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Nación

Pandemia en tiempos de AMLO: politización, cubrebocas y ‘detentes’ ante la Covid-19

Fotos: Cuartoscuro

La pandemia de Covid-19 llegó a México en medio de su transición a un nuevo modelo de Salud para los no derechohabientes de los Institutos de Seguridad Social, sustituyendo el programa del Seguro Popular por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y provocando resistencias de gobernadores para dejar el modelo del Seguro Popular.

La primera ocasión en que se habló públicamente del coronavirus fue el 22 de enero. Casi 24 horas después de confirmarse el primer caso en Estados Unidos (EU), el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció que se habían detectado dos casos sospechosos, aunque después fueron descartados, pero abrieron paso a reportes de esta enfermedad.

El inicio de la publicación diaria de un reporte a las 9:00 p.m. sobre casos sospechosos y eventuales confirmados iniciaría la inscripción completa del tema en la agenda pública. También el temor de que pudiera haber casos. «Les garantizo que el virus va a llegar a México, no es algo que me guste, pero tenemos que tenerlo muy claro y decirlo con veracidad», dijo el 28 de enero Hugo López-Gatell.

En esa misma conferencia, enfatizó que desde el 31 de diciembre habían publicado un aviso para viajeros y que hasta esa fecha habían obtenido la prueba para detectar caso e instalar un grupo asesor científico para saber cómo proceder. Ante el temor despertado, llamó a la calma y dijo que, aunque la situación podía cambiar, la evidencia mencionaba hasta entonces que la agresividad del nuevo virus era leve comparado con otros coronavirus que han sido materia de interés mundial como el SARS o el MERS.

La realidad llega a México

La mañana del viernes 28 de febrero el subsecretario Hugo López-Gatell acudió a la conferencia matutina presidencial para anunciar el primer caso de la enfermedad Covid-19 en México, provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, calificándolo como «importado» dado que el paciente había viajado a Bergamo, Italia.

La sociedad parecía vivir en un momento dual. Por un lado, el terror reflejado en la compra inmediata de jabones, desinfectantes, cubrebocas y papel higiénico al grado de agotarlos en cuestión de un par horas tras el anuncio; por otro lado, los memes y la romantización de un posible encierro como en países europeos para verle el “lado positivo”.

Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, se convirtió en el vocero y cabeza de la estrategia. Foto: Cuartoscuro

A la edición de la nota, 10 meses después, la cifra de contagios llegó a 1 millón 113 mil 543 acumulados en México y 105 mil 940 muertes por las infecciones del coronavirus. ¿Cómo llegó México a esas cifras y colocarse como «el peor país para estar en la época del coronavirus»?

Federación y estados: el inicio de la politización del coronavirus en México

Aunque desde el primer anuncio se inició la serie de conferencias vespertinas para acompañar el informe diario de Covid-19 en México, su contenido también supuso trabas de entendimiento de las decisiones del subsecretario, para entonces ya encargado de la situación.

Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la CDMX, ha cambiado su estrategia separándose de la de Hugo López-Gatell. Foto: Cuartoscuro

Uno de los primeros fue el hecho de cerrar espacios que supusieran aglomeraciones como estaba ocurriendo en España e Italia en el mes de marzo, cuando su primera ola detonó en cuestión de semanas. Eventos masivos como el ‘Vive Latino’ en la CDMX se permitieron en la primera mitad del mes de marzo pese a saber ya de casos de coronavirus en el país, algo que el subsecretario defendió al decir que su cancelación sería una «parálisis para la sociedad».

Los comentarios eran también respuesta a los exhortos promovidos por legisladores. En la Cámara de Diputados, integrantes de diversas bancadas, incluso de Morena, pidieron tomar las riendas de mitigación de la pandemia en México. Pese que no había muchos casos, solicitaron reforzar el seguimiento de contactos y las tareas de diagnóstico, pero también la cancelación de eventos masivos calculando que para el día 20 o 30 las cifras podrían empezarse a elevar.

A pesar de que el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (AICM) se declaró «en alerta» desde el 21 de enero, para tomar medidas en caso de que se detectara algún pasajero con los síntomas de coronavirus, casi dos meses después las denuncias de pasajeros de no notar filtros mayores para detectar posibles casos de Covid-19 continuaban.

Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, empezó a tomar sus decisiones para instalarlos el caso del aeropuerto de Guadalajara. Con ellos pretendía tomar la temperatura con termómetros láser, dar gel antimaterial a pasajeros provenientes de vuelos internacionales y brindarles información sobre la enfermedad para detectar probables casos.

Entre las primeras semanas estuvo la ‘Jornada de Sana Distancia’, mediante la cual las autoridades federales instaron al cierre de las actividades económicas no esenciales e indicaron suspensión de clases durante un mes, del 23 de marzo al 20 de abril, ampliándose posteriormente hasta el 30 de mayo.

Durante dicho periodo se optó por solo buscar interiorizar en la población el mensaje «Quédate en casa», descartando multas, sanciones o el uso de campañas «agresivas» de concientización que llegaron a ofender a sectores de la población. Desde la 4T la explicación de no forzar a la gente a permanecer en casa vino desde las cuestiones estructurales y democráticas México.

La ventaja resultó en evitar casos lamentables como el de Giovanni en Jalisco, quien fue asesinado por policías por no llevar el cubrebocas como había ordenado el gobernador Alfaro Ramírez. Sin embargo, se observó una debilidad en el mensaje que empezó a causar mella a un asilamiento que por muchos fue exigido.

Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, se convirtió en una de las caras más visibles de la oposición a la estrategia federal para mitigar la pandemia. Foto: Cuartoscuro.

A la par se fue forjando la ‘Alianza Federalista’, organización compuesta principalmente por los gobernadores que en un inicio protestaban contra el Insabi. Su pugna por el antiguo modelo de financiamiento del ‘Seguro Popular’ se transformó en un reclamo para recursos para atender la pandemia y posteriormente para una nueva redistribución de los recursos al considerar que sus entidades no reciben “lo que producen”, mientras que en el tema de salud también criticaron desde la calidad de los insumos recibidos, la consolidación de un “semáforo nacional” hasta falta de una campaña de pruebas.

Caso de ello fue Enrique Alfaro, quien en Jalisco ha actuado, dentro del marco legal como autoridad sanitaria, basándose en sus propias cifras a través de la estrategia “Radar Jalisco”. Sin embargo, esta consta del uso de pruebas “serológicas” procesadas por la Universidad de Guadalajara (UdeG) pese a que desde la federación no se recomiendan.

Pese a que criticó la realización del ‘Vive Latino’ cuando existía un mínimo de contagios, un millón de casos después en México y con una positividad de pruebas hechas por la federación en Jalisco por arriba del 50% decidió reabrir el estadio del Guadalajara para celebrar un encuentro de la Liga MX en un torneo dedicado a la labor de salvación que han hecho los médicos mexicanos ante la pandemia.

Los días festivos y la ‘Nueva Normalidad’: el «Coco» de la Sana Distancia

La Hoguera documentó que a finales del mes de abril la movilidad comenzó a aumentar sustancialmente en el mes de abril de acuerdo a las cifras de Apple. Mientras que algunos hospitales como el de Las Américas en Ecatepec, Morelos se veían en problemas entre el aumento de muertes por Covid-19, se observaron «picos» de movilidad en las cifras para los días 30 de abril y 10 de mayo, fechas en que se celebra el ‘Día del Niño’ y el ‘Día de la Madre’ en México, coincidiendo con las filas de gran tamaño fuera de pizzerías, panaderías y pastelerías pese a los llamados a posponer los festejos.

Otro momento en el que se reportó un incremento importante bajo la “Nueva Normalidad”. En CDMX fue visible el cambio con la reapertura del Centro Histórico, observándose aglomeraciones sobre avenidas como 5 de mayo o Tacuba, paralelas a Madero. De igual manera, La Hoguera verificó a través de los datos de Apple un aumento en la movilidad peatonal y de automóviles de hasta el 10% durante la primera semana que la CDMX estuvo en semáforo naranja a inicios del mes de julio.

Las siguientes 9 semanas comenzó a mostrarse una tendencia de casos nacionales a la baja hasta llegar a la correspondiente del 20 al 26 de septiembre cuando, tras las fiestas patrias, se inició un repunte de casos que duró 5 semanas. Aunque pareciera que no hubo efecto en las celebraciones de Día de Muertos y las cifras de contagio diarios bajaron, los números presentados noche tras noche se han vuelto cuestionables dado que en las últimas semanas la positividad ha aumentado.

