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Lo que diga su dedito

Lo que diga su dedito
Foto: Cuartoscuro

Andrés Manuel López Obrador, ya como presidente, está acostumbrado a que se haga lo que diga su dedito. El apoyo popular lo respalda y es la única figura política a nivel nacional que puede presumir de tener una base activa lo suficientemente amplia como para darse ciertos lujos. Por ejemplo, tirar línea desde sus mañaneras al Congreso de la Unión y a la Suprema Corte de Justicia en apenas un par de semanas por temas contrarios a su proyecto.

Ya aquí se habló del caso de la Auditoría Superior de la Federación y su Cuenta Pública 2019, en particular por lo mal parado que queda David Colmenares tras el jaloneo por las ‘cuentas alegres’ del NAIM. Que si el gobierno terminó pagando tres veces más de lo proyectado por la cancelación, que si fue una campaña de los adversarios, que si las cuentas estaban mal y usted disculpe, que siempre no estaban mal y el método utilizado es válido. Dimes y diretes, pues.

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En ese tenor se suma el caso del juez Juan Pablo Gómez Fierro, a quien ya señala públicamente y exige, u ordena, sea investigado por suspender temporalmente la reforma eléctrica mientras continúa el proceso de amparo. Si la decisión del juzgador fue veloz, la reacción desde Palacio Nacional compitió del tú a tú y la respuesta desde lo más alto del Poder Judicial llegó en un elegante tercer lugar en voz de su presidente, Arturo Zaldívar.

Más allá de la corrupción que existe, porque no hay duda, en el Poder Judicial, lo más destacable de esta situación es la manera en la que el presidente hace frente a los problemas que va encontrando en su camino. Mostrando músculo, alebrestando a sus masas y sentenciando sin dubitaciones que todo responde a una macroofensiva orquestada por aquella oposición que, al mismo tiempo, es insignificante y omnipotente, según el discurso.

La operación fue la misma. Bajo el argumento de la transparencia, hizo pública su inconformidad con una carta dirigida al Dulce María Sauri y Arturo Zaldívar, presidentes de la Cámara y Corte, exigiendo que se investigue a aquellos que han roto los códigos de conducta de la cuatroté. Usando como principal argumento la indudable corrupción ejercida y aumentada durante el ‘periodo neoliberal’, porque de ‘tata’ Cárdenas a López-Portillo no existía, claro.

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En el caso de Gómez Fierro justifica los señalamientos de su dedito mediante el turbio récord de terceros. Claudio X. González, cliente de las mañaneras, por ser el principal opositor a su gobierno y haber lanzado su buró jurídico. Así como al ministro en retiro José Ramón Cossío, afín a los gobiernos que perjudicaron directamente al hoy presidente. Esas fueron sus pruebas, pero del juez en cuestión, nada, ningún argumento, sin embargo es el investigado.

Por si fuera poco, el presidente luce su trofeo de caza: la cabeza de Eduardo Tomás Medina Mora, uno de los duros del régimen que tuvo que salir corriendo del cómodo puesto en la Suprema Corte. Incluso recuerda que es la primera renuncia al máximo tribunal en 26 años, apenas la tercera desde la Revolución. Entre líneas, el mensaje al Poder Judicial es simple: o se aclimatan, o los aclimato. Si pudo con el secretario-procurador-embajador-ministro, ¿con quién no?

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Al mismo tiempo, insiste en que el Estado de Derecho y el debido proceso son meras excusas, siempre amparado en que su autoridad moral es más válida que cualquier ordenamiento jurídico. Como si no hubiera sido el desdén de los gobernantes por la ley, bajo los argumentos hechizos que hubieran empleado, lo que terminó por dinamitar desde dentro al Estado. Sin ley, siempre se valdrá ‘robar poquito’ y llegar ‘haiga sido como haiga sido’.

Por más que López Obrador predique que el Ejecutivo ya no es el ‘poder de los poderes’ y se excuse en que los anteriores se pasaron de lanza, el hecho concreto y duro es que, en cosa de unas semanas, su dedito señaló lo que no le gusta y, de inmediato, el Legislativo y el Judicial respondieron. Hoy tanto el auditor que investigó o fabricó los datos del NAIM como el juez que atiende la reforma eléctrica están bajo la lupa y, ciertamente, en clara desventaja numérica.

*Las posturas y opiniones plasmadas en esta columna son exclusivas de su autor, por lo que no necesariamente reflejan las de La Hoguera.mx

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