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A Fuego Lento

AMLO: el inalcanzable pedestal moral y el decimosegundo mes de mañaneras

Foto: Twitter

Andrés Manuel culminó una semana convulsa con una sentencia de que el pueblo, su pueblo, no tolerará un golpe de Estado. Nunca es buena señal que un presidente hable de este tema, mucho menos que lo tome a la ligera, pero la estrategia aquí es otra. Lo que él hace es apelar a lo que siempre ha dicho que es lo vital en su programa político: la autoridad moral.

Desde ese inalcanzable pedestal, arranca el decimosegundo mes de sus mañaneras, habiendo hecho rabiar al pueblo que, ahora, considera este el único canal legítimo de información veraz.

El tema del ‘Culiacanazo’ ha sido áspero para Andrés Manuel y su gobierno, pero encontró su manera para sacar una tajada política. Una volada de La Jornada, Televisa y también aquí, La Hoguera, en donde se daba por hecho que Ovidio Guzmán fue disfrazado de militar para ser trasladado durante los enfrentamientos con el Cártel de Sinaloa. Versión que creció solo porque, como el mismo Durazo decía cuando era vocero de Fox, la prensa habla cuando el Estado calla.

Esa volada se mezcla con el discurso oficial de proteger vidas y al acto histórico de poner a un secretario de la Defensa a dar una conferencia de prensa sobre un operativo fallido, en un coctel perfecto para Andrés Manuel. La cuestión dejó de ser lo precipitado del operativo o el que, aún con línea del tiempo en mano dos semanas después, sus secretarios dieran versiones opacas y contrastadas. No, lo importante es que los medios mintieron.

Incluso, le convino más que esa primera plana fuera de La Jornada, el diario que lo cobijó al grado de darle un escritorio en su redacción a manera de despacho cuando recién arribó a la CDMX procedente de Tabasco. Porque, ahora, hasta a ellos puede arrojar a las vías del tren para impulsar su discurso de que los medios, todos los medios, buscan hasta el más minúsculo detalle para criticarlo. Poniendo la pifia del ‘Culiacanazo’ a la par de, digamos, aquella foto de sus zapatos sucios.

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 Noviembre, bendito mes que inicia con Todos los Santos y acaba con San Andrés, arranca con el presidente en lo más alto de su pedestal moral y defendiendo a ultranza que las únicas verdades son las que él dispara desde el impoluto púlpito de sus mañaneras, desde donde también se defiende de esa jauría de chacales sin bozal que son los reporteros. Al menos así arranca el decimosegundo mes de mañaneras.  

Y es que ese pedestal moral es tan alto que, desde ahí arriba, Andrés Manuel ve como iguales a los ‘conservadores’ de ahora, absolutamente desaparecidos y desdibujados, que a los del siglo pasado que orquestaron el golpe contra Madero, que a dictadores como Hitler, Franco y Pinochet. Sin empacho, difunde estas igualdades, porque ‘quien controla el presente, controla el pasado, y quien controla el pasado, controla el futuro’, Orwell dixit.

Así maquila Andrés Manuel sus golpes y contragolpes. Retoma a los tiranos ‘de moda’ en sus benditas redes sociales: Hitler (el villano favorito de todos), Franco (recientemente exhumado del Valle de los Caídos), y Pinochet (invocado a danza loca por la crisis chilena). Y los pone en línea con Huerta, por ser quien derrocó y asesinó a Madero, el Apóstol —por no decir mártir— de la Democracia. Con quien, a su vez, se equipara a sí mismo y su cruzada transformadora.

Finalmente, y casi como si formaran parte de la estrategia presidencial, La Jornada le dio a Andrés Manuel una bala más para su artillería. Publicar, a 8 columnas y un mes después de que fue pronunciado, el inquietante discurso del general Gaytán Ochoa, subsecretario de la Defensa de Felipe Calderón, en donde manifiesta el descontento de un sector de las Fuerzas Armadas con el ‘resentido’ gobierno actual. A pedir de boca para alguien que vive advirtiendo al pueblo de todos los males que acechan en cada esquina y cada rincón.    

Así, con la paranoia del golpe de Estado esparcida entre quienes ya temían un hecho así y las rabietas de quienes se sienten ofendidos por las alusiones, Andrés Manuel llegará a su mañanera de lunes. De nuevo se subirá a ese inalcanzable pedestal moral y proclamará verdades absolutas que solo son absolutas porque, quienes las cuestionan, no pueden ser mejores que Huerta, Franco, Hitler o Pinochet. Ciertamente vivimos tiempos de canallas.

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