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Cultura

“Dulces son las dulzuras. Las dulzuras del pecado»: J. Joyce

James Joyce, mítico escritor, tenía un dolor muy agudo en el estómago que no lo dejaba a en paz, para encontrar alivio acudió a un hospital en Zurich; la causa de su enorme malestar, una úlcera gástrica que había reventado.

Era 13 de enero de 1941 los ejércitos aliados, así como los pertenecientes al eje, aún se debatían fieramente  por el control de Europa; el Reino Unido -madre patria del escritor- seguía aturdida por el bombardeo alemán a Londres; mientras, en tierras neutrales, Joyce perdía la lucha en contra de la peritonitis debida a su úlcera que le había causado no sólo un intenso dolor, sino también un estado de coma durante un día.

Aquel día murió en el exilio un escritor irlandés que sería parteaguas dentro de la literatura moderna y cuya obra más famosa es la travesía homérica pero de corte mental y donde el fluir de conciencia de un personaje llamado Leopold Bloom nos lleva a lugares recónditos y extraños; hablamos del «Ulises», obra que este año cumple 100 años de haber sido publicada, pero ¿qué conoces del autor y de su obra?

James Joyce nació el 2 de febrero de 1882 en el seno de una familia de clase media en Dublín, Irlanda. Era el mayor de 10 hermanos, dos de los cuales murieron a causa de la tifoidea. Fue criado en un ambiente familiar eminentemente católico, a pesar de ello el escritor mantuvo un marcado distanciamiento de dicha fe.

Alrededor de los cinco años de edad, Joyce fue atacado por un perro, ello despertaría en el un miedo desenfranado e irracional hacia aquellos animales «cinofobia».

Habiéndose graduado en 1902, decidió mudarse a Paris y estudiar medicina, a pesar de ello abandonó la escuela sin dejar de residir en dicha ciudad hasta 1903, cuando recibió un telegrama de su padre pidiéndole que volviese pues su madre moría de cáncer.

Después del suceso, Joyce volcó su vida al alcohol y al placer carnal, estilo de vida que, sumado a malas decisiones financieras, dificultó su solvencia económica durante el resto de su vida.

El escritor se mantenía dando clases, haciendo críticas literarias, publicando, o bien, cantando pues era un tenor que ganó una medalla en Irlanda por su canto (medalla Ceis Feolin).

James, junto con Nora, su pareja se autoexiliaron en Suecia de 1904 a 1920. Regresarían años después al país , después de haber residido en Francia e Italia, hasta el final de sus días y donde permanecen hasta hoy sus tumbas, una al lado de la otra.

Joyce tuvo dos hijos con Nora, Lucia y Joyce, y un nieto, producto del incesto entre hermanos, a quien le heredaría todos sus bienes y regalías por sus obras.

Tras haberse terminado la primera guerra mundial, Joyce viajó a Paris y fue allí donde publicó «El Ulises»; obra que lo catapultaría a la fama y lo consolidaría dentro del campo literario de la época como figura de renombre dentro del paradigma estético de la época.

El padre de Joyce moriría en 1931, sin haber sido visitado en su lecho de muerte por su hijo. Meses después, un James arrepentido escribiría el poema Ecce Puer (en español significa «Miren al niño»).

Joyce murió el 13 de enero de 1941, en Zurich.

Su obra más famosa, y quizás la más controversial este año cumple 100 años de haber visto la luz, sin embargo ¿qué es lo que la hace tan famosa?

Primeramente, hay que señalar que la obra sigue durante un día a su protagonista Leopold Bloom, sin embargo no hace un seguimiento en el plano temporal y típicamente espacial convencional; Joyce prefiere, en cambio, relatar los sucesos y devenires que ocurren dentro de la mente de Bloom sin que se vea la intervención del autor, técnica que se conoce como «fluir de conciencia».

En la Odisea de Homero, Ulises debe afrentar un sinfín de aventuras en contra de seres míticos, mágicos e incluso en contra de la voluntad de los dioses, todo para volver a su amado reino «Ítaca» y poder yacer junto su esposa. En el libro de Joyce, en cambio, nos enfrentamos a una persona que tiene que realizar una lucha quizás más dificil, contra sí mismo: sus deseos, miedos y demás construcciones internas.

El libro, sin embargo posee una dificultad en su construcción que vuelve la lectura complicada y enredada; las ideas de Bloom fluyen, pero como todo pensamiento no sigue un proceso aparentemente lógico. Por demás, la novela no resalta por su trama o su historia, sino por las sensaciones , entre ellas el desconcierto, que la genera en el atrevido lector.

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