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“No quería ser uno más del montón”: Isaac “El Pitbull” Cruz
La venda gira, recorre la mano extendida hacia arriba primero y, luego, para abajo. El puño se va cerrando y la larga tela blanca va a la derecha, en seguida regresa, ahora va hacia la izquierda, envolviendo la extremidad derecha, el movimiento mecánico, acompasado, rítmico, continúa, ahora coronando los nudillos con fragmentos de algodón, que rematan la obra. Es turno ahora es para la mano izquierda, el second sigue el mismo ritual con celeridad y precisión, sobre un cojín de entrenamiento…
El sonido de fondo, sin embargo, no son solamente los golpes a la pera, el costal o los pasos sobre la lona del cuadrilátero, también aparece la voz del trombonista y cantante estadounidense-puertorriqueño Willie Colón inundando el espacio cerrado del gimnasio Casa Popular, en la alcaldía La Magdalena Contreras: “…en la sala de un hospital/ a las 9:43/ nació Simón/ es el verano del 56/ el orgullo de don Andrés/ por ser varón… No se puede corregir a la naturaleza/ palo que nace dobla’o/ jamás su tronco endereza”.
Una decena de boxeadores suda y se esfuerza, parecieran danzar con el ritmo salsero de El gran varón, el pegajoso clásico del panameño Omar Alfanno. Todos ellos aspiran a llegar lo más lejos posible en la difícil y azarosa ruta del profesionalismo. Practican sus combinaciones de golpes en una docena de costales hacinados en un pequeño espacio lateral cubierto de espejos. Resulta notoria su ambición por ascender en su trayectoria: entrenan con ganas, rebozan de energía y deseos de convertirse en leyendas. Los entrenadores, que también son varios, les dan instrucciones, sus enérgicas voces se entrecruzan debajo del domo traslúcido que genera ecos y vuelve más estridente el lugar. Los discípulos corrigen la técnica y continúan su batalla contra los inertes costales de la fábrica mexicana Cleto Reyes —probablemente el mejor fabricante de guantes y equipo de box del mundo—, que rebotan en cada golpe.
Como si se tratara de una función estelar, casi en pleno mediodía de un jueves cualquiera y bajo un sol apremiante, que atraviesa inclemente el acrílico del techo, comienzan a llegar grupos de mujeres jóvenes, niños de la mano de sus padres y hombres de todas las edades. Intentan disimularlo, pero lo saben, hoy es uno de esos días, uno en los que el gimnasio del deportivo de la colonia San Jerónimo Lídice se transforma en la sede de un espectáculo profesional de altísimo nivel, con toda la magia que eso implica.
Los autógrafos se estampan en guantes, cromos, camisetas, cachuchas, entre otros artículos. Pueblan los múltiples objetos en el escritorio donde se encuentra el ídolo, el pugilista del momento, quien sonríe y acepta feliz tomarse fotografías con quien quiera que se la pida. Posa gustoso, siempre con el puño cerrado en ristre, lo mismo para las cámaras de teléfonos inteligentes que para las profesionales, bien sea para enviar un saludo o contestar un par de preguntas para una transmisión en vivo en algún canal de YouTube, Instagram, TikTok o Facebook. Isaac ‘El Pitbull’ Cruz listo para comenzar su segundo entrenamiento del día, 12 rounds con cuatro sparrings distintos, para su próxima pelea, la del sábado 16 de abril, en Arlington, Texas, contra el campeón olímpico y excampeón pluma, el cubano Yuriorkis Gamboa.
Se prepara a conciencia. Su equipo, conformado por tres personas —todos ellos exboxeadores profesionales y parte de su familia, por lo que lo cuidan fraternalmente— afinan los últimos detalles: le aplican vaselina en el torso; confirman que los guantes estén bien amarrados; preparan el ring; dialogan con los sparrings que enfrentará esta mañana. El calentamiento inicia con movimientos de cabeza, cintura, un poco de flexiones hasta el piso. La preparación previa es notoria. Unos 20 minutos más tarde, se hace el silencio. Todos los presentes están a la expectativa. Los deportistas se permiten un breve receso y los espectadores están expectantes. ‘El Pitbull’, como todos lo llaman en el gimnasio, salta al ring.
