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“Ser normalista en Guerrero es absolutamente una evolución de la familia”: senadora panista Kenia López Rabadán

“Ser normalista en Guerrero es absolutamente una evolución de la familia”: senadora panista Kenia López Rabadán

La panista Kenia López Rabadán, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, dijo que los 43 estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre de 2014 en Iguala representaban para sus familias una “mejoría” o “evolución” al haber llegado a normalistas.

“Ser normalista en Guerrero es absolutamente una evolución de familia, es conseguir que tu hijo no esté —no es en demerito— en la siembra, esté en la normal con la posibilidad de ser maestro. Es absolutamente trascedente”, dijo la legisladora y consejera nacional del PAN.

López Rabadán cerró la presentación de la segunda edición del libro colectivo de periodistas Ayotzinapa. La travesía de las tortugas. La vida de los normalistas antes del 26 de septiembre de 2014, en la que participaron Homero Campa, subdirector del semanario Proceso; Santiago Aguirre Espinosa, abogado y director del Centro Prodh; la sicóloga social Ximena Antillón Najlis; Nadia Sanders y Juan Omar Fierro, coautores de la edición.

Diputada local capitalina y luego diputada federal durante el sexenio de Felipe Calderón, López Rabadán destacó el “trabajo de periodismo profesional” del colectivo Marchando con Letras, para “humanizar” 47 historias de jóvenes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, entre ellos los 43 desaparecidos, y de sus familias en Guerrero.

Criticó el “discurso o alineación de algunos o de muchos medios de comunicación por denostar” a los estudiantes y dijo que el gobierno en turno —sin precisar que fue el de Enrique Peña Nieto— “decidió estructurar una verdad histórica y no una de hechos”.

“Se alinearon desafortunadamente muchos medios de comunicaciones, o a lo mejor muchas plumas para contar una mala historia, me parece que vale la pena contar una buena historia de estos jóvenes, sin duda”, expuso en el Senado la legisladora sin exponer ningún nombre.

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Ante esa situación, coincidió con Homero Campa en que se trata del mayor reto que enfrenta el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y planteó la necesidad de “reescribir” la historia de los normalistas asesinados y los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

“Es necesario reescribirla. Quienes conocemos Guerrero y varios estados de la república, sobre todo en el sur, que un joven esté en la normal es absolutamente trascendente. A ver, libraron ir a la primaria, a la secundaria, están en la normal; libraron no solamente no estar en el campo, no sé, en esta informalidad del trabajo; rompieron, y yo diría hasta generacionalmente… Para un chavo en Guerrero ir a la normal es un gran, gran, logro familiar, la posibilidad de sus padres de dejar ir a sus hijos para que sean mucho mejores.

“Es una expectativa lógica del ser humano que sus hijos sean mejores, que sus nietos sean mejores. Afortunadamente, en nuestro país todos los aquí presentes tendremos una mejor historia que la que tuvieron nuestros padres, abuelos o bisabuelos. De manera personal, mi abuela no votaba, nació y no votaba, mi madre tuvo una cocina económica y yo soy senadora de la república. Y así cada uno de nosotros seguramente tiene una historia absolutamente personal en la que su vida va evolucionando”, expuso en el Senado.

Además, sostuvo que el gobierno de López Obrador “se juega la credibilidad” si no encuentra a los normalistas desaparecidos.

Antes, Santiago Aguirre Espinosa, abogado y director del Centro Prodh, dijo que en las librerías hay una docena de títulos sobre la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, pero señaló que son “pocos tan entrañables” como el preparado por Marchando con Letras, trabajo colectivo de un grupo de periodistas que tras la tragedia “avizoró la necesidad de contar las historias de los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, que habían sido desaparecidos, lesionados o ejecutados”.

Créditos: José Juan De Ávila

“Esa decisión que tuvieron de ir a las comunidades de los estudiantes, recoger sus historias, prestar oído a sus familias y después contar quiénes eran y quiénes son estos estudiantes es digno de celebrarse y de reivindicarse al menos por dos razones muy concretas: la primera, porque nos permite conocer quiénes son las víctimas detrás de esta historia (…); y la segunda razón por la que es muy relevante este libro es porque ha terminado siendo el argumento más sólido contra la criminalización que se pretendió hacer de los normalistas”.

En este último punto, dijo que el libro se contrapone al filme que circuló en cines nacionales con más difusión que cualquier otra cinta mexicana, en la que se presentaba a los normalistas como miembros de la delincuencia organizada con una capacidad de organización que rebasaba la de cualquier operador connotado del narcotráfico.

“Frente a estas narrativas que se inculcaron desde el poder en el anterior sexenio y que casan muy bien con una visión que tenemos en el país en la que siempre hacemos a las víctimas propiciatorias de su propia desgracia, este libro reivindica la identidad individual de los normalistas”, expuso Aguirre Espinosa, quien se ha dedicado por lo menos dos décadas a la defensa de los derechos humanos en el país desde diferentes trincheras.

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