros, lamentables. Sin embargo, una semana bastó a las feministas para conseguir varias audiencias de muchas horas con Claudia Sheinbaum. Bueno, una semana, agresiones y la destrucción de mobiliario urbano.

De forma extraoficial sabemos que las feministas lograron que Sheinbaum se retractara: ya no hablará de “provocación”; también lograron que la mandataria no levante carpetas de investigación contra esas mujeres enfebrecidas que dañaron el mobiliario. En pocas palabras, doblegaron a la jefa de Gobierno, pues la amenaza era simple: de no ceder, regresarían las “manifestaciones pacíficas” como las del lunes y el viernes.

Sin embargo esto sienta un precedente y otros colectivos podrían ver en esos métodos la vía para ser atendidos. Ante esta posibilidad Sheinbaum atajó: “lo más importante es que se abran las puertas del diálogo”, y explicó que al abrir dichas puertas “esas cosas no van a ocurrir”.

Además aseguró que de haber usado la fuerza contra las protestas hoy habría otras condiciones completamente negativas: “es mucho peor la represión, mucho peor”, insistió.

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