¡Qué espectáculo…!
El Chavo del Ocho, una nueva historia
Luego de varios años de crear algunos programas de comedia en Televisión Independiente de México Canal 8 (XEQTV), Roberto Gómez Bolaños recibió luz verde para grabar El Chavo del Ocho. El primer capítulo salió al aire el 20 de junio de 1971 y al año siguiente ya era el programa con mayor éxito de la señal. Precisamente en 1972, Emilio Azcárraga Milmo, dueño de Telesistema Mexicano, canal 2 (XEWTV), invitó a “Chespirito” a que migrara a su cadena, pero no aceptó.
El 8 vencía en todo al 2, y sobre todo cuando El Chavo aparecía, pues sus niveles de audiencia se iban en picada.
Fue así que El Tigre decidió poner fin a sus pérdidas comerciales y compró a la Independiente.
Desde ese entonces, El Chavo se convirtió en el imán de anunciantes de Azcárraga y aunque ya lo era sin decirlo, se escuchó al locutor y presentador de la serie asegurar: “¡El programa número uno de la televisión mexicana!”.
Después de 49 años, El Chavo salió del aire en todas las señales televisivas del mundo luego de que concluyó el tiempo de Televisa sobre los derechos de la obra de don Roberto y por tanto ya no podrán cobrar a nadie por su difusión.
Más allá de que si los de San Ángel se vieron como unos desagradecidos por no tener ni la más mínima atención para los seguidores de El Chavo e informar que ya no se verían más las aventuras en La Vecindad, este es un duro golpe para Azcárraga Jean y su grupo de ineptos que hoy encabeza su Consejo de Administración, en verdad no saben lo que perdieron.
Para muchos, este programa podrá ser ya obsoleto, pero cuenta con un aspecto muy importante que pulula en cualquier sociedad y que ha sido la base para que, a manera de comedia, muchos se vean reflejados y otros se rían de la propia raza humana.
¿Por qué? Reproduciré lo que en 1994 comentó don Roberto a este reportero cuando, junto a doña Florinda Meza, salía de las instalaciones de la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI), una plática de cinco minutos, no más.
“El Chavo no es un programa infantil, quien lo vea así está equivocado. En un programa infantil no puede haber una viuda que se siente millonaria con un hijo envidioso y menso, y que busca que un profesor que no puede con sus alumnos le pida matrimonio.
“Tampoco un holgazán que nunca paga la renta y que tiene una hija que se aprovecha de todos. Menos a una solterona o a un millonario dueño de la vecindad con un buen corazón, pero todos lo tratan como menso.
“Pero, sobre todo, en un programa infantil no puede haber un niño pobre que se le queda viendo a los demás por traer una paleta de dulce cuando él no tiene para comer. Así que yo no hago programas infantiles…”.
Hoy, los herederos de don Roberto podrán decidir quién o quiénes podrán retransmitir la obra de “Chespirito”, soló esperemos que no sea Televisa, que como cualquier malagradecido, tiró parte de su propia historia.
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