‘El Pitbull’ Cruz le conecta a su primer contrincante uno, dos uppercuts, mientras que, con movimiento rápido logra esquivar un jab, aunque recibe un gancho al hígado que responde con una ráfaga de golpes, combinación de uppers y jabs, seguidos de un gancho al hígado, mientras se escucha la voz de su tío Eduardo “Lalo” Cruz, dándole instrucciones de cómo conectar al rival.
Así transcurren los 12 rounds en los que se enfrentó con cuatro sparrings diferentes, todos ellos boxeadores de buen nivel que aceptaron previamente contribuir con uno de los dos entrenamientos de gran intensidad que el boxeador realiza a la semana. Los otros tres son “más leves”, según el propio peleador.
Desde aquella tarde en que, regresando de la escuela se le escapó a su madre, a los 7 años de edad, y tomó un camión para irse a entrenar con su abuelo, Guillermo ‘Memo’ Cruz, justo en este mismo gimnasio de la Casa Popular, su suerte estaba echada. Era el inicio de una larga aventura, que 16 años más tarde sigue caminando paso a paso y que se ha forjado con disciplina y deseos de ser distinto.
Ese es Isaac, un hombre que a sus 23 años tiene claro lo qué quiere, pero que desde la niñez ya lo sabía o al menos lo intuía. Era un niño que ya había decidido que “no quería ser uno más del motón”.
Una inquebrantable fuerza de voluntad
Pese a que proviene de una familia de boxeadores, ‘El Pitbull’ afirma que la decisión de dedicarse al box —aunque practicó otros deportes, sobre todo futbol—, “no fue por querer seguir los pasos, la decisión fue mía por querer salir o sobresalir del montón, de esos que están en la calle y se involucran en la drogadicción o robos. Yo no quería ser uno más del motón y, creo, que lo estoy logrando”.
Y vaya que tenía a quien admirar, su abuelo, Guillermo ‘Memo’ Cruz fue de los pocos peleadores que le ganó a la leyenda José ‘Pipino’ Cuevas, en la Arena Coliseo de la Ciudad de México, en 1973. Su tío Guillermo ‘Memo’ Cruz, disputó en Tucumán, Argentina el campeonato del mundo frente a Juan Martín ‘Látigo’ Coggi, el 17 de diciembre de 1993. Otro de sus tíos, el ya citado ‘Lalo’, fue un gran noqueador que ganó 31 de sus 22 peleas por esa vía y la mayoría en el primer round; su propio padre, Isaac Cruz —ahora su mánager—, se enfrentó a grandes boxeadores como Iván Robinson o Juan “John John” Molina y, su hermano, Diego Cruz, también tuvo carrera profesional aunque actualmente se encuentra en una pausa.
La madurez y la determinación llegaron muy pronto a su vida, rememora Isaac ante las cámaras de La Hoguera, al recordar que sus padres se separaron cuando él era muy pequeño, un acontecimiento que lo dejaría marcado para siempre pero que le hizo tomar el camino correcto, el del deporte y la disciplina.
“Quizá fue eso lo que me hizo ser duro, aprender de la vida. Yo no quise irme por la fácil: drogarme, robar, andar en malos pasos, porque en esos tiempos ya se escuchaba mucho del alcoholismo, del tabaco, los chicos ya andaban en las drogas, por eso decidí que no quería ser parte de ese montón, tampoco uno más”, sentencia el púgil ganador de 15 peleas por nocaut de las 25 que lleva disputadas, en las que cuenta con 22 triunfos, dos derrotas y un empate.
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Con una puntualidad religiosa, día a día como hizo desde la primera vez, el peleador se encontraba con su abuelo paterno en el gimnasio y “rara vez le fallaba”. Alternaba su tiempo entre la escuela por las mañanas, los entrenamientos por la tarde y pasar tiempo con su madre y hermano por las noches. Esa era su vida.
Considerado el sexto mejor peso ligero en activo por el Transnational Boxing Rankings Board, octavo por BoxRec y décimo por la revista The Ring, revela que perdió su primera pelea como amateur, sin embargo, no se dejó vencer, levantó el ánimo y continuó preparándose para tener un mejor desempeño, recordando los consejos y aprendizajes obtenidos en las largas jornadas que tuvo con su abuelo, que le compartió “todo lo que sabía”.
