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Metrópoli

«Está complicada la situación”: Covid-19 deja sin clientes a peluquerías y estéticas

Foto: Especial

La pandemia continúa arrojando panoramas difíciles para los distintos sectores económicos de la CDMX puesto que, si bien ha avanzado la reapertura económica, negocios como peluquerías, salones de belleza y estéticas han reiniciado sus operaciones con pocos clientes acudiendo a sus servicios tanto por miedo al Covid-19 como por falta de recursos.

La calle de República de Cuba tiene en una de sus primeras cuadras la peluquería «Manolo» donde trabaja don Juan Orozco, quien cuenta cómo desde los 12 años comenzó como «chícharo» para ayudar en un establecimiento sobre la calle Allende, lugar donde sus maestros le enseñaron todo para que a los 17 años se convirtiera en un peluquero profesional.

Juan contó a La Hoguera que tristemente desde finales del mes de marzo tuvo que suspender sus servicios hasta hace apenas 15 días; sin embargo, señala que la situación económica continúa siendo difícil puesto que en estas primeras dos semanas del reinicio de su negocio únicamente suele arreglar a 1 o 2 clientes diariamente, por lo que puede describir a estos días como una situación difícil.

«Antes eran como 6 o 7, diez cuando estaba la cosa buena pero ahora con esto incluso ninguno. Yo he hablado con los clientes que tengo en mi agenda y me dicen ‘No, después voy, aquí mi esposa me da una emparejadita en lo que se quita esto'», cuenta quien presume ser casi homónimo del célebre pintor mexicano y explica que él entiende que esto ocurre debido a que aún muchos tienen miedo de acudir puesto que los cortes de cabello implican casi un contacto forzoso entre cliente y servidor, aunque él use un cubrebocas desde que ve llegar a una persona a su local.

«Manolo» es una de las peluquerías de la CDMX que ha reiniciado sus actividades tras la aparición del COVID-19

La Universidad Johns Hopkins recomienda que en caso de necesitar ir a peluquerías o salones de belleza se haga una espera del turno al aire libre o en su automóvil, advirtiendo que, en todo caso, tanto el peluquero, estilista, manicurista y los clientes deben usar un cubrebocas para evitar contagios de Covid-19, tesis que quedó comprobada en el mes de junio cuando se reportó que dos estilistas que tuvieron Covid-19 en Missouri, Estados Unidos, no infectaron a ninguno de los 140 clientes que atendieron tan solo por utilizar una mascarilla.

“Está complicada la situación”, insiste Juan, aunque creyendo que como va de “salida” a sus 73 años se encuentra con un panorama un poco menos difícil que si estuviera joven o si tuviera hijos, ya que el hecho de vivir únicamente con su esposa ha aminorado el impacto de la pandemia en su economía, pero esperando que la emergencia sanitaria ceda puesto que desea que el par de años que piensa seguir en el negocio tenga trabajo.

No obstante, el peluquero cuenta que debido al cierre de su local por varias semanas tuvo que echar mano de sus ahorros para solucionar un problema personal pero que tras acabárselo necesitaba ya volver a trabajar para poder tener dinero nuevamente.

Juan comentó que actualmente también sus ingresos están limitados puesto que únicamente puede abrir cada tercer día y de 11 a 5 de la tarde por instrucciones del gobierno, algo que si bien pudiera ser molesto también reconoce que la situación lo exige y no solamente es un deseo de las autoridades.

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“Ellos ven las estadísticas, yo lo entiendo, el presidente nos está cuidando”, dice sobre el semáforo federal y respecto al subsecretario Hugo López-Gatell expresa que aunque sus indicaciones vayan en su contra para continuar abriendo está de acuerdo en lo que dicta porque es una manera de cuidarse, sobre todo para personas como él que por su edad deben hacerlo mejor, añadiendo que aún a sus 73 años tiene muchos planes que con la pandemia quedaron pausados.

Este comenta que nunca le había tocado vivir algo parecido puesto que tras el sismo de 1985 únicamente tuvo que cerrar su peluquería luego de que en una de las calles cercanas había fugas de gas debido a tuberías rotas y había el riesgo de un incidente mayor, pero que su paro de labores tardó entre 10 y 15 días solamente.

Por último, José cuenta que por desgracia se ha enterado ya de varios casos dentro de su congregación, de modo que él se siente afortunado por continuar adelante y agradecido con quienes dan voz a su gremio.

Conocer la situación de este sector es necesario puesto que el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) señala en su Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas que actualmente hay 222 mil 860 de estos negocios en todo México. Sin embargo, aunque no se especifica el número de empleados, en 2018 el Instituto informó que la población ocupada como peluquero, estilista o una ocupación similar ascendía a poco de 316 mil personas.

Otra es historia que confirma la falta de clientela es la de Alejandra, una trabajadora del salón de Belleza Gaby, ubicado en la calle José María Marroquí del centro de la CDMX, quien declara, ante la pregunta de las afectaciones que ha visto en el negocio, que se ha afectado «muchisísimo» hasta en los clientes y su economía puesto que por ahora no tienen dinero y no van.

Esta sostiene que no tienen un número exacto de cuántas personas podían atender por día puesto que todo varía de acuerdo a la situación, pudiendo haber «mucho o nada», pero que por el momento hay días en que en toda una jornada solamente reciben 2 o 3 clientes pero que sin duda las solicitudes de sus servicios han bajado.

Como precaución y para tranquilidad de quienes quieren visitarlas, Alejandra comenta que para empezar ahora todo se maneja con citas, habiendo un número al cual se tienen que comunicar para agendar su llegada, en tanto que estando ya en el lugar se les ofrece gel, se les toma la temperatura y deben pasar por un tapete sanitizante para limpiar su calzado.

Por fortuna, esta comparte que al momento no han tenido a nadie que se rehúse a acatar dichas medidas de higiene para cuidarse de un posible contagio de Covid-19, pero contemplando no atender a quienes tengan una temperatura mayor a 37 grados para evitar un riesgo.

Sus medidas comenzaron a ser implementadas desde el 3 de junio, cuenta Alejandra, detallando que durante 3 meses tuvieron que bajar sus cortinas.

«En la economía nos fuimos para abajo, estamos tratando de sobrevivir», declaró para La Hoguera finalmente antes de señalar que por lo menos en su caso no tuvieron que hacer ajustes en el personal y continúan laborando las dos personas como antes de la emergencia sanitaria.

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