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Nación

“Decir que el ‘sexting’ es ‘pornovenganza’ es decir que la violación es sexo”

Ana Baquedano, la joven que ha luchado contra la pornovenganza
Foto: Ana Baquedano/ Facebook.

Ana Baquedano se enfrentó a un gigante: el monstruo conformado por los ataques que se reciben cuando alguien revela fotos íntimas en la red: la pornovenganza. Tenía 17 años cuando decidió compartir una foto con su pareja con el pecho desnudo, y allí se prendió la mecha.

Cuando estaba estudiando Mercadotecnia se enteró de que la foto estaba siendo compartida de computadora en computadora por su expareja. Fue el inicio de una presión social que desembocó en su salida de la universidad, víctima del acoso. Aunque también desembocó en un activismo en contra de este tipo de violencia de género que la llevó a ser premiada con el Premio Yucateco de la Juventud por su labor social, así como haber logrado la titánica labor de que la pornovenganza sea castigada por la ley.

Excelente corrección a la campaña de @televisa por @revolucionfeminista_ 💜

Una publicación compartida por Ana Baquedano Celorio (@anaspeaksnow) el

En entrevista para La Hoguera, Ana cuenta que el recibir el premio le genera «mucha esperanza» en la lucha contra la pornovenganza, ya que para ella es importante que la gente sepa «reconocer el poder que tienen sus acciones». Cosas pequeñas que se vuelven conocidas, dice, y que pueden ayudar a solucionar una problemática social.

«Le da vuelos a los sueños y a las ambiciones», cuenta. Porque el campo de batalla es complicado. Los crímenes de género en México son diversos: «Abarca bastantes crímenes, como el feminicidio o esto, podemos hablar de la difusión de videos íntimos».

Me explica que Yucatán se encuentra en una situación en la que queda mucho por mejorar, pese a que su lucha ha desembocado en una ley local que castiga la pornovenganza de seis meses a nueve años de cárcel. «Hay que tomar consciencia es estos delitos que nos parecen cotidianos, como el acoso callejero, la difusión de contenido íntimo; si todos lo vemos normal, por lo tanto se genera la sensación de que todos ‘tenemos derecho a juzgarte'», y de victimizar a quien ha sufrido este tipo de violencia, explica.

Su opinión sobre cómo dar un primer gran paso contra la pornovenganza es que primero hay que entender que la perspectiva que la sociedad maneja sobre el problema está mal, «pues es manejada desde el machismo, desde el no te expongas, es tu culpa».

Baquedano dice que la policía tiene una tarea importante en este tipo de luchas: «Tienen que pensar que la víctima es una persona que se siente vulnerable, yo creo que se necesita un mejor panorama, para enfrentarte a un ministerio público, los cuales llegan a ser revictimizantes, y hay que trabajar con las víctimas, es algo que le interesa a todos en el sistema de justicia, que el proceso abrace a las víctimas».

En cuanto a la posible prohibición de sitios de Internet en los cuales se distribuye pornografía sin el permiso de los implicados, la activista defiende que en vez de pensar en quitar estos portales, hay que plantear mejorar los procesos de denuncia: «Para que sean más rápidos. Que las víctimas puedan denunciar, pues en la realidad no avanzan las denuncias. Sería una tarea de colaborar con las plataformas, para que ninguna página tenga contenido de la gente sin su consentimiento».

Uno de los problemas centrales que detecta en la industria pornográfica es que actúa desde un esquema machista y de injusticia social: «Que pone a las mujeres como objetos de consumo; sin embargo, si las mujeres aceptan estar en esta industria, es mejor que esté regulada. Creo que en España se creó un sindicato para la industria pornográfica y el trabajo sexual».

Para ella el haber ganado el Premio de la Juventud «es el primer paso de miles que nos faltan, porque es un aspecto que nos falta; queremos modificar la cultura que lo rodea».

«Qué tan difícil es cambiar la cultura; tengo 45 minutos en conferencia para moverle las ideas que llevan solidificando toda su vida; es una cultura que refuerza esa revictimización. Mientras más personas se hagan conscientes, mejor».

Las masculinidades tóxicas

Hablamos también sobre cómo se construyen socialmente el ser hombre. Para ella, la sociedad hace que los hombres «se alejen de su humanidad. Esas conductas se llevan a cabo porque los hombres quieren probar lo hombres que son, eso de ser mucho hombre, de ser poco hombre; es absurdo que lo pongamos esos estándares».

Para ella todos somos humanos, todos tenemos intimidad. «Todo sería mejor si promoviéramos (que los hombres) se sintieran más seguros de sí mismos».

Ponemos en la mesa el caso de Luis Roberto Alves “Zague”, ex futbolista el cual sufrió la filtración de un video íntimo: «Culturalmente nos sentimos con el derecho a opinar, consideramos que la identidad de los demás nos pertenece. Parte del problema del abuso es que aún no entendemos el consentimiento. Una persona puede dar el permiso de exhibirse de una parte de su vida, pero eso no nos da derecho a opinar».

Ella dice que incluso en el casos de una enfermedad, «tenemos que respetar ese límite» de lo que esa persona quiere manejar sobre su condición.

Cuenta que hay gente que reclama que cuando se comparte una foto desnuda con una pareja «se da el consentimiento» para que ese material sea público: «Decir que el sexting y la pornovenganza son lo mismo es como decir que la violación y el sexo son lo mismo».

En la conversación también recordamos el caso de ‘La Manada’, un grupo de violadores que salieron libres en España por un tecnicismo legal y que ello desató toda una polémica en cuanto a qué es el consentimiento: «Yo creo que decir que es difícil probar el consentimiento solo demuestra que en la cultura el consentimiento no importa».

«Es diminuta la cantidad de denuncias falsas por violación», menciona, «en comparación con todas las denuncias verdaderas». Para ella, ninguna mujer emprendería la travesía de denunciar por gusto: «Creo que hay que tomar muy en serio el consentimiento cuando una persona se sienta violada».

El caso de La Manada, analiza, fue una «tragedia que no debería estar pasando. Esas personas grabaron lo que hicieron, fue lo mismo que pasó con los Porkis. Esto no termina».

Ana asegura que pese a su activismo, nunca se ha sentido en riesgo en dar a conocer su mensaje, pese a que ha recibido insultos en redes sociales: «Decirme que soy una puta, te lo puedes imaginar, me han escrito mensajes preguntándome ‘¿dónde está tu honor?'». Y otros mensajes de odio que si bien no están dirigidos hacia ella: «Están dirigidos hacia la causa, y vienen tanto de hombres como de mujeres».

Aunque argumenta que al final, desde la publicación de video hasta estos años de activismo y de lucha en contra de la violencia de género, el ver que aún existen estos prejuicios es la mejor motivación para ella: «Porque significa que, pese a todo, aún hay mucho que hacer». Ya que aún hay muchos casos de pornovenganza que con miles de clics siguen convirtiendo la intimidad en un blanco de la agresión. Para Ana esto, en definitiva, tiene que terminar.

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