Pues los góbers sí pagan para que les peguen

“No pago para que me peguen”, la frase inmortalizada por José López Portillo al poner a raya a los periodistas que se pasaban (sin saber lo que les sucede), también vive su cuarta transformación de la mano de Andrés Manuel. Lejos de los reporteros, son ahora los góbers del país quienes están descubriendo lo que es, literalmente, pagar para que les peguen. Públicamente, cada quince días, y por una buena millonada.

Como elocuentemente expresó el priísta Pepe Nacho Peralta, góber de Colima, cada paseíto de Andrés Manuel por sus estados cuesta alrededor de millón y medio de pesos, salidos del erario de sus estados, pero bajo el control de la dependencia en turno, usualmente la Secretaría del Bienestar. A diferencia de sexenios pasados cuando el gobierno federal pagaba todo los relativo a los eventos de Peña Nieto o Calderón Hinojosa. Por lo que los mandatarios solo tenían que preocuparse por verse bien en la foto.

Si bien a ningún góber debe gustarle la idea de desembolsar más de un millón cada que el presidente va a ser ovacionado y aplaudido por los ciudadanos de los estados. Mucho menos que, en cada uno de los eventos, no pueden faltar las rechiflas, insultos y mentadas contra los mandatarios. Vamos, ni los morenistas Cuitláhuac García, Rutilio Escandón, Adán Augusto López y Cuauhtémoc Blanco se salvan del calor del respetable.

Pagar por que les peguen debe ser una experiencia que poco abona al ideal de reconciliación y fraternidad que, por lo menos en discurso, Andrés Manuel y los mandatarios dicen defender. Y es que ese millón no regresa fácilmente a las arcas, más si consideramos que, en realidad, no se luce en los eventos. Las instalaciones, equipos, seguridad y logística ya son parte de las administraciones estatales, no tendrían por qué representar un cargo extra. Es como si nadie pudiera ver esos milloncitos.