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Día de Muertos, unión entre lo prehispánico y lo religioso

Foto: Cuartoscuro

La conmemoración de Día de Muertos en la sociedad mexicana cada año proyecta dos tradiciones culturales, la prehispánica y la religiosa, porque las personas combinan los dos aspectos en los rituales propios de estas fechas, tanto ofrendas como visita a los panteones.

Felipe Monroy, experto en religión, explica que los rituales “involucran dos concepciones culturales muy arraigadas en el pensamiento religioso, místico y también cultural de la sociedad mexicana, que es la prehispánica con algunos elementos de redescubrimiento cotidiano de la muerte y con el religioso, cristiano- católico, impregnado por las evangelizaciones del siglo 16 y 17, en donde la concepción cristiana es el reconocimiento de la misericordia de Dios en el más allá”.

Las dos tradiciones, dice Felipe Monroy, quien fuera director de la Revista Vida Nueva -México, “dialogan entre la vida terrenal y la vida al más allá, empiezan a juntarse, para el católico es el rezo, la oración, la misa y para la tradición precolombina es el contacto directo con esas almas, ya sea con los huesos, la comida, fuego, agua, y por supuesto con las cosas que las personas pierden a la hora de morir, como el sentido del gusto y por eso el tema de la comida, y el olfato, y por ello las flores”.

La cultura prehispánica imaginaba que el “Tlalocan” (paraíso regido por Tláloc) era “una especie de cielo en el que las almas de los muertos tenían que recorrer una serie de pruebas muy complicadas, y donde las divinidades, de cierto modo, tamizaban el valor, el temple de cada una de las personas para gozar justamente de un privilegio” menciona Felipe Monroy.

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En la actualidad, se combinan elementos simbólicos tanto prehispánicos como cristiano-católico en el “Día de Muertos”. El signo más tradicional prehispánico es el sendero de flores que guía el regreso de los muertos hasta la casa que compartió con sus seres queridos. La luz es símbolo católico por excelencia que les ayuda a no perderse.

Foto: Adriana Pacheco

Felipe Monroy menciona que otros de los símbolos prehispánicos y católicos que podemos observar en las ofrendas del Día de Muertos es el tema de la luz, por los cirios pascuales de luz que se comparte en la comunión.

“La sal, es otro elemento que comparte lo prehispánico y lo religioso en los altares, pues debido a que los muertos pierden el gusto, la sal que también se utiliza en el rito bautismo para decirle al católico que se le abre el gusto al mundo que Dios le ha hecho a su hijo de Dios”.

Pero… ¿cuándo se empezó a llamar el Día de todos los Santos?

El especialista destaca que es una fecha católica muy temprana, que se nombra antes del encuentro de todas las culturas americanas, aproximadamente en el siglo XII o XIII.

“El día de todos los Santos representa algo muy importante para la iglesia católica, la convicción del católico es que Dios elige a sus favoritos, a los que no han pecado, y a ellos los llama santos, están con él en el cielo”.

Afirma que los católicos en teoría tendríamos que saber quienes son esos santos porque son pocos. Pero también hay una convicción católica importante, seguramente hay gente que se portó muy bien, que no pecó, o que pecó pero se arrepintió etc., y que son santos pero que no los conocemos, y como no los conocemos no podemos hacerles una fiesta en lo particular, pero el Papa elige una fecha para celebrar a todos esas personas, cuyo nombre no conocemos pero que sabemos que están con Dios.

Foto: Adriana Pacheco

“Los Fieles Difuntos es la concepción de que no todos los que han fallecido son santos, y si no son santos hay dos lugares en los que pueden estar, el infierno o el purgatorio, como muchos son fieles y los queremos o son nuestros familiares, tenemos la esperanza de que con nuestras oraciones Dios les va a perdonar sus pecados y les permitirá acceder a los santos”.

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Por su parte, el sociólogo Izmir Capello, quien pasó su niñez en la colonia San Andrés Mixquic, nos cuenta que en Mixquic la gente suele, a las afueras de sus casas, sacar leños para hacer la fogata, porque piensan que de esa forma, el espíritu o el alma del difunto va hasta los hogares; también ponen el camino de cempasúchil para que sus muertos no se pierdan en el limbo.

“Muchas de las veces también lo que hacen es que en las calles decoran con aserrín y ponen grandísimas formaciones prehispánicas, lo que viene siendo el cráneo de Mictlantecuhtli, el rey de los muertos”, afirma.

Izmir cuenta que al menos la gente adulta o mayor continúan la tradición, en la mañana del día 1 de noviembre mandan a los niños a limpiar y a poner flores en la tumba de sus familiares, mientras que las señoras, principalmente, montan altares de diversos tamaños en sus hogares, (esto hasta el año pasado, ya que debido a las restricciones por Covid, no se permite la entrada a los panteones).

Foto: Adriana Pacheco

En víspera del Día de Muertos, antes de ir a “alumbrar” las tumbas en el panteón, las calles se inundan con los olores del tradicional platillo prehispánico mixmole (pescado frito, nopales, epazote y acelgas picadas en salsa verde) y demás comidas, dulces y frutas que les gustaba a sus seres queridos.

“La noche no es de tristeza, sino de regocijo, porque los vivos están conviviendo con sus parientes que ya no se encuentran en este mundo. En México, la muerte no la vemos como algo triste o melancólico, sino como felicidad, porque la persona ya ha pasado a otra etapa, a una nueva”, dice Izmir.

A Mixquic han llegado alemanes, españoles, estadounidenses, a conocer por qué es tan enigmático y único el festejo de Día de muertos, muy diferente a otras zonas de México, inclusive a otros lugares del mundo, señala orgulloso el joven sociólogo de su tradición. El año pasado, más de un millón de visitantes, observaron maravillados.

México es tan rico en tradiciones y cultura como en biodiversidad de flora y fauna. Sus costumbres de Día de Muertos varía de acuerdo a la región, sin embargo todas ellas tienen parte de nuestras creencias religiosas y de nuestra historia.

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