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Cultura

La metamorfosis del Nobel de Literatura

Miguel Ángel Teposteco

En el comienzo el Nobel de Literatura era un premio más bien de corte académico. Se tomaba en cuenta por ejemplo a filólogos e historiadores, como Theodor Mommsen en 1902, “el más grandioso maestro con vida del arte de la escritura histórica, con una especial referencia a su obra monumental, Historia de Roma”, diría la Academia Sueca.

Para el nuevo siglo, ya eran importantes los elementos audiovisuales, como los del francés Patrick Modiano, quien ganó: “Por el arte de la memoria con la que ha evocado los más inasibles destinos humanos”, escrito en novelas y con una prolífica producción de guiones cinematográficos.

Sara Danius, secretaria permanente de la institución, ha sido llamada por medios internacionales como la renovadora de la premiación, pues en su periodo de actividad escritores como Mo Yan (China), Orhan Pamuk (Turquía), Doris Lessing (Inglaterra) y el músico Bob Dylan (Estados Unidos) han sido galardonados en medio de conflictos políticos en sus respectivos países.

Sumado a esto, se ha considerado a líderes de movimientos sociales específicos como el feminismo, como la controvertida elección de la escritora austriaca Elfriede Jelinek en 2004, cercana a la ficción transgresiva y erótica, y por la cual el miembro Knut Ahnlund renunció a la academia por considerar a la autora “pornográfica” y lejos de la escritura formal y estética.

El caso más resiente fue el de Kazuo Ishiguro, quien aparece en el contexto del cierre del Brexit, como dato significativo siendo inmigrante en el auge de grupos conservadoras en Europa. Recibió el premio por haber descubierto “el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo”.

Un caso reciente que dio de qué hablar fue la elección de nuevos géneros literarios que han obtenido legitimidad, como el periodismo y la poesía musical.

En 2015 Svetlana Aleksiévich fue una elección controvertida a partir de las políticas discriminatorias de Vladimir Putin, pues la bielorrusa trata en sus textos la discriminación de las mujeres en los conflictos bélicos.

Como complemento se premió en 2013 a la canadiense Alice Munro por su manejo del cuento corto, género que varios escritores pidieron premiar, en especial, en la obra de Jorge Luis Borges. “Me da vergüenza recibir el premio que (él) no llegó a recibir”, dijo Vargas Llosa para el diario El Comercio en Perú el año que fue galardonado (2010).

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