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Cultura

¿Locura con la Sinfónica de Minería?

Foto: José Juan de Ávila.

En menos de 24 horas, la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM) se presentó en dos conciertos de gala en la sala Nezahualcóyotl de Ciudad Universitaria y uno más maratónico al otro lado de la capital, en Palacio de Bellas Artes, además de ofrecer el sábado un ensayo abierto.

La orquesta que dirige Carlos Miguel Prieto, también cabeza de la Sinfónica Nacional (OSN), cerró su temporada de verano en la sala universitaria con un doble Réquiem, de Giuseppe Verdi, el sábado 31 de agosto y el mediodía del domingo 1 de septiembre, con, además, encores del coro “Va, pensiero”, de la ópera Nabucco, del compositor italiano.

La Orquesta Sinfónica de Minería en la Sala Nezahualcóyotl. Foto: José Juan de Ávila

La misma tarde del domingo, a las 17 horas, apenas tres horas después de la segunda gala, toda la Sinfónica de Minería se trasladó al Centro Histórico de la capital para su presentación con el trompetista venezolano Pacho Flores, que junto con el ensamble universitario sería parte de un maratón de cuatro conciertos para su instrumento, más dos de las piezas más interpretadas del repertorio nacional: el Danzón número 12 y Huapango.
Cada gala duró, con el encore, alrededor de dos horas. Y el concierto con Flores, igual.

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A todo ello hay que sumar que durante la semana que inicia, la OSM hará historia al grabar con Pacho Flores, para la Deutsche Grammophon, los cuatro conciertos para trompeta que tocaron el domingo en Bellas Artes, en lo que significa el debut de una orquesta latinoamericana con el sello alemán, y con música de compositores vivos de la región.

El venezolano, que con una firma española rediseña las trompetas, ya ha grabado con la Deutsche Grammophon sus álbumes Cantar (2016), Entropía (2017) y Fractales (2018).

En las galas con el Réquiem, fuera del programa de temporada con ocho conciertos, la OSM tuvo como solistas de lujo internacionales al bajo barítono Kevin Deas, la soprano Joyce El-Khoury, la mezzo Susan Platts y el tenor Kang Wang, además de los coros Vocal Essence Ensemble Singers, de Philip Brunelle, y el de la OSM, que dirige Samuel Pascoe.

El público no abarrotó la Nezahualcóyotl como en otras ocasiones, pero salió feliz. De ahí, los músicos de la sinfónica se trasladaron a Bellas Artes, encabezados por Prieto, reconocido como Director del Año 2019 por la más que centenaria revista estadounidense Musical America (fundada en 1898), la concertino Shari Mason y el cello William Molina.

Ahí, los aplausos ya esperaban al trompetista venezolano, que ha venido al país una decena de veces, la más reciente el año pasado cuando estrenó el Concierto de Otoño, de Márquez.

Pacho Flores se ganó al público de Bellas Artes como solista del Concierto de otoño para trompeta y orquesta, del mexicano Arturo Márquez; el Concierto venezolano para trompeta y orquesta, del cubano Paquito D’Rivera (estreno mundial); las Crónicas latinoamericanas para trompeta y orquesta, del argentino Daniel Freiberg, y Mestizo, concierto para trompeta, del uruguayo Efraín Oscher, además de con simpatía y carisma.

El programa de obras dedicadas a Pacho Flores por Márquez, Paquito D’Rivera, Freidberg y Oscher incluyó el Danzón número 2, de Márquez, y Huapango, de José Pablo Moncayo.

Varias sorpresas aguardaban a quienes asistieron a ese concierto maratónico histórico: el estreno mundial del espectacular concierto de Paquito D’Rivera, la interpretación del programa por parte de Pacho Flores con 12 trompetas distintas rediseñadas por él y una firma español, la presencia de los compositores Daniel Freiberg y Arturo Márquez, quien además dirigió a la OSM en la intepretación de su Danzón número 2, que cumple 25 años.

El concierto del uruguayo Oscher, Mestizo, mezcló música popular latinoamericana, y terminó con una salsa que sirvió de una suerte de catársis a los músicos de la OSM: William Molina dejó a un lado su violonchelo y sacó a bailar a una de sus compañeras.

Pero el público es sádico. Quería más. Carlos Miguel Prieto regresó al atril y prometió un encore, pero antes destacó que Pacho Flores dio una master class para 400 trompetistas mexicanos durante esta su nueva estancia en México y preguntó al respetable cuántos músicos de ese instrumento había presentes: solo de las lunetas del primer piso se puso de pie casi la mitad, en su mayoría jóvenes, pero también artistas ya maduros y hasta ancianos.

El director mexicano dejó a Pacho Flores elegir el pilón y, emocionado y hasta haciendo chistes, éste dijo que tocaría el vals Morocota, que le gustaba mucho a su madre, y que en su visita del año pasado ya había interpretado con la Sinfónica Nacional dirigida por Prieto.

“La morocota era una moneda venezolana que decía Estados Unidos Venezolanos, era de la época en que éramos felices los venezolanos y no lo sabíamos”, explicó entre risas Pacho Flores, una de las estrellas internacionales que surgieron del Sistema de Orquestas de Venezuela, junto con los directores Gustavo Dudamel y Domingo Hindoyan.

Y después de ese encore, el público, sádico, quería más, pero ahí se acabó el concierto.

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