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Viruela símica: la enfermedad que no importó hasta que afectó a los “blancos” y “ricos”
Aunque el tema de la viruela del mono o viruela símica quedó de lado en la agenda mediática de México y de los informes sanitarios en cadena nacional, el mundo ha superado los 75,000 casos detectados luego de que en mayo se diera a conocer el inicio de un brote internacional de la enfermedad.
Pese a ver cómo se desarrolla una pandemia en tiempo real con la COVID-19, la noticia del crecimiento de reportes de viruela símica tomó por sorpresa a muchos países. Sin embargo, a diferencia de la enfermedad causada por el SARS-CoV-2, la identificación del padecimiento no es reciente ya que el virus ha venido lanzando alertas desde años atrás, aunque no fueron tomadas en cuenta hasta que impactó al “occidente” pese a su diseminación en países de África.
Durante 1958, en medio de la campaña de erradicación de la viruela humana, científicos del Statens Serum Institute de Copenhague, Dinamarca identificaron por primera ocasión al monkeypox, descubriendo al causante de lo que llamaron viruela del mono. Fue en 1970 cuando esta enfermedad tuvo un cambio de importancia, dado que fue detectada por primera vez en humanos. El 1 de septiembre de ese año, un niño de 9 meses de edad fue ingresado al hospital Basankusu de la Provincia Ecuatorial de la República Democrática del Congo por sospecha de viruela humana, pero al aislar el virus que le aquejaba se observó que era el que había sido identificado 12 años atrás.
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A partir de entonces, la enfermedad comenzó a propagarse y se volvió endémica en Liberia, Ghana, Nigeria, Camerún, República del Congo, República Central de África y República Democrática del Congo. Sin embargo, en 2003 Estados Unidos fue protagonista del primer brote en humanos fuera de África por la importación de roedores de Ghana infectados con monkeypox, mismos que contagiaron a perritos de las praderas, los cuales fueron adquiridos por personas que más tarde también fueron infectados por el virus.
En Europa también se identificaron algunos casos esporádicos que estaban relacionados con viajes a los países endémicos, pero el mundo continuó sin darle mayor atención a este agente patógeno. El 20 de julio de 2017, el diario español El País publicó una entrevista a la bióloga belga Anne Laudisoit, de la Universidad de Kisangani de República del Congo, en la que dijo que esta situación seguiría igual mientras no hubiera un blanco con monkeypox y pústulas. «Si fuera en Europa ya habría vacuna. Aquí la gente entiende los riesgos, pero fuera no. Es frustrante que se ignore este asunto pese a la experiencia que tuvimos con el ébola”, expresó en esa ocasión.
Pocas semanas después una alerta se encendió en África Central luego de que el Centro para el Control de Enfermedades de Nigeria (NCDC) recibió el 22 de septiembre la notificación de un caso sospechoso de viruela del mono, algo que no sucedía desde 1978. El paciente era un niño de 11 años de edad con erupciones en la piel, malestar general y linfadenopatía. Con el paso de los días enfermaron cinco miembros más de su familia. La enfermedad avanzó al grado de que en la semana epidemiológica 48, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de la Unión Europea informó se trataba de un brote de 56 casos confirmados al 23 de noviembre, algo inusual en magnitud y extensión geográfica.
Para 2018 al menos un documento publicado en la revista Emerging Infectious Diseases, de la autoría de la epidemióloga Adesola Yinka-Ogunleye junto a otras científicas y científicos, advirtió que era probable que el brote en Nigeria tuviera varias fuentes de contagio, incluida la transmisión de persona a persona, algo nunca visto antes. Asimismo, se comenzaron a realizar secuenciaciones genéticas en pacientes de Reino Unido e Israel que permitieron ver que se trataba del mismo agente patógeno.
“El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de la Unión Europea [también] le avisó al mundo, no podemos hacer como que no sabíamos. A partir de septiembre [de 2017] empezó a haber transmisión de humano a humano en Nigeria, pero la gente dice: ‘Es allá en Nigeria’. Por eso la Organización Mundial de la Salud no quiere poner referencias geográficas [a los nombres], porque lo toma la gente muy a la ligera”, comentó Juan Antonio Montaño Hirose, doctor en Ciencias de la Vida por la Universidad de París 6 Pierre et Marie Curie, a La Hoguera .
El también también exdirector del Centro Nacional de Servicios de Diagnóstico (Cenasa) en Salud Animal del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) comentó que en la actualidad estudios, como “Caracterización filogenómica y signos de microevolución en el brote multinacional del virus de la viruela símica de 2022” publicado en la revista Nature, indican que el virus del brote internacional presenta varias mutaciones aunque es un ADN de doble cadena.
