Incendiario
Sea quien sea, la tienen ganada
Con una decisión sorprendente, el Tribunal Electoral determinó que Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón no serán los candidatos de Morena a la gubernaturas de Guerrero y Michoacán. Entre el júbilo de la oposición, poco se menciona que el nombre en la boleta del 6 de junio poco o nada le importa a la ciudadanía, siempre y cuando venga junto al logo del partido oficial. Particularmente en estos dos estados, donde aún sin candidato ya tienen ganada la elección.
Este martes, horas antes de que el Tribunal Electoral emitiera su sentencia definitiva después de un proceso más parecido a un partido de ping pong con el INE que a un procedimiento jurídico, el diario español El País, ese que solo escribe para defender los intereses de la Corona y busca a toda costa derrocar a la cuatroté, publicó sus análisis sobre la intención de voto en la mitad de los estados que elegirán nuevo gobernador en poco más de un mes.
Morena, ahora ya sin candidato oficialmente nombrado, sigue cómodamente a la cabeza de las preferencias del electorado guerrerense. Aun respaldando a un perfil con cinco denuncias de violencia sexual y que no cumplió con las normas de fiscalización que el mismo partido reclamó tras el fraude de Enrique Peña Nieto en 2012, la marca oficial sigue estando 15 puntos arriba del bloque PRI-PRD, dos partidos mortalmente detestados en el estado.
La historia se repite en Michoacán, donde encuestas de El Financiero y Milenio, otros dos diarios que se distinguen por los elogios recibidos desde el púlpito mañanero, posicionan a Morena con casi 10 puntos más que Va Por México. La controversia de Morón incluso habría permitido al partido oficial recuperar los pocos puntos que le costó la salida de Cristóbal Arias a Fuerza Por México, propiedad del senador Ricardo Monreal vía su ‘prestanombres’ Pedro Haces.
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Aquí lo más importante es la confirmación de que a la ciudadanía no le podría importar menos el nombre de su próximo gobernador. Lo realmente importante son las siglas, la marca política, el poder votar una vez más por Andrés Manuel López Obrador, si bien de manera indirecta al elegir a un representante de su bloque. El personaje en cuestión, sus propuestas, sus antecedentes y su prestigio personal son secundarios.
Por el contrario, parecería que el jaloneo por las candidaturas de Salgado y Morón dio una nueva razón de ser a Morena. En 2018, la misión era sacar del poder a la mafia. En 2021, la misión será retener el poder para culminar la labor de purificación y deshacerse de una vez por todas de esas migajas neoliberales que quedan en instituciones como el INE y el Tribunal Electoral. Vamos, esta polémica le dio a Morena algo que la oposición no ha podido: un rival al cual enfrentar.
No por nada, apenas se conoció la sentencia que mataba las ilusiones de los no-candidatos, los incontables seguidores del primer mandatario en las benditas redes sociales comenzaron a impulsar las tendencias #VotoMasivoMorena y #JuicioPolíticoACórdovaYMurayama. Apenas un día antes, el propio López Obrador comenzó a alebrestar a las masas al decir que los consejeros electorales lo querían llevar preso, algo fuera de sus facultades y capacidades.
En este momento lo de menos es lo demás. Quienes serán los candidatos emergentes deja de ser un tema crucial al saber que, sea quien sea, tiene ganada la elección. De alguna manera, similar a lo que ocurrió con las controversias mismas. Morena no podía no salir ganando. Si les regresaban los registros, salían avante por haber doblado al INE. Si no, salían revitalizados y con sus bases de simpatizantes firmes para arrasar nuevamente en las urnas.
Por tales motivos, resulta hasta cierto punto ocioso ponerse a especular quiénes serán los nuevos abanderados. Más porque, en los reacomodos que se hacen al interior de Morena, todos los suspirantes buscan hacer su luchita. De ahí que día tras día emerjan filtraciones al respecto. Sean Luis Walton y Blanca Piña, Beatriz Mojica y David Soto o Adela Román y Alfredo Ramírez, qué comodidad saber que llegas pre-electo a la cita del 6 de junio.
Por cierto, chico papelón se apuntó el magistrado presidente José Luis Vargas al ser el único voto a favor de mantener la candidatura de Salgado Macedonio, es decir, votando en contra de las propias leyes que rigen el Tribunal que preside. Lo bueno es que, para el caso Morón, la magistrada Mónica Soto le hizo compañía. Ojalá les de consuelo saber que eso de seguir las leyes o hasta la Constitución misma es algo que ya ni la Suprema Corte hace.
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