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Nación

Zapata revivió, con todo y rebelión, de la mano de AMLO

Andrés Manuel López Obrador ha mostrado admiración por distintos "héroes" de la historia de México, entre ellos Emiliano Zapata
Foto: Especial

Enviado. Morelos.— A cien años del asesinato de Emiliano Zapata el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió rendirle un homenaje a su memoria y lucha en su natal Morelos. Donde el pueblo, entre muestras de apoyo, le extendió un fuerte reclamo para que, como el Caudillo del Sur, saliera en su defensa ante lo que considera el abuso de gobernantes y sus «achichincles extranjeros».

En Ayala, «la casa de El Jefe», Andrés Manuel citó a altos mandos del gobierno federal, estatal y local para iniciar el homenaje a Zapata. Comenzando por la firma del decreto que plasmará el rostro del caudillo en toda la papelería oficial durante el año y que se complementará con todo tipo de talleres, foros, festivales y demás iniciativas para recordar la causa zapatista.

El protocolo marchaba como todos los mítines de Andrés Manuel desde que asumió la Presidencia de la República hace menos de dos meses, con los cánticos y porras de la gente como banda sonora. Incluyendo la firma del decreto en la que lo acompañó el gobernador Cuauhtémoc Blanco, representantes de los poderes Legislativo y Judicial y autoridades municipales de Ayala.

Sin embargo, toda ceremonia y solemnidad terminó cuando tomó el micrófono Jorge, nieto directo de Zapata, y quien apenas un día antes en Palacio Nacional le recordó a Andrés Manuel que “la silla presidencial está embrujada, quien se sienta en ella pierde la razón y el sentido, se olvida de quién lo puso ahí”. Misma razón por la que su abuelo nunca busco sentarse en ella.

Asegurando que Andrés Manuel tiene las agallas para recomponer el rumbo del país, Jorge, haciendo las veces de vocero de los pobladores, pidió su ayuda para cancelar la planta termoeléctrica de la localidad. Argumentando que es “un problema muy grande que no lo creó el pueblo ni los ejidos de Ayala. Lo creó el gobierno corrupto de Calderón y Peña Nieto”.

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Incluso arremetió en contra del jefe de la oficina de ‘El Cuauh’, José Manuel Sáenz, el ‘españolete’, como lo bautizó Yeidckol Polevnsky. Recordando que Zapata luchó por tierra y libertad y agua, asegurando que siempre han sido de los campesinos, “esa termoeléctrica, que jamás se le debió de haber ocurrido al gobierno federal y a sus achichincles extranjeros, nunca la pedimos y nunca la vamos a dejar trabajar”.

Invocando la memoria de su abuelo, Jorge pidió que, frente al puedo de Ayala, Andrés Manuel se comprometiera a cancelar de una vez por todas la planta. El presidente entró en reunión de emergencia con Cuauh, Sáenz y su equipo en el mismo templete, frente al público, desde donde se gestaba la más reciente rebelión zapatista en contra del gobierno.

Tocó el turno de Andrés Manuel, vitoreado, para dar su mensaje. Recordó el legado de Zapata, las lecciones que aprendió de su gesta revolucionaria y reconoció el sacrificio hecho por el caudillo. Incluso, hizo mención de que, al ser elegido por los campesinos de Morelos para encabezar su movimiento, Zapata se limitó a preguntar si lo respaldarían. “Sí, solo fájate bien los pantalones”, fue la respuesta del pueblo.

El presidente terminó por mencionar el barril de pólvora en el que fue sentado y, como resultado, pidió un mes de plazo para analizar la situación de la planta. Esto ya que, argumentó, se han invertido 20 mil millones de pesos del presupuesto, “del dinero del pueblo”, para su construcción. Así como que pertenece a la Comisión Federal de Electricidad que, igualmente, “es una empresa del pueblo y ya no se va a privatizar”. Sin embargo, estas aclaraciones no bastaron para calmar la rebelión.

Pensando en voz alta, como él mismo lo dijo, Andrés Manuel propuso alternativas a la cancelación, partiendo de proteger el medio ambiente y el agua. Por ejemplo, “que Ayala y todo Morelos pagara la mitad de la tarifa de energía eléctrica, por ejemplo, o Ayala, donde está la termoeléctrica nada y que los excedentes se comercialicen a bajo precio en Morelos”. Ideas que no satisficieron al pueblo, el cual dejó clara su inconformidad.

Andrés Manuel reiteró que solo necesitará un mes para buscar opciones antes de volver ahí, a la casa de El Jefe, para presentar más de una salida al conflicto y que sea el mismo pueblo el que decida qué sucederá con la planta. Aunque también dejó entrever que, como en las consultas que hizo en el pasado, él ya sabe que opción apoyará. Aun así, la promesa le bastó para recuperar el aplauso de la gente.

El evento terminó con Andrés Manuel siendo coreado y aplaudido, pero con el compromiso de solucionar un problema que, minutos antes, no era parte de sus prioridades. De esta manera, con el programa de homenajes en segundo plano debido a la rebelión de sus herederos, quienes se codearon con el pueblo y el Presidente de la República al mismo tiempo, el Caudillo del Sur inició su año porque “¡Zapata vive, la lucha sigue!”.

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