Anaya vs “La mafia en el poder”

A poco menos de dos semanas del 30 de marzo, cuando dan inicio las campañas electorales, pareciera que hasta ahora los papeles se han invertido debido a la estrategia emprendida por el candidato presidencial del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Meade. Todo indica que el blanco estratégico de Meade y su equipo ha sido Ricardo Anaya, aspirante por parte de la coalición Por México al Frente, que engloba a los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC). Ante este escenario, Anaya ha tenido que asumir una postura más a la defensiva que a la ofensiva y, ciertamente, arrancará la carrera muy mermado por los escándalos que trae a cuestas, entre los que destaca el caso de corrupción por triangulación de 54 millones de pesos.

Este embate priista contra el señor Anaya ha generado un cambio interesante en la posición de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato de la alianza Juntos Haremos Historia y puntero para llegar a la Presidencia de la República, según coinciden prácticamente todos los sondeos recientes. Político veterano y aspirante presidencial por tercera ocasión, AMLO sabe que éste sí podría ser su año y, al parecer, no desea arriesgar su cómoda ventaja en escaramuzas inanes ni radicalizando sus opiniones para evitar avivar la acusación de sus detractores sobre que es “un peligro para México”. Contrario al personaje combativo e intransigente que representó durante las campañas electorales de 2006 y 2012, López Obrador ahora se ha mostrado sereno, conciliador y más tolerante, al grado de aseverar que “no es mi fuerte la venganza” y que “no odio a nadie y vamos a poder entendernos con todos”, al responder una pregunta de si perdonaría a Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, entre otros personajes de la vida nacional.

Anaya —no López Obrador— es quien ahora está sufriendo las embestidas de “la mafia en el poder”, y está a la defensiva. Mientras tanto, AMLO disfruta el momento y recuerda que a él ya “se la aplicó el PAN” en los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. En este contexto, el panista dice ser un rebelde. En entrevista con el periodista Jorge Ramos (quien oportunamente cuestionó la etiqueta que se autoimpuso Anaya de “rebelde”), el abanderado del Frente dijo: “Sí soy un rebelde frente a la injusticia, la corrupción, el autoritarismo. Sí me reconozco como un rebelde frente a este gobierno que tenemos hoy en México”. Y afirmó que Peña Nieto “tiene miedo de que yo sea presidente de la República”, pues “si (…) el señor (Peña Nieto) ha cometido actos graves de corrupción, tengo el valor para decirlo con absoluta claridad”. Y aprovechó ese espacio para mencionar su propuesta de crear una fiscalía autónoma e independiente y una Comisión de la Verdad. “No es un asunto de venganza, pero el que la haya hecho, la paga”, amenazó. Días antes de esta entrevista, Anaya había expresado que “ya estuvo bueno de que haya intocables” y que “quien la haya hecho, tendrá que pagarla, incluso el Presidente de la República”.

Anaya es un blanco estratégico para el PRI no solo porque está en el segundo lugar de las preferencias electorales después de AMLO, sino porque al invalidarlo a él se neutraliza al mismo tiempo a las dos fuerzas de oposición más longevas de derecha e izquierda. Además, podría ser una presa más fácil de cazar en comparación con López Obrador, pues, aparentemente, tiene varios puntos vulnerables y más visibles. Es evidente que Anaya ha sido severamente debilitado. Más comprometedor que el daño ocasionado, es que Anaya ha sido incapaz de demostrar de manera categórica su inocencia ante las serias acusaciones que pesan en su contra. El show electoral apenas comienza, pero uno de los aspirantes iniciará con un hándicap difícil de superar. El siguiente en la mira priista es López Obrador, por supuesto.

* Periodista y consultor con estudios de doctorado en Relaciones Internacionales en la London School of Economics and Political Science. Creador de ColoniaExpert, sitio de referencia sobre la CDMX.

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