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Estrés, ansiedad y pérdida de control, efectos del tráfico: experta

Foto: Elia Cruz Calleja

El desarrollo de padecimientos como el estrés, ansiedad y pérdida de control de las emociones, así como el agravamiento de la depresión son algunos de los efectos que tiene el tráfico y los congestionamientos viales que se generan en la Ciudad de México y Área Metropolitana del Valle de México en las personas.

Las cientos de horas que pasan los habitantes del Valle de México en el tráfico ya sea por recorrer largas distancias desde municipios conurbados como es el caso del oriente del Estado de México, como por transitar pocos kilómetros, pero que debido a los congestionamientos viales estos toman el doble del tiempo “de lo normal”, hacen que las personas que lo padecen empiecen a desarrollar trastornos que afectan su salud mental y que se vuelven un problema en su vida.

De acuerdo con Tomtom Traffic —una plataforma que analiza y evalúa el tráfico de 501 ciudades en 62 países de 6 continentes, según su tiempo promedio de viaje y nivel de congestión—, los habitantes de la capital del país pierden 152 horas de su vida al año en los congestionamientos viales.

Ante estas cifras, la psiquiatra Denise Rivera, especialista por La Universidad La Salle, sostiene que los diferentes trastornos de ansiedad son uno de los padecimientos desatados en unas personas por causa del tráfico. Y al igual que la ansiedad, también se desarrollan diferentes tipos de estrés, por ejemplo, el postraumático, porque las personas que son víctimas de un accidente o lo atestiguan, les queda este trauma.

“Hablando de la ansiedad, de los trastornos de ansiedad, el tráfico sí puede provocar trastornos de ansiedad, que son diferentes. Otra de las cosas, hablando de salud mental, que afecta el tráfico, y que es muy importante, es el estrés postraumático. O sea, personas que han sido víctimas de accidentes o que ven accidentes, no nada más con la cuestión de los autos, también ahora se han incrementado creo, en un 100 o un 50 por ciento, los accidentes en moto”, indicó.

En el caso de la depresión, dijo que aunque no es per-se del tráfico, este sí abona a que se profundice. De esta misma forma también se abona a desarrollar la pérdida del control de las emociones y a actuar de forma impulsiva en situaciones de estrés cuando se encuentran en medio de los embotellamientos viales, por ejemplo, al detonar la ira y no pensar antes de actuar, sino cometer acciones bajos los efectos del impulso.

“Otra cosa que también pasa mucho, y yo la observo en mi consultorio, es la pérdida del control de nuestras emociones o de nuestros impulsos por el tráfico. Por ejemplo, hay pacientes que tienen déficit de atención y está muy asociado el no control del impulso. Son personas muy impulsivas que se dejan ir por sus emociones, como que no piensan antes de actuar y la pérdida del control de los impulsos pasa mucho en el tráfico”, subrayó.

En entrevista con La Hoguera, la especialista que tiene el título de Médico Cirujano por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) enfatizó que las personas que sufren la pérdida de control de emociones e impulsos son aquellas que si, por ejemplo, alguien se les “cierra” en el tráfico, estas se bajan a buscar conflictos. A esto, dijo, se suma el exceso de ruido que hay en las vialidades, lo que agudiza el estrés y pérdida del control, porque hay personas que se ponen a tocar el claxon, pese a que no se pueda avanzar.

“Estos incrementos de los decibeles también pueden alterar, hablando del control del impulso”, subrayó al tiempo que apuntó que uno de los padecimientos que mayormente se presentan de la pérdida de control de las emociones es la irá, la cual además, aseguró que nos pone en riesgo.

“Cuando uno se enoja, uno primero pasa por el proceso de pensamiento de si lo realiza o no y evalúa la consecuencia si es que toma esa decisión. Entonces, ese milisegundo lo controla el lóbulo frontal y cuando no hay un control adecuado de los impulsos, entonces uno puede actuar con esa ira y es cuando se ponen en riesgo. Me ha pasado con muchísimos pacientes que se bajan cuando alguien que los choca quiere huir, para tratar de impedir que la persona se vaya, con el riesgo de ser atropellados, por ejemplo”, explicó.

Denis Rivera también expuso que hay otros padecimientos que se desarrollan a partir de pasar horas en el tráfico o de sufrir accidentes automovilísticos y que afectan la salud mental de las personas y es que se desarrollan secuelas de dolores físicos crónicos, por ejemplo, en las cervicales o la espalda, los cuales se vuelven crónicos, mismos que afectan en el estado de ánimo de los usuarios del transporte ya sea público o privado. “El dolor crónico afecta sobre todo los estados de depresión y ansiedad en las personas”, sostuvo.

