Incendiario
Entre deficiencias metodológicas y otros datos, David Colmenares es insostenible
La Cuenta Pública 2019 ya pasó a la historia de la vida política mexicana. Porque fue la primera de la llamada ‘cuatroté’ y arrojó una irregularidad tras otra en todos sus proyectos bandera, incluyendo el mismo combate a la corrupción. También porque fue interpelada por el presidente de la República y resultó que este tenía razón, había errores. Sea cual sea el escenario que se desarrolló a puerta cerrada, este papelón vuelve insostenible al auditor David Colmenares.
Iniciemos con el escenario en el que la Auditoría Superior de la Federación en efecto cometió ‘deficiencias metodológicas’ al analizar el costo de cancelar el NAIM de Texcoco. La ASF está compuesta por técnicos de primer nivel con formación y trayectoria para realizar este tipo de evaluaciones durante el plazo de un año. Además de que no se les olvidó sumar un 1, fueron al menos doscientos mil millones de pesos en su ‘dedazo’. Seguro tenían la calculadora en radianes.
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Ahora pasemos al otro escenario, en el que la Auditoría Superior de la Federación realizó su trabajo de manera puntual y profesional al reportar un error del gobierno con cargo al erario público, pero bastó un ‘yo tengo otros datos’ en una mañanera para echar todo por la borda. En poco más de 12 horas, la ASF se desdijo, dio vuelta en U y de paso arrolló a esos mismos técnicos de primer nivel cuya formación y trayectoria pesa menos que el elocuente ‘dedito’.
Sea cual sea el escenario real en el que habitamos, nos encontramos en una situación patética, burda y abrumadora. ¿El principal órgano auditor del país haciendo cuentas a la ligera con un tema que puede afectar al peso, la bolsa y la economía en general en plena crisis? ¿El encargado de fiscalizar las acciones del gobierno pidiendo disculpas solo porque al mandamás en turno no le gustó lo que encontraron de sus gastos?
Por si esto fuera poco, David Colmenares también nos deja daños colaterales. Como dije, la Cuenta Pública reportó irregularidad tras irregularidad en el gasto de 2019. La Secretaría de la Función Pública rehuyendo a ser fiscalizada. Cifras que no cuadran en el Tren Maya, desde su planeación hasta el ejercicio de más de 156 millones de pesos antes de empezar la obra. Resulta que hasta los muertos cobran en Jóvenes Construyendo el Futuro y en Sembrando Vida no pagan.
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El combate a la corrupción, la inversión pública en infraestructura, los programas sociales que sostienen la política económica y la de seguridad. Todas las banderas de la ‘cuatroté’ manchadas en un solo informe que, para colmo, ahora ni si quiera es confiable al 100%. Si todo es verídico, ¿de qué sirve saberlo si el presidente a ‘dedazo’ lo cubre? Y si es falso, ¿se trata de una de esas campañas intestinas como con las que la prensa mató a Madero a punta de periodicazos, a según?
David Colmenares llegó a la Auditoría Superior en 2018, año electoral, propuesto e impulsado por Morena, que en aquel entonces coordinaba en la ‘rescatadora de la soberanía’ Rocío Nahle. Pero su postulación pasó por el visto bueno del PRI y sus satélites -Verde, Encuentro Social y Nueva Alianza, que hoy orbitan a Morena-. Así que su designación dejó, cuando menos, más dudas que aclaraciones, un presagio de su fiasco por venir.
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Si el PRI y aliados temían por su pellejo, ¿por qué dejaron pasar al emisario de sus principales perseguidores al puesto clave para detectar todos sus saqueos y fraudes? Después de todo, la primera Cuenta Pública a cargo de Colmenares fue la de 2018, el último año, año de Hidalgo, del sexenio peñista. ¿Esa bien aceitada maquinaria de 266 diputados tricolores-verde-turquesa-púrpura no tuvo más que acceder a las demandas de la heroica bancada de 47 morenistas?
Para entender la magnitud del problema, al señor Colmenares hoy lo más bonito que se le puede decir es que es un incompetente en su trabajo y que ni con un año de plazo se asegura de evitar deficiencias metodológicas. Llegando a extremos no comprobables, aún, se le podría acusar de ser un quiste cancerígeno que el PRI le dejó de regalo al nuevo gobierno. O bien, un revisor a modo que defiende más los otros datos del presidente que la evidencia descubierta por sus colaboradores. Ahí nomás.
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*Las posturas y opiniones plasmadas en esta columna son exclusivas de su autor, por lo que no necesariamente reflejan las de La Hoguera.mx
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