Salida del amateurismo
Gradualmente, pelea tras pelea, se tornó un púgil más competitivo y así fue pasando de los torneos regionales a los estatales y, posteriormente, a los nacionales, una experiencia que lo fue encaminando a su primera gran decepción en el deporte de sus amores: al acudir a la Olimpiada Nacional en 2012, celebrada en la ciudad de Guanajuato, al ganar la categoría infantil en los 52 kilogramos, al poblano Jonathan González por 22 puntos a 21, entonces campeón nacional. Pero no fue convocado a formar parte de la selección mexicana ni a entrenar en el Centro de Alto Rendimiento deportivo (CNAR), ni acudir a competencias internacionales.
“Fue duro porque, desgraciadamente, como sabemos, aquí en México ha gobernado la corrupción, no solamente en el ámbito político sino en todos los medios y aquí en el deporte no ha sido la excepción”, recuerda con un dejo de frustración.
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Cuando los dirigentes de la Federación Mexicana de Boxeo (FMB) determinaron que, pese a su apretado triunfo, no sustituyera al nuevo campeón, provocaron que tomara una decisión tajante: dejar el amateurismo, donde quedó con una marca de 85 peleas, 73 triunfos y 12 derrotas, para convertirse en profesional.
“Me desanimé del amateur y, bueno, le dije a mi papá: ‘sabes qué, yo ya no quiero estar en este negocio del amateur, quiero ser profesional’. Esperamos que me acercara a la edad adecuada para poder debutar y, una vez que me dieron el visto bueno, no lo dudé ni dos veces”, explica mientras rememora con la mirada decidida.
Carne de cañón
Con la misma garra que lo caracteriza, Isaac se concentró en prepararse para ascender en el boxeo profesional, no así su empresa promotora —con sede en Ciudad Juárez, Chihuahua—, en cuyos planes no se encontraba ni realmente cuidarlo y menos darle prioridad a su integridad antes de ponerle combates que pudieran dejarle jugosas ganancias. Así, le programaban peleas desfavorables y durísimas. “Nos usaban como carne de cañón”, se lamenta.
Ejemplo de esa actitud fue el combate en contra de José ‘Josesito’ Félix Jr., en el ya lejano 10 de noviembre de 2018 en Querétaro. Pactado en peso ligero, poco antes del combate le “cambiaron la jugada”, informándole que se daría en un categoría menor, en súper ligero, ¡dos categorías por debajo! de su anterior encuentro, ocurrido apenas un mes atrás, el 6 de octubre, en la Arena Coliseo de la Ciudad de México, ante el campechano José Ángel Flores Chan, a quien noqueó en el primer round.
“La pelea no era así’, le reclamó Cruz a sus representantes, los que le contestaron que si deseaba pelear sería bajo esas condiciones. “Está bien, aceptamos la pelea”, les contestó. ‘Josesito’ lo aventajaba con cinco kilos de peso y llevaba 36 peleas en los Estados Unidos, 28 de las cuales había ganado por nocaut. Aún así, con los jueces en contra y el Lienzo Charro Hermanos Ramírez a favor del excampeón, logró noquearlo en el tercer round.
Los promotores buscaban que el enfrentamiento sirviera para que ‘Josesito’ “se levantara”, sin contar con la habilidad y la calidad que Cruz puso de manifiesto arriba del ring. “Entonces, ahí se rompieron los lazos con la promotora”, declara convencido.
La dieta y la estricta disciplina
El éxito de Isaac no se basa únicamente en el entrenamiento ni en las peleas que ha sostenido con grandes figuras del boxeo mundial. Ser un deportista de alto rendimiento implica otros sacrificios: el reto de la buena alimentación y el desafío de guardar una dieta propia de un campeonato mundial, su mayor objetivo en el 2022.
A escasas dos semanas de enfrentar a Yuriorkis Gamboa, el mexicano obedece las reglas alimenticias al pie de la letra, lo que implica alejarse de las azúcares, la harina y los refrescos, pero también moderarse con las frutas, tener un desayuno, comidas y cenas basadas en proteínas. Aunque su régimen parezca insuficiente, al seguir esa dieta “come como rey”, pues otras semanas ingiere únicamente jugos como desayuno, comida y cena.
Al finalizar su relación laboral con la promotora juarense —que implicó una disputa legal pues alegaban que existía un contrato vigente—, llegó el cambio profesional más conveniente que ha experimentado en su carrera.