Pese a que el desarrollo de los padecimientos mentales en las personas que viven el congestionamiento vial tanto en transporte público como privado son los mismos, la especialista nos explica que hay sus diferencias, pues mientras que en los usuarios del transporte público el proceso de desarrollo de la depresión y la ansiedad se hace más acelerado y en mayor medida, los que viajan en auto particular también viven complicaciones porque reducen sus horas de sueño y esto resulta peligroso porque mientras conducen están más propensos a tener accidentes debido a que sus funciones cognitivas y sus reflejos disminuyen. “Es un riesgo muy grave, en realidad”.

En el caso del transporte público, también se añaden factores como los espacios pequeños e incómodos que se permiten a las rutas disponer para el transporte de personas, lo que ocasiona que los usuarios se peleen por conservar los pocos centímetros que se les destinan para viajar. Ello, detalló la especialista, ayuda a generar mayor irritabilidad, tener poca tolerancia, frustración y reaccionar enojados con mayor facilidad o estar de malas, lo que “es un dato de tristeza o de depresión crónica”. Además de que estas personas tienen que tolerar las inclemencias del clima como lo es el calor intenso o las lluvias, y muchas veces los efectos de otros padecimientos físico y fisiológicos que tienen y que no se ven a simple vista, como por ejemplo diabetes o dolor crónico, lo que facilita la irritabilidad.

Lo que también tiene un impacto en la vida laboral de las personas al reportar menor rendimiento o inicia el ausentismo, porque al permanecer mayor tiempo en el transporte hay más posibilidades de llegar tarde a los centros laborales, a que coman mal y a estar permanentemente cansados, lo que impacta en un bajo rendimiento. En el caso de los estudiantes dijo que hay un impacto en la zona cognitiva, que son las funciones mentales superiores, por no dormir suficiente, lo que impacta el nivel escolar en las calificaciones y en el rendimiento.

Pero el padecer el tráfico no son los únicos retos e inconvenientes que se tienen que enfrentar los habitantes del Valle de México, sino que también al destinar recursos al tratamiento de los padecimientos mentales desarrollados muchas veces por estos largos viajes para poder llegar a tiempo al trabajo o a la escuela, los cuales la doctora nos explicó que son costoso en el país.

La especialista explicó que los costos dependen de a qué médico se acuda, pero que en promedio el precio de una consulta puede oscilar entre los 800 y los 3 mil 500 pesos dependiendo de la zona en la que se ubique, y a ello se le agregan los costos de los medicamentos que van desde los 120 pesos al mes por uno genérico y los 2 mil pesos si se compra de patente. Además, dijo que dependerá del grado en que se encuentre el padecimiento porque mínimo es un año de tratamiento.

“Está muy disparado. La salud mental es cara en nuestro país. Somos pocos los que somos psiquiatras y psicólogos y estamos muy concentrados en diferentes lugares. Sí se puede acceder, pero no es tan barato, dependiendo de la calidad sobre todo de los medicamentos. Y también dependerá del grado de en que se encuentra el padecimiento. Un tratamiento psiquiátrico, si tú lo das de primera vez, no importa si el paciente ya fue tratado previamente o no. Si tú das un tratamiento, por lo menos lo tienes que tratar un año”; apuntó a la par que señaló que hay factores adversos que pueden demorar más la recuperación, que se prolongue el tratamiento, como puede ser que la persona ya tenga mucho tiempo que se sienta mal y que sea la primera vez que solicita la atención.

Otros factores asociados, dijo, están que padezcan problemas como hipertensión o diabetes, por ejemplo. En ese sentido, insistió en que no es lo mismo atender a una persona de 18 años que no tiene ningún otro problema a alguien que tiene 50 y tiene hipertensión o diabetes o las dos.

Pese a que la atención mental en el área privada es cara, la especialista recordó que también hay atención en el sector público de salud, aunque apuntó que tampoco es suficiente porque hay pocos especialistas en proporción con la demanda de miles de derechohabiente, sin embargo, dijo que también hay instituciones públicas como la UNAM, la Universidad del Valle de México (UVM) u otras universidades, que ofrece consultas gratuitas.

Finalmente, la doctora Rivera sostuvo que es importante tratar los síntomas de estos padecimientos lo antes posible para mejorar las condiciones de vida, y aunque reconoció que en muchos casos es difícil, todos los adultos deben dormir diariamente entre siete y nueve horas diariamente, realizar alguna actividad física, hablar con un médico de cómo se sienten y aprovechar el tiempo de los traslados para escuchar música, un podcast o tomar un cursos que abone a superarse y con ello no caer en la ansiedad y no escuchar el ruido que nos rodea.

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