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Desde 2013 encuesta de UNAM reveló que 52% de académicos atestiguaron algún plagio de tesis
Desde diciembre de 2013, es decir, hace nueve años, una encuesta realizada por el Programa Universitario de Bioética de la propia Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reveló que 52 por ciento de los académicos de la máxima casa de estudios dijo haber sido testigo de que alguno de sus colegas plagiara su tesis o tesina de licenciatura, maestría o doctorado.
Pero, ¿por qué a nueve años de realizado dicho estudio denominado “Reporte de encuesta sobre percepción del plagio en la UNAM” no se tomaron cartas en el tema? De acuerdo con los propios 8 mil 920 encuestados (2 mil 610 académicos y 6 mil 310 estudiantes de bachillerato, licenciatura y posgrado), ellos no se atreven a denunciar porque consideran que solamente en el 1 por ciento de los casos existen sanciones, mientras que en el 62 por ciento nunca hay un castigo.
Ahora, tras dado a conocer el presunto plagio en el que habría incurrido la ahora ministra Yasmín Esquivel Mossa en 1987 cuando era estudiante de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, año en el que habría copiado la investigación de tesis de otro estudiante de la Facultad de Derecho Édgar Ulises Báez y motivo por el que la propia Universidad desde el pasado 11 de enero ya resolvió que sí es culpable de plagio pero aún no le dan una fecha definida para acceder al derecho de réplica y presentar su propia versión.
Ello pese a que la coordinadora de tesis en aquel momento, la maestra Martha Rodríguez Ortiz, realizó una “confesión” en la que asegura que la autora original del trabajo escolar es Esquivel Mossa pues esta habría iniciado la tesis en 1985 —un año antes de que Báez la defendiera ante sus sinodales—, porque aún le faltaba concluir de realizar su servicio social, motivo por el que presuntamente habría demorado en presentarla ante los catedráticos.
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Pero, más allá de la determinación que tome la UNAM de si se quitará o no el título de licenciatura a la ministra por incurrir en actos graves de ética, como lo ha señalado el rector Enrique Graue Wiechers, aún queda la interrogante de qué se hará con los casos de plagio que el 52 por ciento de catedráticos y 12 por ciento de estudiantes dijeron haber atestiguado.
En tanto, la encuesta también reveló que pese a que el 90 por ciento de los catedráticos tenían claro que es importante reconocer el mérito de los autores originales citando correctamente el trabajo tomado como referencia y no adjudicárselo, lo cierto es que no solamente declararon haber sido testigos del plagio de tesis, sino que también aseguraron que el 49 por ciento de sus colegas habían copiado publicaciones de divulgación como artículos de opinión; mientras que el 47 por ciento dijo tener conocimiento de que sus similares habían plagiado publicaciones especializadas como artículos para revistas, libros, científicas, entre otras. Mientras que el 30 por ciento dijo que sus colegas copiaron textos o documentos institucionales como los planes de trabajo para dirigir una facultad.
Además, los profesores participantes del sondeo aseguraron que 5 de cada 10 académicos vuelven a presentar trabajos pasados como si fueran nuevas investigaciones; en tanto que 4 de cada 10 copian frases o párrafos de trabajos de otras personas para presentarlos como suyos. Cuatro de cada 10 mezclan información de varias fuentes para presentarlas como propias o copian glosas de autores interpretadas con sus palabras y las presentan como suyas. Tres de cada copian textos completos de otros autores y los hacen pasar como suyos.
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El revelador trabajo de cómo se dan los casos de plagio en la universidad rankeada en el número 7 de las mejores de América Latina, explica que las razones por la que los académicos incurren en prácticas antiéticas es debido a que se encuentran presionados por publicar textos para mantener su nivel de estímulos académicos, seguido de porque “son deshonestos” y no quieren hacer un esfuerzo; en tercer lugar está porque quieren aparentar que son muy productivos y así competir con otros profesores.
En los tres últimos sitios se encuentran que en la legislación universitaria no se considera una falta grave el plagio; la otra es que los profesores usan información que casi nadie conoce y en último lugar porque dicen que “no está mal visto por la comunidad académica”.
Pero los profesores no son los únicos que han identificado que sus colegas plagian textos de tesis, tesinas, trabajos especializados o divulgación, entre la comunidad de estudiantes también ellos mismos han detectado que sus compañeros recurren a estas prácticas.
12 por ciento dijo que sus compañeros han copiado sus tesis o tesinas, mientras que 84 por ciento han plagiado trabajos parciales o finales; 26 por ciento publicaciones de divulgación científica y 15 por ciento han copiado publicaciones especializadas.
Tanto profesores como estudiantes coincidieron en que no denuncian los casos de plagio de los que han sido testigos por miedo a tener represalias de las personas a las que denuncian y porque si los denunciados resultan ser protegidos de las autoridades universitarias con poder, es un riesgo que no vale la pena correr, y ante ello, “prefieren la crítica verbal y el chismorreo para evitar meterse en problemas”. Además de que precisan que dentro de la comunidad universitaria “piensan que no es grave y que muchos lo hacen”.
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