Positividad: ¿faltan o son suficientes las pruebas?

La identificación de casos con pruebas ha permitido reducir los contagios al cortar las cadenas de transmisión. Habiendo un resultado positivo, las personas pueden resguardarse reduciendo la posibilidad de más contagios al interactuar en los espacios públicos; además, permiten dar a los enfermos un seguimiento sobre su evolución y atenderles médicamente.

La positividad de las pruebas para Covid-19 en México para la semana 46 es del 46% al cierre de edición, algo no visto desde 10 semanas atrás. No obstante, la más baja fue solo de 39%. ¿Por qué ello importa? De acuerdo, a la Organización Mundial de la Salud (OMS), se requeriría de una positividad máxima del 10% para saber que se está realizando un buen rastreo de casos y control de la epidemia.

Las pruebas fueron limitadas por dos criterios principales en el país. Primero, por su sensibilidad ante el nuevo coronavirus, de modo que solo se aprobó la realización de pruebas PCR ante la solicitud de tener resultados confiables. Esto por considerar que las pruebas rápidas “serológicas” disponibles en el mercado en esos días tenían un desempeño «muy malo», por lo que podían provocar falsos positivos y dar confianzas inadecuadas de presunta detección, poniendo en riesgo a otra población.

Como segundo eje se ubica la estrategia de vigilancia epidemiológica de México. Al menos en el inicio, fue la del “modelo centinela”, mediante el cual se pretendía tomar muestras «representativas» de la población general a fin de monitorear los patrones de distribución geográfica de la enfermedad y hacer eficaz el despliegue de recursos humanos y materiales existentes.

Pruebas para Covid-19 han aumentado en la CDMX tras la aprobación de las de antígeno. Foto: Cuartoscuro

“El número de pruebas que se hacen depende del número de casos sospechosos que se identifican”, decía el subsecretario Hugo López-Gatell decía ante los reclamos del expresidente Felipe Calderón, exsecretarios de Salud, diputados de oposición y gobernadores de oposición.

No obstante, de manera silenciosa, la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, ha transformado su estrategia para hacerla más proactiva que la federal, incrementando su capacidad de testeo en quioscos cercanos a la gente y atención prioritaria a los barrios con mayor incidencia y positividad para detectar y aislar a los posibles contagiantes.

De ‘detentes’, ‘fuerza moral’ y cubrebocas que “sirven para lo que sirven”

Hugo López-Gatell se transformó en un “rock star” en medio de la pandemia durante los primeros meses debido a la comunicación que tenía para anunciar la reconversión de hospitales, adquisición de ventiladores, explicación del desarrollo y riesgos de la enfermedad.

En el mes de marzo, el presidente expresó que él se protegía con un ‘detente’ o figura religiosa de bolsillo pese a los entonces ya vigentes llamados a la ‘Sana Distancia’, el confinamiento y el dejar de lados los abrazos.

AMLO enseñando sus «amuletos» que lo resguardan de la pandemia. Foto: Cuartoscuro

Posteriormente su negativa a corregir al presidente sobre el final de la ‘Jornada de Sana Distancia’ y justificar la continuidad de sus actos públicos sin dejar de acercarse a la gente le causaron fuertes cuestionamientos sobre si la tutela estaba realmente siguiendo.

“La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio, en términos de una persona, un individuo que pudiera contagiar a otros”, decía el subsecretario confundiendo a la gente. Más confuso fue el mensaje de AMLO diciendo que él diría a la gente “cuándo dejar de salir” a unas pocas horas de iniciar la ‘Jornada de Sana Distancia’.

El último elemento significativo fue su negativa a apoyar la difusión del uso del cubrebocas en lo que parecían intentos de no contradecir al presidente. Pese a los primeros indicios de su funcionamiento, incluyendo un estudio de Mario Molina, continuó apegado a los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y fue hasta el mes de julio que lo aceptó como una “medida auxiliar” que hasta el momento el presidente tampoco ha aceptado utilizar provocando que esto se replique en algunos sectores de la población.

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