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A Fuego Lento

De Urzúa a Lomelí: haz la 4T sin mirar a quién

Más tardaron en salir las notas sobre la renuncia del superdelegado Carlos Lomelí que lo que la pareja de Irma Eréndira Sandoval y John Ackerman demoraron en contar la cabeza del doctor como uno de los trofeos de la ‘ética pública’ de la 4T. Comentarios que tuvieron cierta familiaridad con la manera en la que Andrés Manuel presumió haberle dado las gracias a Carlos Urzúa por su andar neoliberal al frente de Hacienda.

Hace dos semanas, representantes de medios de Jalisco y Nayarit —estados que Andrés Manuel visitó este viernes— acudieron a la mañanera para pedir información sobre las investigaciones contra Lomelí por conflictos de interés. En todas las ocasiones, el presidente pasó la bolita a Irma Eréndira, prometiendo que la secretaria de la Función Pública iría a alguna conferencia en la semana del 8 al 12 de julio para informar sobre las investigaciones que se prolongaron desde mayo. Esto nunca pasó.

El lunes hubo Quién es Quién en gasolinas, información sobre una carretera de Sonora e informe de Ebrard en materia migratoria. Martes, en mañanera exprés, Andrés Manuel se dedicó a responder preguntas, temas que fueron opacados por la renuncia de Urzúa. Lo que abarcó el grueso de la mañanera del miércoles, donde Ebrard y Graciela Márquez también informaron sobre los aranceles al acero y tomate. Mientras que el jueves el tema fue el rescate al campo por parte de Sader y este viernes tocó mañanera viajera a Nayarit, siempre un show aparte.

Antes renunció Lomelí, acusando una campaña por parte de MexiClaudios vs la Corrupción, que Irma Eréndira puso un pie en Salón Tesorería para discutir el tema. Eso sí, apenas dejó el cargo el excandidato, tanto ella como John salieron a festejar como suya la caída de uno de los hombres fuertes de Andrés Manuel en una región que nunca se le ha terminado de facilitar. Siempre con tremendas fotos de la secretaria en plena acción, ya fuera desde sus cuentas de Twitter o la de la SFP.

No es un secreto que a Andrés Manuel le puede mucho cualquier señalamiento de corrupción en su gobierno. Tal vez por eso nunca concretó la comparecencia de Irma Eréndira y, también, prefirió arremeter sin miramientos contra Urzúa, su amigo de décadas. En vez de atender las acusaciones que el exsecretario hizo, también, de conflictos de interés en los más altos niveles de la 4T, el presidente prefirió fusilarlo en el paredón de las mañaneras bajo cargos graves de neoliberalismo.

Comparó su trabajo con el de José Antonio Meade y Agustín Carstens, los neoporfiristas secretarios de Hacienda del Calderopeñismo a quienes no baja de traidores a la patria. Presumió cómo, mano en la cintura, lo puso de patitas en la calle lo antes posible, desestimando, de paso, que los mercados reaccionaran mal a su salida. Y hasta lo usó como ejemplo para dejar en claro que si algún otro funcionario ‘se cansa’, ahí está la Puerta Mariana. Siempre defendiendo a capa y espada a Poncho Romo y Margarita Ríos-Farjat.

Tanto se guardaron la investigación sobre el superdelegado farmacéutico para terminar bailando sobre su tumba como si recrearan su vals de bodas. Tanto defender la integridad y capacidad de su proyecto económico para que el presidente fuera el único que no viera que su secretario de Hacienda era un neoliberal. Lo dijimos aquí cuando la gente pedía a gritos la cabeza de Jorge Ramos y Carmen Aristegui por criticar la embestida de Andrés Manuel contra Reforma: que poco dura el amor en la 4T.

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