En medio del terrorismo, recordamos la Masacre de Columbine

Le preguntaron a Marilyn Manson por el asunto. A los chicos, de 18 y 17 años, se les había relacionado con la música del cantante. Algo que era falso, pero que atentó contra su carrera: La Masacre de Columbine en 1999. Por eso, se le cuestionó en una entrevista qué le hubiera dicho a los chicos de haberlos conocido, ¿hubiera habido algún reproche? “Nada, los hubiera escuchado, porque eso fue lo que nadie hizo», respondió.

Eric Harris y Dylan Klebold eran dos chicos que maquinaron abrir fuego contra sus compañeros. Llegaron a la escuela de Columbine y pusieron bombas en mochilas; éstas estarían en la cafetería. Sería lo mejor para que sus compañeros salieran corriendo y tender una emboscada.

Sin embargo, no ocurrió como se esperaba, no explotó nada por una afortunada mala activación de los explosivos. Entonces decidieron disparar fuera de su protocolo. Según registros de los testigos, al oír los tiros se oyeron los gritos de auxilio por los pasillos, fáciles para el eco de las detonaciones de las 9 mm.

Había una desventaja clara, Harris y Klebold estaban armados hasta los dientes. Más que intentar frenarlos, era huir de un tiro al blanco endemoniado. Los registros apuntan a que la peor parte fue en la biblioteca de la escuela, donde se encontraron 10 de los cuerpos que fueron masacrados. Los demás cadáveres fueron de estudiantes que corrieron por los pasillos y fueron alcanzados. 13 víctimas de escopetas y pistolas cortas.

Pero la muerte no fue lo único que dejó la masacre; 27 personas más resultaron heridas durante el incidente, tanto dentro de la escuela como intentando escapar de los agresores.

Los medios comentaron la meticulosidad de los chicos, quienes habían planeado poner coches bomba, explosivos con base en gas, además de tejer un croquis donde pasillo por pasillo sitematizarían la violencia. El año era 1990, el grunge apenas nacía. A la masacre se le relacionó con los juegos con violencia gráfica, la música de heavy metal y el uso de substancias por parte de los implicados. Otro debate que se desató fue el del control de armas.

Su plan también incluía salir huyendo a México, además de otros tantos trucos para convertir su fanatismo en una verdadera película de acción. Las armas las obtuvieron por distintas vías, se grabaron en el bosque disparándolas con sus amigos.

Otra curiosidad de la masacre fue que los asesinos documentaron prácticamente cada paso en el desarrollo de su cometido; filmaron películas caseras donde ellos eran héroes que partían a abusadores escolares y escribían página tras página de diarios donde hacían una crónica detallada de los odios sociales que unos chicos de highschool pudieran tener: contra una sociedad linda y blanca.

Si bien la Masacre de Columbine no ha sido la más “severa” de la historia norteamericana, ha trascendido por su nivel documental y por el impacto que tuvo en los debates sobre los temas controvertidos de las agendas de Estados Unidos.

Dennis Cooper, escritor de la generación X, escribió la novela Un cabo suelto, basada parcialmente en los hechos de Columbine. A su vez, el director Gus Van Sant reescribió la historia en su película Elefante, premiada con la Palma de Oro en Cannes y que retomó los hechos a través de pequeños episodios sin un orden cronológico donde dos chicos entran a una escuela y asesinan sin piedad a sus compañeros. Asimismo, el uso en la cultura popular de estas referencias se volvió particularmente sensible luego de lo ocurrido en Columbine.

Un ejemplo fue una de las escenas de la serie inglesa Utopía que causó la ira de la censura en Reino Unido por mostrar una masacre de niños en una escuela pública.

“Debiste haber visto los noticieros aquel día”, escribió Manson para la canción Nobodies, en conmemoración de la matanza. Realizó un video al respecto, y terminó declarando: “la masacre de Columbine tiró abajo mi carrera”. Pues dijo, apenas en 2015, que los atacantes no eran sus fans, pero que los medios los colocaron en esa posición.