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Nación

Peña Nieto, “acorralado”, defendió su legado

Foto: Captura de video (Carlos Montesinos)

Enrique Peña Nieto dio su mensaje con motivo de su sexto y último informe de gobierno en Palacio Nacional como Presidente de la República. El aún primer mandatario estuvo flanqueado, o acorralado, por los presidentes del Congreso de la Unión Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres, a quienes reservó sus únicos saludos de mano al llegar al presídium.

A su izquierda, Muñoz Ledo resguardaba la frontera entre Peña Nieto y su gabinete. A la derecha Batres hacía lo propio con los gobernadores del país. Por si esto fuera poco al frente, donde el público incluía a varios de sus allegados y colaboradores, se encontraba Yeidckol Polevnsky, presidenta del Movimiento Regeneración Nacional.

En medio de un ‘triángulo de las Bermudas’ Peña Nieto enlistó los que llamó los logros de su sexenio, arrancando por el Pacto por México que le permitió impulsar sus reformas estructurales. Irónicamente, este acuerdo entre PRI, PAN y PRD fue lo que ayudó a fortalecer los primero chapoteos de ese tsunami llamado Morena que el primero de julio arrasó con su gobierno.

. . . y no aplaudieron

El público, a manera de despedida, aplaudió en repetidas ocasiones el discurso de Peña Nieto. Incluso le fueron dedicadas un par de palmadas de cortesía por parte de los mandatarios estatales contrarios a su mandato, particularmente los de Acción Nacional y ‘El Bronco’. Muy distinto al frío trato que le dieran los presidentes de las cámaras de Diputados y de Senadores.

Prácticamente al principio Peña Nieto reconoció la labor de la Fuerzas Armadas y las corporaciones policiacas durante su sexenio, ocasionando que los presentes ovacionaran de pie. Muñoz Ledo y Batres permanecieron herméticos, inmóviles, con la mirada al frente.

Después, al enlistar las bondades de la reforma educativa que hace apenas unas semanas el presidente electo Andrés Manuel López Obrador sentenció a muerte en ese mismo recinto, los conatos de aplauso no encontraron eco. Algo que el senador Batres detectó y dejó escapar una sonrisa.

El discurso transcurrió, a ratos Muñoz Ledo cuchicheaba con el canciller Luis Videgaray y Alfonso Navarrete, secretario de Gobernación. Similar a lo que hacía Batres con el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Luis María Aguilar. Los únicos breves aplausos que los legisladores le concedieron a Peña Nieto fueron cuando este felicitó y deseó suerte a López Obrador. Por lo demás, indiferencia total.

Advertencias para ‘ya sabes quién’

Entre la defensa de su sexenio Peña Nieto dejó ir varias advertencias para el futuro, incluyendo un par que, sin dejarlo en claro de manera explícita, iban dirigidas al presidente electo. Particularmente en los ámbitos económico y de relaciones exteriores.

Enalteciendo la estabilidad macroeconómica del país y su “sexenio del empleo” Peña Nieto lanzó su primer dardo. Sentenciando que el correcto manejo de las finanzas públicas es una necesidad clara, aunque se deban tomar decisiones impopulares, ya que unos cuantos errores pueden “derrumbar en días lo que se tardó años en construir”.

Después, al mencionar las acciones de México como parte del Grupo de Lima, intentó defender la postura de su gobierno ante Venezuela. Por lo que pidió “no confundir la autodeterminación con la indiferencia” que, en estos casos, sería un sinónimo de neutralidad.

Las despedidas

Abandonando la plaza el presidente desfiló ante su gabinete, el cual le aplaudió de pie, para posteriormente despedir a los gobernadores presentes. Siendo los más efusivos con Peña Nieto Alejandro Moreno, de Campeche; Omar Fayad, de Hidalgo, y su primo Alfredo del Mazo, del Estado de México.

Como era de esperarse fueron los empresarios más acaudalados del país quienes robaron cámara en la despedida de Peña Nieto una vez que bajó de su templete. Carlos Slim de Grupo Carso, Emilio Azcárraga de Grupo Televisa, Germán Larrea de Grupo México y el presidente del Consejo Coordinador Empresarial Juan Pablo Castañón estrecharon la mano del presidente a su despedida.

En un papel más discreto estuvo presente Claudio X. González. Además del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México Enrique Graue, Jesús Ochoa, secretario general de la Asociación Nacional de Actores, y la activista Isabel Miranda de Wallace. Todos los cuales se apresuraron a la salida una vez terminó el informe.

Flanqueando a Polevnsky se encontraban Alberto Anaya, líder del PT, y Manuel Granados, del PRD, de quienes Peña Nieto se despidió de manera fugaz. No así con sus antiguos aliados Carlos Puente, del Verde que la semana pasada terminó públicamente con el PRI, y Luis Castro, del semidesaparecido Nueva Alianza, a quienes les dedicó varias palabras.

También acudieron ex-secretarios de Estado de Peña Nieto, a quienes aludió en repetidas ocasiones, como fue el caso Miguel Ángel Osorio Chong, quien lideró la Segob gran parte del sexenio y hoy hace lo propio con los senadores del PRI. Así como Virgilio Andrade, quien fungiera como secretario de la Función Pública.

De la legislatura que culminó arribaron Emilio Gamboa y César Camacho, coordinadores tricolores en ambas cámaras. Mientras que de la actual se dieron cita los tres últimos presidentes del PRI: el diputado Enrique Ochoa Reza, su coordinador René Juárez Cisneros, y la senadora Claudia Ruiz Massieu, recientemente ratificada al cargo.

La presencia de lo que queda de la plana mayor del PRI recalcó aún más la ausencia de una de las figuras primordiales del tricolor, Manlio Fabio Beltrones. Quien ha mantenido un perfil bajo desde las elecciones.

Las ausencias

Además de “El Jefe Manlio” tampoco asistió José Antonio Meade, quien ocupara tres secretarías de Estado bajo el mando de Peña Nieto y a quien buscara sustituir. Tampoco se percibió la presencia de Aurelio Nuño, encargado de ejecutar la preciada reforma educativa del presidente y de dirigir la fallida campaña electoral.

Otra ausencia notable fue la del panista gobernador de Chihuahua Javier Corral, quien se enfrascó en más de una disputa pública con el gobierno de federal de Peña Nieto. Siendo la más reciente la posible liberación del priista Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, acusado de desfalcar al erario del estado para beneficiar al tricolor.

Entre los aplausos de sus allegados, la indiferencia de sus sucesores y los ojos de los mexicanos Peña Nieto se despidió a su manera. Los gestos de brazos abiertos, abrazos y aplausos a los que recurrió durante seis años marcaron el cierre de su gobierno. Una rutina bien ensayada, sin el más mínimo cambio.

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