Internacional
Catalunya y su reclamo de independencia
Por Erick Adrián Paz González*
Carlos Puigdemont espera su extradición a España. A finales de octubre de 2017, el expresidente de Catalunya huyó e intentó dirigir el renovado movimiento de independencia desde Bruselas. Pero el domingo 25 de marzo fue detenido en Alemania como respuesta a una orden del Tribunal Supremo, órgano de la Unión Europea, que busca llevarlo a juicio por rebelión y sedición.
Puigdemont se ha colocado como el representante del último esfuerzo de independencia de una región que la ha buscado durante siglos. Pero el rastro inmediato se dio en 2015 cuando “los independentistas”, esa fracción política formada por Junts pel Sí (Juntos por el Sí) y Candidatura d’Unitat Popular (Candidatura de Unidad Pupular, CUP) logró mayoría en el congreso al ocupar 72 escaños.
Después de esta contienda se tuvo un camino a seguir: la Generalitat de Catalunya, el órgano de gobierno de esta Comunidad Autónoma, una de las 17 que componen al Reino de España, prepararía una declaración de independencia. Aunque se desconocían las formas, el tiempo era un factor que se buscaba acelerar debido a que el proceso ya era inminente, a palabras de Muriel Casals durante una conferencia pronunciada en el Parlament en junio de ese año.
Para la diputada, quien falleció en febrero de 2016, Catalunya estaba lista para actuar como una nación independiente y era obligación del gobierno español respetar esa decisión: su economía era fuerte, su lengua y cultura eran independientes y su gente ansiaba libertad.
El referendum
En 2017 el movimiento cobró fuerza y también ganó opositores, pero el mayor de ellos permaneció desde su elección en 2011 como presidente del gobierno de España: Mariano Rajoy. En su cargo como dirigente del gobierno, detrás del rey Felipe VI, ha negado toda negociación para que la independencia pudiera concretarse. Y el 1 de octubre permitió ver que su voluntad era infranqueable.
Un mes antes, el 6 de septiembre, el Parlament de Catalunya aprobó una Ley que volvía vinculante la decisión del referéndum y, en caso de ganar el sí, la independencia se declararía dos días después. Pero el 7 de septiembre el Tribunal Constitucional declaró ilegal este mecanismo, por lo que el primer día de octubre la Generalitat de Catalunya instaló casillas de manera “ilegal” en diferentes puntos de la región. La pregunta era una y simple: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república?
La policía española, bajo órdenes de Rajoy, acudió a diversos centros de voto: cerró urnas, desalojó a votantes y funcionarios, golpeó a jóvenes y ancianos por igual, formó muros humanos que interrumpieron la jornada y causaron indignación internacional.
Represión de la policía española durante el referéndum del 1 de octubre de 2017 https://www.facebook.com/victor.font/posts/10155123358578667
La declaración
El 10 de octubre, Carlos Puigdemont declaró la independencia de Catalunya. Aunque su discurso mostró el deseo de un diálogo, a las pocas horas los noticiarios se preguntaban si realmente era una declaración de independencia o una renegociación de su papel como parte de España. El papel de los independentistas no era fácil: la Unión Europea declaró ilegal el proceso y países con relaciones diplomáticas con España, como México, hicieron lo mismo.
El 21 de octubre, Mariano Rajoy inició la aplicación del artículo 155, el cual faculta al gobierno español a disolver la autonomía de la comunidad de Catalunya y a tomar el control. El 29 de octubre, ya tomado el gobierno, la postura de los medios no catalanes fue aún más evidente que en los días anteriores: “El gobierno ya manda en Cataluña”, anunció La Voz de Galicia; “Catalonia: The end of ‘process’”, compuso El País en su editiorial.
Poco a poco, los independentistas vieron la necesidad de planear nuevas estrategias. Había más enemigos, Rajoy demostró que usaría la fuerza, Pudgemont escapó a Bruselas para participar nuevamente en las elecciones –hecho que le fue criticado en los noticiarios más por el gasto que representaba- y el panorama económico se volvía más turbio: diferentes empresas migraron del territorio y para finales de 2017 el Banco de España reportó la salida de 31.400 millones de euros.
