Cultura
China: el masaje, el celular y el fin del dinero
Visitar China y no dejarse dar un masaje haría incompleta la experiencia en el lejano Oriente.
Para confirmar la fama sobre el conocimiento ancestral de la anatomía y más sobre los llamados puntos sensibles del cuerpo, de acuerdo con la medicina tradicional china, La Hoguera buscó lugares de masaje y encontró que, como en México y otros países, se puede recibir un buen apretujón en los spa.
La primera experiencia fue en el spa del hotel Radisson. Tuvo un costo de 500 yuanes (mil 362 pesos), duró 60 minutos e incluyó un tazón de té verde.
La mujer, joven ella y como millones en todo el mundo, no se separó ni apagó su celular. ¡Caramba! Esto ya perdió seriedad.
Sin embargo, el hecho de que estuviera con un ojo al gato y otro en el celular no disminuyó sus habilidades con las manos para aliviar un poco el dolor de espalda tras casi dos días de viaje.
Fue una experiencia un tanto rara. Dio masaje firme en espalda, brazos, piernas y un ligero masaje en los glúteos, pero no dio masaje a los pies, los cuales por cierto lo pedían a gritos.
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Días después. Tras decidir probar algo más en serio buscamos un spa en forma y que no fuera en un hotel.
Aquí habría que tener cuidado de no llegar a lugares “prohibidos” y cerciorarse de que sólo cortaran el cabello, pintaran uñas y dieran masaje.
Comprobada la seriedad del establecimiento se procedió a hacerse entender sobre lo que se quería, ya que la lista de servicios estaba en mandarín y nadie allí hablaba aunque sea un poco de inglés.
A señas y valiéndose de una imagen, las jóvenes trataron de aclarar que sólo se trataría de un masaje de espalda. Fue entonces que comenzó la experiencia.
Por el hueco de la cama de masaje se pudo ver que la menuda mujer movía las manos. Debe ser una especie de ritual. Se pensó. ¡No! En realidad las movía para enfriar un poco unas toallas calientes que luego colocó en la espalda. Estaba muy caliente pero se sintió un poco de alivio.
Ese calor no fue nada comparado con el de las piedras que posteriormente pondría primero sobre la toalla y luego directo en la piel.
Vendría después un firme masaje a mano con aceite y por último un masaje con rodillo que literal molía las contracturas.
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Al final y con la barrera del lenguaje se dio por terminado el masaje, pero no había acabado. La mujer salió del cuarto y regresó con una especie de vela o incienso grueso y acercaba la flama a ciertas partes del cuello y espalda. Menos mal que esta chica no se distraía con el celular o las quemadas hubieran sido terribles.
Cuando todo acabó la mujer ofreció un vaso de agua tibia con sal.
Fue un alivio salir caminando luego de tremenda friega. El momento del pago fue engorroso. Al ver la tarjeta de visa pusieron cara de sorpresa, pero al mostrar los billetes gritaban y hacían señas de que no podían recibir dinero. Bueno. Entonces cómo hacerle.
Amablemente conducen a la recepción y un joven recibe el dinero. Fueron 242 yuanes (662 pesos).
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