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Metrópoli

CDMX ignoró alerta de OMS sobre partículas desde hace 11 años

En su Guía de calidad del aire, la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año 2008 recomendó utilizar como indicador de concentración de partículas las PM2.5 en las ciudades, y no las que se venían analizando hasta ahora, las PM10.
Foto: Cuartoscuro

En su Guía de calidad del aire, la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año 2008 recomendó utilizar como indicador de concentración de partículas las PM2.5 en las ciudades, y no las que se venían analizando hasta ahora, las PM10. Sin embargo, esta advertencia fue ignorada, puesto que el gobierno de la Ciudad de México (CDMX) no cuenta hasta el momento con un plan de contingencia para dichas partículas, solo para las de mayor diámetro.

Los incendios ocurridos en los últimos días han dejado altos niveles de contaminación y, aunque la CDMX se pintó de gris, no fue sino hasta este martes que se declaró contingencia ambiental extraordinaria debido a que las partículas PM 2.5 alcanzaron los 160 puntos en el municipio de Nezahualcóyotl.

Cabe mencionar que no se había podido declarar una contingencia ante la falta de protocolos de actuación para este tipo de partículas.

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La materia particulada 2.5 o partículas PM 2.5 (por sus siglas en inglés) son todas aquellas que pueden penetrar hasta las zonas de intercambio de gases del pulmón, como bruma o humo, por ejemplo. Su origen puede ser natural, pero también derivado de la actividad humana. Es una partícula más pequeña que el grosor de un cabello humano, por lo que también se les conoce como partículas finas.

Conforme son más pequeñas, las partículas PM 2.5 pueden causar enfermedades respiratorias, cardiovasculares y empeorar el asma y de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), pueden comprender también restos de sustancias orgánicas o inorgánicas tales como:

—Sulfato, nitrato, amonio, iones de hidrógeno
—Gran variedad de compuestos orgánicos
—Carbón elemental —Metales: compuestos de Pb, Cd, V, Ni, Cu, Zn, Mn, Fe, etc.

—Agua ligada a las partículas —Bacterias, virus.

LAS CONSECUENCIAS

Obviamente una contingencia de estas proporciones tiene consecuencias para la salud, en especial para los grupos más vulnerables como niños, adultos mayores, mujeres embarazadas, así como las personas con problemas respiratorios crónicos, afecciones cardiacas y los fumadores que, por obvias razones, ya tienen cierto grado de daño físico.

Según una evaluación de la OMS de la carga de enfermedad debida a la contaminación del aire, son más de dos millones las muertes prematuras que se pueden atribuir cada año a los
efectos de la contaminación del aire en espacios abiertos urbanos y en espacios cerrados (producida por la quema de combustibles sólidos). Más de la mitad de esta carga de enfermedad recae en las poblaciones de los países en desarrollo.

Entre los efectos que produce la exposición crónica a los altos niveles de PM 2.5 encontramos: irritación en los ojos, en la nariz y en la garganta; tos, opresión en el pecho y dificultad para respirar; función pulmonar reducida; ataques de asma; ataques al corazón y muerte prematura en personas con enfermedades cardíacas y pulmonares; aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer de pulmón.

Recientemente, el 17 de Octubre de 2013, el IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer), órgano consultivo de la OMS, ha clasificado el aire contaminado de las ciudades como cancerígeno humano, dentro del Grupo 1.

Las partículas menores, como las PM 2.5, tienen la capacidad de pasar al torrente sanguíneo por lo que pueden, potencialmente, dañar cualquier órgano o sistema. Se ha demostrado por ejemplo, que el pireno, hidrocarburo policíclico aromático, afecta al sistema inmune ya que puede inducir la producción de proteínas inmunoreguladoras IL-4 e IL-8. Estas proteínas están relacionadas con el desarrollo de alergias y de respuestas inflamatorias inducidas por estrés celular.

Si hacemos una reflexión, respiramos entre 5 y 6 litros de aire por minuto, que en 24 horas serían entre 7.200 y 8.600 litros, basándonos en los objetivos de calidad del aire de la OMS, que por supuesto no se cumplen, implicaría que cada día respiramos entre 72 y 86 microgramos de las de PM 2.5. Puede parecer poco, pero si lo multiplicamos por días a la semana, al mes, al año, nos daremos cuenta de la cantidad de sustancias tóxicas que respiramos y deberíamos tomar conciencia de lo importante que es para nuestra salud.

Por: Regina García

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