Las protestas
Principalmente en Barcelona, han sido diversas las protestas que buscan la libertad de presos políticos, que suman 25 dirigentes independentistas hasta el momento. El 23 de marzo fue agregada Carme Forcadell, expresidenta del Parlament. La mitad de estos presos es acusada de rebelión.
Sin embargo, dos de las protestas que han causado eco fueron la del 25 de febrero y del 25 al 27 de marzo.
En febrero, Felipe VI visitó el Ayuntamiento de Catalunya y una concentración que crecía a cada momento lo esperaba con letreros de “Libertad a presos políticos” y “Muerte al rey”, entre cacerolazos y gritos. Aunque no hubo represión, las fuerzas de seguridad se encontraban armadas con garrotes y acordonaron el área. El rey fue identificado públicamente como enemigo del pueblo catalán, algo que los diputados dejaron claro en las diversas entrevistas a medios los días anteriores.
Del 25 al 27 de marzo ocurrieron diversas manifestaciones para demandar la liberación de Carlos Puidgemont, de los presos políticos, y otros reclamos de independencia. En algunas de ellas, como la ocurrida el 27 en la tarde y noche desde la estación de trenes Sants Estació a la avenida Diagonal, la presencia policial intervino con intimidaciones.
27 de marzo, manifestación en Diagonal, una de las avenidas más importantes de Barcelona: https://twitter.com/julia_regue/status/978713593410654209
Deseos de libertad
La situación de Catalunya, aunque pacífica, se encuentra inestable. Nace de un deseo de libertad histórica en la región que se ha disputado desde su fundación por parte del imperio romano; los primeros invasores fueron los Visigodos en el siglo V, quienes veían en Barcino un punto estratégico en el mar Mediterráneo.
Según el Museo de Historia de Barcelona, de los innumerables conflictos el último se dio con Francia, de donde la lengua actual toma gran parte de su vocabulario y reglas: en el siglo XVII España había cedido los territorios catalanes de El Rosellón y Cerdeña para conseguir la paz, pero las tensiones siguieron por varias décadas al intentar apropiarse de toda la región.
El 25 de octubre de 1979 parecía poner fin a esta cadena de disputas. El referéndum del Estatut d’Autonomia de Catalunya (Estatuto de Autonomía de Cataluña) permitió a Catalunya erigirse como Comunidad Autónoma de España, con un gobierno propio y con un respeto a su cultura y lengua, ésta que en tiempos del franquismo (1939-1975) había sido prohibida. Aunque el Estatut fue aprobado, el gobierno español realizó diversas modificaciones que redujeron las facultades del naciente gobierno.
Durante los últimos años, reclama Leonardo, militante de Esquerra Replublicana (partido nacido en 1931), el gobierno español ha sido particularmente injusto con Catalunya. Es la región que más impuestos aporta y a la que menos se distribuye, explica.
Como parte de una comitiva ubicada en el Parc de les Aigues, este hombre de cabello cano lucha por la libertad de los presos políticos y de la región, y contra la represión del gobierno español: “lo que no entiende [Rajoy] es que nosotros buscamos solidaridad; dime, ¿cómo podemos ser solidarios con nosotros, con los extranjeros, si el gobierno no es solidario con nosotros?”.
Leonardo enfatiza en un punto clave de su movimiento y que ha pasado desapercibido en los medios españoles: es de carácter pacífico; además, busca renegociar un acuerdo que voluntariamente aceptaron en 1979. Y lo explica de una forma tajante:
“Esto es como un matrimonio. Uno se casa, firma un contrato, pero luego la esposa dice: me voy, ya no me siento feliz; y el esposo le dice: ¡No! Aquí te quedas. Así nos sentimos nosotros, porque para que un matrimonio funcione debe haber libertad. Y España nos ha quitado la libertad aunque le hemos dicho que ya no somos felices”.
*Comunicólogo político por la UNAM. Experto Universitario en Telecomunicaciones e Internet por la Universidad Rey Juan Carlos (España). Investigador freelance sobre sociedad civil, cultura mexicana y sistemas religiosos contemporáneos. Actualmente realiza una estancia de investigación en la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona).
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