Pacquiao, su nuevo promotor
Gracias a un amigo chiapaneco, se puso en contacto con la recién creada promotora de talentos boxísticos del único campeón del mundo que ha ostentado cinturones en ocho categorías distintas: el filipino Manny “Pac-Man” Pacquiao.
“Me voltea a ver Sean Gibbons, agente de Manny Pacquiao, y como se dice le llenamos el ojo y, pues, no dudó en firmarnos. Yo creo que ya le había llegado información sobre quien es Isaac Cruz, y cuando se presentó la oportunidad no dudaron en ponerse en contacto”, explica el deportista mexicano.
Si bien Pacquiao no es el único ícono que le sirve de inspiración, pues también admira a los mexicanos Juan Manuel Márquez y Marco Antonio Barrera, al igual que al estadounidense Mike Tyson, ‘El Pitbull’ afirma que es un “gran orgullo” ser el único boxeador mexicano firmado por la promotora filipina, llamada MP Promotions.
“Me siento muy bendecido de ser el primer mexicano de estar firmado por una gran empresa, por un gran peleador que hizo historia y, bueno, como ellos se fijaron en mí y han demostrado interés, confianza y apoyo, pues yo les estoy respondiendo de la mejor manera, preparándome, dando lo mejor de mí en cada pelea y arriba del ring”, sostiene.
Indudablemente que este nuevo contrato, al que le restan dos años de vigencia, le ha traído mayor proyección tanto nacional como internacional, pues se le han agendado peleas con contrincantes de mucho mayor nivel y le ha permitido convivir con los otros 16 atletas firmados por MP Promotions, todos ellos filipinos.
“Creo que he tenido contacto como con cinco o seis de ellos, a Jerwin Ancajas, quien es un filipino bien sencillo, a todo dar. A Mark Magsayo, que se acaba de coronar campeón del mundo y a John Casimero. Tienen un gran carisma y la actitud similar al humor de los mexicanos. Son muy alegres y carismáticos, muy amables también. Nunca cierran la puerta a nadie. Nunca nos han negado nada”, comenta con satisfacción.
Una caminadora en la pandemia
Como el mismo Isaac lo explica, no todo ha sido “miel sobre hojuelas” para ‘El Pitbull’ Cruz en este primer año de contrato con MP Promotions sino justo porque se atravesó la pandemia mundial provocada por el virus SARS-CoV-2, que provocó la suspensión de los espectáculos públicos, entre ellos las peleas de box y que mantuvo largos meses el confinamiento masivo en todo el mundo.
El inicio de la crisis sanitaria le resultó complicado, confiesa Isaac, porque permaneció sin entrenar cerca de cuatro meses, afortunadamente, pasando ese periodo retomó sus entrenamientos con la ayuda de MP Promotions, que le enviaron como regalo una caminadora mecánica, aparato con el que pudo mantenerse en forma y no perder la condición física que había ganado durante meses de trabajo y gracias a lo cual pudo volver a pelear.
“Parecíamos internos”, describe ‘El Pitbull’ el estricto confinamiento que le obligaban a seguir en las cinco concentraciones en distintos hoteles previo a sus recientes peleas disputadas en territorio estadounidense, duelos contra los estadounidenses Thomas Mattice, el 14 de febrero de 2020, en Filadelfia, y Diego Magdaleno, el 31 de octubre de 2020, en San Antonio; el argentino José Matías Romero, el 13 de marzo de 2021, en Conneticut; el mexicano Francisco Vargas, el 19 de junio de 2021, en Houston, y el campeón Gervonta Davis el 5 de diciembre, en Los Ángeles.
“El protocolo que manejaban era que tenía que llegar prácticamente con la prueba Covid ya con resultado negativo para poder trabajar seguro. Y ya una vez en Estados Unidos, en el hotel, parecíamos internos. Llegaban, te sanitizaban, te tomaban la prueba y si dabas positivo te retiraban, de lo contrario te metían al cuarto y en el cuarto te llevaban la comida y entrenabas sin salir de ahí”, aún recuerda.
La complejidad de la “nueva normalidad”, en su carrera, es la de vivir cotidianamente con precauciones y protocolos sanitarios permanentes, lo que no ha impedido que el más joven integrante de la dinastía Cruz deje todo en los entrenamientos y busque pulir su técnica y talento a diario para convertirse en el rival a vencer. En un gran campeón del boxeo.
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