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Cultura

Ignacio Anaya García y la serendipia de los nachos

Ignacio Anaya García y la serendipia de los nachos

En 1943 se introdujo un producto novedoso a los cines, a los estadios, e incluso bares, eran unos totopos con queso derretido y jalapeños, toda América se deleitaba con su sabor y si una persona despistada preguntaba cómo se llamaban, sólo le respondían «nachos».

Era 1895 en el municipio de Acuña, en el estado de Coahuila, el matrimonio Anaya tuvo un varón al que nombraron Ignacio. Creció y trabajó en esta entidad hasta que conoció a María Antonieta Salas con quien estuvo casado 18 años, se mudo a Piedras Negras donde tuvo una familia de 9 hijos.

Anaya García trabajaba como camarero en el Club Victoria en Coahuila, ahí mientras se encontraba en su turno, un grupo de mujeres entró al lugar para disfrutar de su noche, hambrientas y con ganas de divertirse, solicitaron a Ignacio un aperitivo para apaciguar el hambre.

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Fue en ese momento que el camarero, tras no encontrar al cocinero en turno, se dirigió a revisar qué podía prepararles a las mujeres del lugar. Su ingenio le hizo tomar unos totopos y chiles jalapeños, pero faltaba algo con qué aderezar, fue que encontró el queso el cual derritió y puso encima.

El platillo estaba terminado, dudoso sin saber si le gustaría a aquellas esposas de militares, lo llevó a la mesa y para su sorpresa quedaron fascinadas por el delicioso sabor de su creación. Mientras comían, las mujeres preguntaron el nombre de la exquisitez culinaria que probaban, a lo que Igancio pensó rápidamente y respondió: «Los especiales de Nacho»

Con gran velocidad los nachos llamaron la atención hasta que se incluyeron en el menú del restaurante. Tanta fue la popularidad de Ignacio y su especial que 17 años después, Anaya inauguró su propio local llamado «El Nacho».

Muchos restaurantes adoptaron el platillo para servirlo en sus establecimientos. Fue así que los nachos se volvieron tan populares al punto de tener un día para sí mismos, el Nacho Fest de Piedras Negras.

Ignacio Anaya falleció en 1975, tras años de éxito y sin patentar su receta, porque ese momento de serendipia le hizo creer que sólo era un bocadillo.

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