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Incendiario

No basta con que alguien no gane

Foto: Cuartoscuro

Concluyeron las campañas y el país entra en los días de guardar antes de las “elecciones más grandes de la historia hasta ahora”. Unas campañas bastante mediocres, aun para los mediocres estándares electoreros de México. Además de la violencia y la frivolidad, lo que permeó en estos meses no fue la intención de ganar por parte de las principales fuerzas políticas, sino su incesante campaña del miedo y la vergüenza para que la otra no ganara.

Empecemos por Morena, porque se perfila a sacar nuevamente el mayor número de legisladores y alrededor de 10 gubernaturas. Claro, el “vota todo Morena” sigue siendo uno de los gritos de batalla más redituables, hasta para los que no integran el partido oficial. Sobra ver que encaminó al Verde, esa veleta símbolo de la corrupción electorera, al mejor resultado de su historia. Ni qué decir del PT, un membrete que, salvo el registro, carece de todo lo que forma a un partido.

Pues bien, este “vota todo Morena” se sostiene en dos piernas. Una es el presidente López Obrador y la otra es la consigna de “que no regresen los corruptos de antes”. Con un dogmatismo que ya envidiarían muchos televangelistas estadounidenses, el partido oficial y, sobre todo, sus simpatizantes no permiten cuestionamiento o crítica alguna. Eso no solo es un ataque, es hacerle el juego a la oposición, es traición a la patria.

Del otro lado del pasillo, tenemos ese extraño experimento llamado Va por México. Ese con el que el PAN, abrumado por la incompetencia de su dirigencia, decidió dejar la estafeta como cabeza de la oposición al PRI, que recibe una bocanada de aire puro por parte de su otrora rival. El PRD solo está ahí porque no podía estar en otro lado y es tan chiquito que no se podría quedar solo, se fuera a perder. Así que nomás está contento con participar.

Pues bien, esta alianza también sustentó toda su campaña en “ponerle una destrucción del país”. Sus impulsores, benefactores, beneficiarios y simpatizantes de este frente hacen su mejor esfuerzo por emular el dogmatismo morenista. Ante el sensato señalamiento de que que hoy tratan de revivir a esos que, en efecto, iniciaron la destrucción del país, pues en automático esgrimen que se le está haciendo el caldo gordo al régimen.

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Por ahí abajo, con no más de un cinco por ciento de la intención de voto, aparecen los osados de Movimiento Ciudadano que se venden como la tercera vía que nos va a salvar del pasado inmediato que es Va por México y el pasado antiguo que es Morena. Un discurso que quizá les sirva para levantar un poco, pero no termina de convencer a quienes los ven como “satélites del PRIAN” o “esquiroles de AMLO”.

De nuevo, su narrativa de que los otros dos pierdan para ser una tercera vía se cae a pedazos al señalarles que, en los espacios que han ganado, han cometido los mismos atropellos que Morena, PRI, PAN, PRD. Principalmente porque, para hacerse con estructuras, abrió sus puertas a cuantos morenistas, priistas, panistas y perredistas sin espacios en sus partidos pudieron. Pero, de nuevo, cuestionar esta estrategia resulta una “campaña sucia” para los naranjos.

Entre las campañas del miedo y el intercambio de acusaciones, como que falta algo. Sí, lo que se supone que deberían ser las campañas. ¿Qué modelo de país propone Morena? El que diga AMLO. ¿Qué propone Va por México? El que no diga AMLO. Bastante ilustrador y edificante este ejercicio. Todo lo que se salga de ese binomio es herejía, falta de amor a la patria. En resumen, el proceso electoral de este año fue tan útil para la vida democrática como un paracaídas en un submarino.

Ni caso hablar de los otros tres membretes irrelevantes que solo entraron al juego electoral para hacerse con los recursos públicos y demostraron ser inservibles con candidatos que solo saben hacer dos cosas: bailar en TikTok y declinar por alguien de Morena o el PRI. Organizaciones fraudulentas que llegaron por vías fraudulentas a participar en campañas fraudulentas. Si tenemos suerte, es decir, un buen porcentaje de votación, el lunes dejarán de costarnos.

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