Metrópoli
Marcha del Silencio recorre la capital 50 años después
Una vez más, una marcha del silencio ensordecerá las calles de la Ciudad de México; en ella los asistentes buscarán justicia, diálogo y reivindicación de sus peticiones, a través de su mutismo como forma de protesta ante las agresiones sufridas por alumnos de la UNAM la semana pasada, en un símil y en conmemoración con el movimiento estudiantil de 1968 en el país.
Uno de los puntos a los que llegó la Asamblea Interuniversitaria la semana pasada fue la realización de una movilización que partiría del Museo Nacional de Antropología hacia el Zócalo en el Centro de la capital (aproximadamente 6 kilómetros). La cita sería a las 16:00 horas.
Luego de haber tratado de constituir un pliego petitorio general con las exigencias de 41 escuelas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde a grandes rasgos se pedía mayor seguridad en los planteles y una perspectiva de género para el planteamiento de la misma, los participantes de la Asamblea acordaron paros y marchas durante los próximos días y semanas.
Por lo cual, la marcha del silencio del 13 de septiembre del 68 se replicaría, así como también se haría una el 26 de septiembre haciendo un llamado a las autoridades federales para entregar acciones concretas sobre el caso Ayotzinapa.
Un contingente, saldrá este día de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, a partir de las 14:00 horas, al ser uno de los planteles que encabeza la organización universitaria.
¿Por qué es tan simbólica para los movimientos estudiantiles?
El trayecto fue el mismo, y las razones por las que se hizo, parecidas: se estaba violentando a estudiantes que protestaban pacíficamente.
Tras el desalojo implacable de la Plaza de la Constitución (Zócalo), en el que ocurrieron detenciones arbitrarias, brutalidad policíaca y diversos enfrentamientos entre manifestantes y el Heroico Cuerpo de Granaderos, además del Ejército Mexicano, los estudiantes se propusieron a hacer una marcha para mostrar su descontento, pero no sería convencional: esta vez no gritarían consignas ni expresarían sus demandas, sino que irían en total silencio.
Con las bocas tapadas con cintas adhesivas en forma de ‘X’, sin pronunciar palabra alguna, la comunidad estudiantil buscaría dar cuenta del inexistente diálogo de las autoridades, y en cambio de su propósito de silenciarlos. También sería una forma de demostrarle a los sectores más conservadores de la sociedad y a la opinión pública en general, que no se trataba de un movimiento ilegítimo, sin fundamento y lleno de «revoltosos», de «agitadores», de «ruidosos».
Se calcula que hubo una asistencia de entre 200 y 250 mil personas, entre las cuales también se encontraban distintos tipos de civiles, que se unieron a los contingentes en el transcurso del camino.
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