Cultura
Conmemoran centenario de Heinrich Böll, la oveja negra de la literatura alemana
Cuando el 10 de septiembre de 1972 la Academia Sueca anunció al ganador del Nobel de Literatura, se refirió a la obra del Heinrich Böll como una contribución al renacimiento de la literatura alemana, con obras como Opiniones de un payaso (Ansichten eines Clowns, 1963), Acto de servicio (Ende einer Dientsfahrt) o El honor perdido de Katharina Blum (Die verlorene Ehre der Katharina Blum, 1974).
Heinrich Böll nació en Colonia el 21 de diciembre de 1917 y murió en Langerbroich el 16 de julio de 1985. Su obra literaria, como la del siguiente Nobel alemán de su generación, Günter Grass (1999), se enmarcó en lo que los críticos definieron como “literatura de los escombros”, narrativa de la posguerra.
Su obra estuvo marcada por su pasado como soldado, la posguerra en Alemana y la moral católica.
Justo con la versión fílmica de Die verlorene Ehre der Katharina Blum, feroz crítica de Böll en su momento contra los abusos e impunidad del periodismo que encarnaba entonces Bild-Zeitung, arrancan en Ciudad de México las actividades conmemorativas por el centenario del escritor alemán más incómodo y crítico de su época. Cineteca Nacional, en función especial, proyecta este lunes 4 de diciembre, a las 18:30, la adaptación que llevó al cine Volker Schlöndorff, director también en 1979 de El tambor de hojalata, inolvidable joya basada en la obra maestra de Grass, Die Blechtromme (1959).
La Casa Refugio Citlaltépetl acoge el lunes 11 de diciembre, a las 19 horas, la presentación del libro de relatos de Böll, Las ovejas negras, con Paola Velasco, Lorel Manzano y Dawid Bartelt. El narrador católico y ex soldado escribió en 1951 el cuento que da título a este volumen como una crítica a la hipócrita sociedad burguesa en la Alemania de la posguerra que se desentendía de su pasado nazi.
El 13 de diciembre, a las 18:30 horas, el Goethe-Institut Mexiko organiza un cine-debate con los especialistas en literatura en lengua alemana Lorel Manzano, Héctor Aguilar y Marco Lagunas. Las actividades conmemorativas del centenario tienen el aval y el patrocinio de la Fundación Heinrich Böll.
El festejo por el siglo del autor de Billard um halbzehn (Billar a las nueve y media, 1960) comenzó en su ciudad natal, Colonia, el pasado septiembre, con la inauguración de la exposición Die humane Kamera-Heinrich Böll und die Fotografie (La cámara humana-Heinrich Böll y la fotografía), que estará abierta hasta el 7 de enero de 2018 en el Museum Ludwig, ubicado en la Heinrich-Böll Platz.
La muestra no sólo alude a la relación que tuvo Böll con la fotografía, curiosamente similar a la de su colega y contemporáneo mexicano Juan Rulfo, quien también cumplió cien años este 2017; además hace referencia al ensayo publicado por el intelectual alemán en 1964, en el que sostenía: “Allí donde la cámara es impertinente (…), la fotografía trasgrede su límite estético y a la vez moral”.
En su sitio oficial, la Heinrich Böll Stiftung para México y el Caribe destaca la permanente disidencia literaria, intelectual y de vida del escritor católico. Aunque fue reclutado obligatoriamente por los nazis y terminó prisionero de los aliados, siempre se enorgulleció de jamás haber pertenecido a las Juventudes Hitlerianas, a diferencia de Günter Grass, quien incluso llegó a reconocer en su libro Pelando la cebolla haber sido “seducido por Hitler” para entrar al cuerpo de élite del ejército nazi, SS.
“El medio, e impulso a la vez, para incidir y permanecer en resistencia sería la palabra. Ya en la guerra aquel joven lo tuvo muy claro. Heinrich Böll encarnó y alentó la figura pública del intelectual que no teme involucrarse ni partir de un fundamento ético. En Alemania –a diferencia de los países latinoamericanos y anglosajones–, este tipo de intelectual siempre ha sido muy raro y a la muerte de Böll, en 1985, se perdió a uno de sus más destacados representantes”, señala la fundación ecologista.
También recuerda la oposición de Böll al rearme de la República Federal Alemana, contra las plantas nucleares, contra el estalinismo, contra la explotación abusiva de los recursos naturales en América Latina, contra la histeria mediática hacia el grupo terrorista alemán Fracción del Ejército Rojo (FAF) sobre el cual incluso se atrevió a escribir el ensayo Ulrike Meinhof: Un artículo y sus consecuencias (1975), en defensa de la joven integrante de la banda Baader-Meinhof.
Además, abogó por presos y perseguidos políticos en todos los países e incluso alojó en su propia casa al escritor Alexander Solzhenitzin, Nobel de Literatura 1970, cuando fue expulsado de la URSS.
“Böll incomodaba a quienes formaban la opinión pública, a la política dominante y a los poderes económicos”, señala la fundación que agrupa a las organizaciones verdes del espectro político alemán.
“Lo llamaban en tono de burla ‘el buen hombre de izquierdas’, ‘el padre asilante de los compañeros disidentes sin tregua’. En efecto, Böll era de izquierda y profesaba abiertamente su catolicismo, pero cuando su concepción humanista se lo exigió, no dudó en señalar a la Iglesia católica y a las fuerzas políticas de izquierda. En el mejor sentido de la palabra, fue un disidente sin tregua, una auténtica ‘oveja negra’ de la sociedad hegemónica de la República Federal Alemana, a la cual pone bajo la mira con la gran fuerza literaria de sus ensayos y sátiras”, resalta la Heinrich Böll Stiftung.
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