A Fuego Lento
AMLO y sus cachorros: el costo de apostar el nombre
Fruto podrido del neoliberalismo o no, Andrés Manuel está sintiendo el peso de los cadáveres en lo que va de su sexenio. No tanto por su estrategia, porque confía en su capital político y social para tener un margen de maniobra, sino por el mismo capital que apostó a sus cachorros, quienes llegaron a las gubernaturas y, diciendo la verdad, se están desdibujando ante la violencia de sus estados.
La gente de Palacio se está reagrupando a puerta cerrada para ejecutar, en urgencia, los primeros pasos de su estrategia de paz y seguridad, empezando por lanzar las primeras oleadas de la Guardia Nacional. Como ya habia hecho, justamente, en Minatitlán, a donde ya había desplegado 12 mil elementos de las Fuerzas Armadas para proteger ductos contra el huachicol.
Ahí radica el problema. Andrés Manuel va a comenzar a implementar lo que ya comenzó a implementar, el esqueleto de la Guardia Nacional, su policía de proximidad. ¿Cuál es la falla entonces? ¿Por qué el crimen y la violencia se detonaron en las entidades que sus cachorros gobienan desde finales del año pasado? CDMX, Veracruz, Tabasco y Chiapas están entre los estados con peores resultados en esos aspectos.
El respaldo popular de Andrés Manuel sigue ahí, pero cada vez es más difícil canalizarlo a su gente en los estados. El espaldarazo a Cuitláhuac García, la constante confianza reiterada en Claudia Sheinbaum, los llamados a apoyar a Adán Augusto y Rutilio Escandón. Incluso, las salidas en defensa de su hijo putativo Cuauhtémoc Blanco y su brazo derecho, José Manuel Sáenz.
Los abucheos a Cuitláhuac cada día son más, Sheinbaum no encuentra como seguirle el paso a la 4T, Adán está perdiendo el estado del presidente —nada más—, Rutilio ya compite con el güero Velasco por más número de críticas y antipatías, y el Cuauh es el Cuauh. Entonces, ¿quién está respaldando a Andrés Manuel? Porque la fórmula de señalar como causantes de todos los problemas a Mancera, Yunes, Núñez, Velasco y Graco ya se hace vieja.
Si bien Andrés Manuel prometió no delegar el tema de la seguridad pública, como hizo cuando fue jefe de Gobierno, parece que está comenzando a darse cuenta que el poder federal necesita de gobernadores y alcaldes para llegar a una solución. ¿Tiene en quién apoyarse para estas tareas? ¿O el presidente está solo contra el fruto podrido de 30 años de neoliberalismo con nada más que la honestidad de sus cachorros, de la que él es el aval?
La escoba de Sheinbaum
Este lunes arrancan las fotocivicas que irán «más por la enseñanza pedagógica» y «por la seguridad del peatón» y no tanto por el «fin recaudatorio».
Mucho antes de la campaña por la CDMX, la ahora mandataria capitalina había tomado como estandarte la erradicación de las fotomultas, con el fin de ganar adeptos y golpear a la administración Mancera, quien impulsó estas multas económicas.
Sheinbaum apostó mucho por el nuevo sistema y mañana dará el pasó. ¿Fracasará? ¿Tendrá éxito? Es una apuesta arriesgada por dónde se vea. Pero la morenista sigue en su tarea de barrer todo lo que huela a la administración anterior. Incluso letras rosa mexicano del logo de la CDMX están siendo sustituidas por un verde fuerte (color favorito de la administración de la mandataria) en todo el Centro Histórico.
No cabe duda que pronto no quedará vestigio de la CDMX de Mancera, pues Sheinbaum está decidida a, con escoba en mano, barrer todo lo hecho por él.
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