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Cultura

Una gala de futuras estrellas de la danza

Foto: Guillermo Galindo

El Encuentro Bienal 2019, organizado por la Sociedad Mexicana de Maestros de Danza, concluyó en el Palacio de Bellas Artes con la Gala de Premiación y Clausura del XIV Concurso Nacional de Ballet Infantil y Juvenil (CNBIJ) con una exhibición de quienes pueden ser las futuras estrellas de la danza mexicana a escalas nacional e internacional.

La gala fue el punto de convergencia para el cierre de las tres actividades del encuentro, bajo la dirección de Irasema de la Parra: el concurso, la Muestra Coreográfica “Gustavo Herrera” y el curso de verano “Debrah Wayne”, en ellas que participaron niños y jóvenes de entre ocho y 18 años, divididos en cinco categorías, según su rango de edad.

El programa de la noche del jueves 25 de julio fue organizado en cuatro momentos: la interpretación de los ganadores, la presentación de las obras premiadas en la Segunda Muestra Coreográfica, la participación de cinco bailarines invitados y el cierre de la gala a cargo de todos los concursantes, con la coreografía Sol en la Tierra, de Eva de Keijzer.

Si se pensara en términos de metodología, la disposición de los números dentro del programa correspondería al progreso de la técnica que se logra con la disciplina y el trabajo constante a lo largo del tiempo, pues así como un paso prepara para el siguiente de mayor dificultad, los bailarines en formación fueron apareciendo en escena según el grado de complejidad en su ejecución.

Foto: Guillermo Galindo

Entonces, en este orden, la gala dio inicio con la presentación de los más pequeños y fue desarrollándose progresivamente hasta mostrar a los ejecutantes de mayor edad y con mayor conocimiento de la técnica.
Con la primera actuación, el público pudo advertir el alto nivel que están alcanzando los ejecutantes a edades muy tempranas, lo cual no sólo habla de cuerpos pequeños con enormes cualidades para la danza, sino también de la calidad de los maestros que los están formando.

Ejecuciones limpias con líneas claras, diversidad de temas con vestuarios ad hoc y música ex profeso, hicieron gala de toda una labor de curaduría detrás de cada coreografía. De tal manera que la selección fue la adecuada para la edad, el avance técnico y la personalidad de cada uno de los intérpretes. De este modo, dentro de la función, los temas fueron viajando de lo concreto de los primeros años hacia lo abstracto y complejo de los últimos.

Fue una primera parte llena de colorido y variedad en donde fue posible observar cómo la técnica de la danza clásica atraviesa los cuerpos y los va transformando a su paso. Cómo, de ser una práctica lúdica y paulatina, casi natural en sus inicios, se convierte en una forma de vivir y de interpretar la realidad.

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Y en esta lógica, los niños comenzaron jugando con temas mucho más cercanos al mundo de la vida cotidiana: el espacio exterior, la naturaleza, días de campo, la fiesta, México… Más adelante, luego de los primeros bloques, los jóvenes aparecieron con otros motivos y nuevas inquietudes: búsqueda, identidad, decisión; al mismo tiempo también, fue más común ver la interpretación de papeles que pertenecen al repertorio clásico del ballet.

Todos los ejecutantes, aun los más pequeños, se colocaron en escena con un aplomo y una proyección escénica de admirarse. Seguros, confiados en su trabajo y en la memoria del cuerpo que busca la perfección.

Con actuaciones únicas habitaron el escenario en toda su extensión; algunos de tal modo que cautivaron al público por la entrega y el carisma con el que interpretaron cada uno de los movimientos que componían su danza.

En un segundo momento, se presentaron las dos obras premiadas durante la Muestra Coreográfica, caracterizadas por su dinamismo, la vitalidad de sus movimientos y su constante experimentación con el espacio.

Más tarde, cinco bailarines invitados, tres de los cuales fueron premiados en diversas ediciones del Concurso. Leslie Fuentes, demi-solista en el Ballet de Monterrey y medalla de plata en el CNBIJ, así como su compañero Daynier Rivero, también demi-solista de la misma compañía, bailaron el pas de deux Aguas Primaverales, con la coreografía de Asaf Messerer y música de Serguéi Rachmaninov.

Foto: Guillermo Galindo

Ivana Bueno Garcés, medalla de oro en tres ediciones del CNBIJ y mención como la bailarina más destacada en una, actualmente, bailarina del English National Ballet en Londres, bailó la variación de La Esmeralda, con la coreografía de Jules Perrot y música de Cesare Pugni.

Finalmente, cerraron este tercer momento de la gala los bailarines Braulio Álvarez, medalla de bronce en el CNBIJ; solista, coreógrafo y maestro del Ballet de Tokio, y su compañera Mamiko Kawashima, primera bailarina del Ballet de Tokio con una coreografía del mismo Braulio, Cuando regrese, y música de Heinrich Baermann.

Para cerrar el programa dancístico, hicieron su aparición todos los participantes del concurso en la coreografía de grandes dimensiones, Sol en la tierra, a cargo de Eva de Keijzer, directora artística del concurso.
La velada terminó con la entrega de los premios a los tres primeros lugares de cada categoría y, posteriormente, con la entrega de becas de las diferentes instituciones involucradas en el Concurso, para que los ganadores puedan asistir a diversas estancias, talleres o cursos en el extranjero.

Para esta su XIV edición, el Concurso Nacional de Ballet Infantil y Juvenil se ha convertido en una plataforma para promover e impulsar el desarrollo de la danza en México. Un sinnúmero de niños y jóvenes han bailado entre los distintos escenarios que han albergado al encuentro, y, para muchos, esta experiencia se transformó en la oportunidad que los perfilaría hacia horizontes más lejanos.

Destacados bailarines de talla internacional, muchos de los cuales actualmente bailan en el extranjero, pasaron por ahí. Tal es el caso de Elisa Carrillo, primera bailarina del Ballet Estatal de Berlín; Isaac Hernández, primer bailarín del English National Ballet; Luisa Díaz, quien fuera integrante del Ballet de Zúrich y bailarina principal del Ballet Béjart de Lausanne; Esteban Hernández, bailarín principal de San Francisco Ballet; Diana de León, de Les Grands  Ballets Canadiens; Braulio Álvarez, solista del Ballet de Tokio; Alonso Tepetzi, en el Joffrey Ballet; Rocío Alemán, solista del Ballet de Stuttgart; Ricardo Urbina, del Ballet de Hamburgo, e Ivana Bueno, del English National Ballet, entre otros.

En el XIV Concurso Nacional Infantil y Juvenil, organizado desde 1995 por la Sociedad Mexicana de Maestros de Danza, participaron 187 estudiantes de ballet de diversos estados del país y de edades desde los 8 a los 18 años.

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