Chispazos
El fraude electoral ha muerto. Larga vida al hackeo electoral
Hace unas semanas hablábamos de cómo las redes sociales se han convertido en una extensión de las sociedades modernas y han afectado, por esa misma razón, la manera en que los candidatos presidenciales están interactuando con las audiencias. Con motivo del comienzo oficial de las campañas, en esta entrega me gustaría ahondar un poco más sobre cómo internet, en general, ha cambiado la forma de hacer política en los últimos años, y lo que podemos esperar en este periodo electoral. Para empezar, propongo, debemos abandonar el término “fraude electoral”. Me parece anacrónico y, aunque en los hechos siga siendo una estafa, en nuestra realidad se requieren de técnicas y estrategias mucho más sutiles y avanzadas para fraguar un fraude. Deberíamos ya pensar en términos de “hackeo electoral”, puesto que, sin lugar a dudas, estarían involucrados sistemas cibernéticos, aplicaciones y estrategias digitales para piratear o manipular los resultados de la elección.
Aunque la polémica empresa Cambridge Analytica ahora está en el ojo del huracán por su papel en el hackeo de las elecciones estadounidenses de 2016, un par de años antes de su creación (2013), las campañas políticas en México ya habían utilizado los medios digitales y sociales para intentar influir en la percepción de la ciudadanía. En las elecciones presidenciales pasadas quedó clara la relevancia de los medios digitales y sociales en el triunfo de Enrique Peña Nieto. Samuel Woolley, director del proyecto Investigación de la Propaganda Computacional, del Oxford Internet Institute, de la Universidad de Oxford, dijo hace dos años: “Para mí es sorprendente que en los Estados Unidos no miramos hacia nuestra frontera sur para ver qué podría pasar durante nuestra elección de 2016”, con relación al proceso electoral mexicano de 2012. Se trató, pues, del primer hackeo electoral en México, desde mi perspectiva, cuando se comenzaron a emplear nuevas herramientas digitales como bots, trolls, fake news y hackers.
A unos días de la elección de 2012, relata en su blog el periodista independiente Luis Roberto Castrillón, quien se ha dedicado a estudiar las fake news desde ese entonces, “los rumores y noticias falsas en social media en México estaban completamente desatados. Tanto a favor o en contra, se concentraban principalmente en los entonces candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de la Revolución Democrática, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente”. La campaña del candidato priista, por otro lado, inundó Twitter con los ahora famosos peñabots, que se estima en unos 30 mil bots creados para generar de forma artificial tendencias en beneficio de Peña Nieto, cuyo equipo contrató también al hacker colombiano Andrés Sepúlveda, quien contó con un presupuesto de 600 mil dólares y subempleó a su vez a otros 15 hackers con diferentes habilidades. Desde ese entonces, todos los partidos políticos en México han recurrido de manera cotidiana a los bots, fake news, clickbaits (tergiversación, manipulación o exageración de hechos reales) y a los trolls para manipular la intención del voto, sentimientos y pensamientos de los mexicanos, siendo el caso más reciente, quizás, el video Niña Bien, un reguetón en apoyo al candidato presidencial de Morena.
Según Woolley, las fake news y el uso de bots tienen el fin de esparcir miedo entre los electores. “Creo que lo que los bots han hecho por mucho tiempo es asustar a la gente, no solo a los ciudadanos regulares, sino también a los periodistas, en un esfuerzo por causar efectos escalofriantes», expresó Woolley en referencia a las elecciones de 2012. Estas tácticas han causado una enorme desconfianza por parte de la gente. El estudio de confianza Trust Barometer 2018, de la empresa de relaciones públicas Edelman, destaca que a 7 de cada 10 mexicanos le preocupa que la información falsa sea usada como arma para influir sus decisiones. Y así lo considera precisamente Castrillón, quien cree que para estas elecciones se puede esperar lo mismo y más. En su opinión, “quien sepa cómo armar una página web y cómo inventarse dos o tres datos, lo va a capitalizar para las campañas. Es un fraude. Estás engañando, estás provocando un sesgo en la intención del voto”.
Eso es, precisamente, el hackeo de una elección.
* Periodista y consultor con estudios de doctorado en Relaciones Internacionales en la London School of Economics and Political Science. Creador de ColoniaExpert, sitio de referencia sobre la CDMX.
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