“Lo normal sería una o dos por año”, comentó, pero detalló que el artículo dice que aunque los casos de 2022 se habían agrupado primeramente con otros ocurridos entre 2018 y 2019, se encontró que el monkeypox del brote actual fuera de África tiene 50 sustituciones de nucleótidos, la mitad de ellas “silenciosas” y el resto significativas.
El nombre también cuenta
Derivado de la relevancia global que cobro la viruela símica, la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzó a pensar en nuevos nombres para esta enfermedad. De acuerdo con el experto, dado que el brote está en todo el mundo, ponerle nombres a las variantes del monkeypox como “de la Cuenca del Congo” o de “África occidental” está mal, pues ahora hay más casos en Nueva York, Estados Unidos o en España y Francia.
En la búsqueda de un nuevo nombre para la viruela del mono, las opciones no han dejado a todos satisfechos, pues reflejan nuevamente que la enfermedad no era de importancia para las autoridades sanitarias hasta que impactó a los “blancos” como planteó Anne Laudisoit en 2017. Ejemplo de ello es el nombre propuesto el médico Jeremy Faust de la Escuela de Medicina de Harvard: OPOXID-22 u Orthopoxvirus Disease 2022, mismo que calificó como «seco y carente de estigma» por ser un símil a COVID-19.
Sobre este, Boghuma Kabisen Titanji, investigadora clínica camerunesa de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, Estados Unidos criticó dicha nomenclatura en sus redes sociales. Al respecto, criticó la sugerencia de ponerle al virus el número 22 de 2022 como si fuera una enfermedad nueva y no ignorada por 50 años o más, tiempo en el cual estuvo causando sufrimiento principalmente en los países africanos.
«Cambiar el nombre es una distracción mientras no haya un movimiento para desarrollar un plan global equitativo para contenerlo», expresó la doctora el pasado 12 de agosto. Asimismo, declaró que tristemente existía una tendencia a pintar a la viruela símica como una enfermedad nunca antes vista, lo que normaliza ignorar enfermedades emergentes cuando afectan principalmente a los pobres de «lejos”.
Control del brote, triunfo no compartido con África ni América Latina
Casi un mes después, la especialista originaria de Camerún mencionó que los casos de monkeypox están disminuyendo en Estados Unidos y Europa, lo cual se está promocionando como un triunfo y testimonio de una gran respuesta. Sin embargo, señaló que esta victoria no es para las poblaciones de África occidental y central que siguen sin acceso a las mismas herramientas que han ayudado a contener el brote en curso en otros continentes.
Adicionalmente, esta señaló que, irónicamente, el brote mundial acentuó más el abandono, pues mientras que América del Norte y Europa tuvieron acceso a vacunación y pruebas de diagnóstico, estas herramientas no se compartieron con otros países. A la par, recriminó que medicamentos experimentales viables permanecieron almacenados y nunca fueron probados en África, pero ahora se han puesto a disposición de los países más ricos.
Sobre este tema también declaró para el medio el doctor Juan Antonio Montaño Hirose, quien destacó que los países no son transparentes respecto al número de dosis de vacunas que tienen contra la viruela humana. El académico e investigador explicó que actualmente esta enfermedad podría ser utilizada para bioterrorismo, incluso la misma viruela del mono, por lo que los países tienen una reserva como de guerra que es difícil que la vayan a utilizar.
Boghuma Kabisen Titanji no dejó fuera de su reflexión a América Latina al decir que continuaba viendo un aumento en los casos en la región y que esta también tiene poco para ofrecer a sus poblaciones en términos de tratamiento o vacunas. “El objetivo aquí para los países ricos es «aislar». ellos mismos del brote, pero no es así como funciona nada de esto”, advirtió.
https://twitter.com/Boghuma/status/1577619193272336386
Ello no está fuera de la realidad, ya que la presidenta de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne, informó que más de 45 mil casos han sido notificados en el continente americano al 12 de octubre, lo cual significaba ya el 63% de los casos mundiales. Al respecto, dijo que la mayoría de los diagnósticos se habían hecho en Estados Unidos, pero que había ya centenares de infecciones en Brasil, Colombia y México.
De acuerdo con datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), al 21 de octubre tenía registro de 75,348 casos de viruela símica a nivel mundial. Dentro del top ten de países con mayor identificación de los mismos están cuatro latinoamericanos: Brasil (8,860) en el segundo lugar; Colombia (3,110) en el séptimo; Perú (2,913) en el octavo; y México (2,468) en el noveno.
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