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A Fuego Lento

Desencuentros en Palacio: las reglas del juego han cambiado

Foto: Especial

Aun con la rudeza que el propio Andrés Manuel López Obrador reconoció ha caracterizado las recientes conferencias de prensa matutinas, el hecho de que un presidente comparezca ante representantes de los medios es algo inédito y muy sano para el país.

Es válido que los medios exijan libertad de expresión pero lo es también que AMLO reclame su derecho de réplica y señale lo que a su parecer es información imprecisa y reporte lo que considere es de interés público.

Los desencuentros de López Obrador con la prensa no son novedosos, pero escalaron a raíz del operativo en Culiacán, hecho que desató un sinfín de especulaciones y versiones provocadas en parte por la información imprecisa que en un primer momento dieron las autoridades tras los hechos de violencia que pusieron en vilo a una ciudad que no tiene por qué sufrir primero por la existencia de grupos criminales y segundo por las fallas cometidas por fuerzas federales que debieron anticipar la reacción de un operativo de tal envergadura.

La detención de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, y su posterior liberación ante la amenaza de grupos que sitiaron la ciudad y provocaron el caos, incluso la fuga de decenas de criminales de alta peligrosidad, han sido algunos de los momentos más difíciles que han debido afrontar el gabinete de seguridad y el gobierno en general, y pusieron a prueba no solo la apertura de AMLO sino la capacidad de los medios de distinguir entre hechos e imágenes reales de versiones malintencionadas e imágenes falsas difundidas por cuentas de redes sociales de dudosa autenticidad.

El enfado de AMLO es entendible al igual que el malestar de los periodistas que fueron víctimas, como nunca antes, de ataques, descalificaciones y ofensas de quienes lanzaron los hashtag prensa corrupta, prensa sicaria y prensa prostituida. Tal vez lo más bajo sea que se califique de sicario a uno de los gremios que tiene el infortunio de contar con decenas de víctimas de la violencia, entre ellas Miroslava Breach, Javier Valdez y Regina Martínez, por citar solo unos nombres.

Sin embargo resulta paradójico que en esta especie de feedback quienes exigen mayor apertura y libertad busquen contener al jefe del Ejecutivo, quien se ha empeñado en mostrarse diferente a sus antecesores y la conferencia de prensa mañanera ciertamente lo distingue de los mandatarios del PRI y PAN.

Como el propio López Obrador dijo este viernes, luego de disculparse y negar que hubiera sido su intención comparar a los periodistas con animales, son otros tiempos y no debería extrañar que los señalamientos pueden ser de un lado u otro. Es un ejercicio sano y sería recomendable que los medios, incluso más que los periodistas o quienes laboren en ellos, reconozcan que también pueden ser objeto de escrutinio siempre que rija la veracidad.

Entonces, hablando en términos boxísticos, esa pretensión de los medios de sentirse exentos de críticas, equivaldría a sostener una pelea desigual en la que solo a uno de los contendientes se le permitiera tirar golpes y el otro tendría que esquivarlos o, en el peor de los casos, recibirlos.

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