Cultura
Frida Kahlo tuvo un romance en París con un francés
La fridomanía llegó al mes del amor y la amistad con una novedad editorial que relata el romance casi desconocido y poco documentado entre Frida Kahlo y el etnólogo francés Michel Petitjean, dos años menor que ella (sí, Frida fue una cougar), cuando la pintora mexicana estuvo en París en 1939.
El grupo editorial Oceáno publica en español El Corazón. Frida Kahlo en París, la investigación que hizo el cineasta y fotógrafo Marc Petitjean sobre el affaire de su padre con la pintora mexicana durante tres semanas, en un volumen que llega al fin a México, traducido bajo el sello Circe.
En él, Petitjean relata cómo descubrió el amorío de su padre, que ocurrió 12 años antes de que él naciera y del cual quedó como testimonio un autorretrato que Frida obsequió a su amante francés tres años menor que ella, entonces de 31 años. Fue a partir de que un periodista mexicano –que cita sólo como “Óscar”– se puso en contacto con él y le mostró cuatro páginas mecanografiadas de un artículo sobre la relación.
“Recuerdo que, cuando era niño, el cuadro El Corazón estaba colgado en la pared del salón. Pequeño, enmarcado en terciopelo rojo desgastado, llamaba la atención. Me perturbó durante mucho tiempo esa imagen, que mostraba con crudeza un enorme corazón sanguinolento que yacía sobre la arena y una mujer sin manos, con el cuerpo atravesado por una vara de metal y una mirada que parecía observarme fijamente. Sentía como un vértigo cuando la miraba largo rato, temía caer dentro de ese universo aterrador”, cuenta el documentalista y también fotógrafo parisino.
Su padre le explicó qué significaba el cuadro, a partir de lo que según él Kahlo le contó. “La obra tiene dos títulos: Memoria y El Corazón, y representa la transformación de Frida Kahlo. A los diecisiete años sufrió un grave accidente que la dejó tullida. A la izquierda del cuadro se ve la ropa que llevaba en su adolescencia; en el centro, el atuendo europeo que vestía en el momento del accidente, y a la derecha, el traje tradicional de las indias de México, que más tarde hizo suyo, una falta larga y ancha que ocultaba su pierna lisiada”, relata Petijean, nacido en París en 1951.
Según Marc, en los archivos de su padre no encontró carta alguna de Frida Kahlo, sólo un telegrama enviado desde el transatlántico Normandie, tras zarpar en el puerto de El Havre, en el que la pintora mexicana y esposa de Diego Rivera, lacónica, pero con su intensidad característica le decía: “Pienso en ti, Michel”.
¿Quién era Michel Petitjean? Según su hijo, aquel tenía 29 años cuando se encontró con Frida, entonces de 31, cuando el icono mexicano visitaba París, en 1939, el año de la invasión de Adolf Hitler a Polonia el 1 de septiembre y en consecuencia el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Michel Petitjean era “etnólogo, ingeniero agrónomo, militante de izquierdas y periodistas, y frecuentaba el ambiente artístico parisino y los círculos mundanos”, según su hijo. También, citando a Claude Mauriac, Marc dice que éste describió a su padre como un “campesino risueño de rostro mofletudo, divertido y encantador”.
Parece que Frida Kahlo tenía gustos muy particulares, no sólo por Diego Rivera, sino por el romance que se le atribuye también con León Trotsky.
En un reportaje que publicó hace un par de años la corresponsal de Proceso en Francia, Anne Marie Mergier, ésta da cuenta de una grabación en la que la periodista Ruth Thorne entrevista a Michel Petitjean sobre la exposición que llevó a Frida Kahlo a París aquel 1939 y señala que el francés coordinó la muestra Mexique, concebida por André Bretón para la galería Renou et Colle, que la inauguró el 8 de marzo, que incluía 18 cuadros de Kahlo, fotos de Manuel Álvarez Bravo, piezas prehispánicas y artesanía popular.
En la grabación, el mismo Michel considera el romance como “una gran pasión, una pasión que nació el día en que cayó Barcelona (26 de enero de 1939, 90 mil soldados franquistas ocupan la capital catalana)… Estábamos cenando en casa de Marie Laure y al final de la velada me enteré por radio de la caída de Barcelona… Lloramos tanto… (La voz de Petitjean se torna ligeramente nostálgica)… Lloramos tanto… que finalmente pasamos la noche juntos… llorando… (Petitjean arriesga una risa tímida)… Así fue… En el Hotel Regina… Fue bello… Muy bello… Algo muy en la línea de Breton… en la línea de L’Amour Fou de Breton…”, dice el etnólogo francés, según el artículo de Mergier escrito a propósito de la publicación de Le Cœur en Francia, el volumen que ahora trae a México Océano bajo el sello Circe sobre el idilio entre el etnólogo y la pintora suscitado durante la estancia de ésta en París, del 21 de enero al 23 de marzo de 1939.
Marc Petitjean reitera en su libro que su discreto padre casi nada dejó sobre su amorío con Kahlo, esposa desde 1929 de Diego Rivera, quien ya le había puesto los cuernos en no pocas ocasiones, incluso con su hermana Cristina. Sólo quedó un testigo: el cuadro El Corazón, realmente un autorretrato de la pintora, famosa en todo el mundo justo por sus dolorosos autorretratos.
“Con Frida, en el fondo, no era muy importante comprenderse con palabras”, decía Michel Petitjean.
Su hijo nunca imaginó que su padre hubiera tenido algún amorío con la pintora. Sabía que se conocieron y fueron cercanos porque Kahlo le regaló uno de sus cuadros: El corazón, que siempre adornó el salón principal de su casa. Tras la conversación con el periodista mexicano “Óscar”, dedicó dos años a investigar sobre el romance.
Según Petitjean, el mexicano le hizo saber que en la Casa Azul de Coyoacán se hallaba una treintena de cartas, recados y tres fotos que documentaban el romance, corto, pero intenso.
Antes de morir, Michel Petitjean decidió que el cuadro El Corazón fuera subastado. En 1992, un comprador anónimo adquirió la pintura por 395 mil dólares y desde entonces se desconoce dónde está y quién es el propietario de “El corazón” de Frida Kahlo.
Y es gracias a “Óscar”, el periodista mexicano que lo contactó en París, que se entera de una carta de su padre a la artista, hallada en los archivos de ésta en México.
“7 de abril de 1939. París está triste, el buen tiempo ha hecho varios intentos de instalarse, sin éxito. El ambiente es pésimo, huele a guerra por todas partes, hasta mi optimismo empieza a flaquear. No te olvido, todavía me quedo largo rato contemplando tu cuadro. No entiendo cómo has podido ser tan buena conmigo, que no soy más que un pobre tipo corriente. Te beso con la misma intensidad con la que te quiero. Michel».
Más en LaHoguera: Inbal y UNAM ponen en marcha festejos por 250 años de Beethoven
-
Cámara de Diputados2 días ago
Taddei acuerda con Cámara de Diputados revisión «renglón por renglón» del presupuesto pedido por el INE
-
Cámara de Diputados2 días ago
Avanza en comisiones de San Lázaro reforma que otorga nuevas facultades a la SSPC
-
Cámara de Diputados2 días ago
Van casi 3 mil aspirantes registrados para elección de jueces, magistrados y ministros: Monreal
-
Nación2 días ago
Pide Noroña a Norma Piña desistir de su “actitud facciosa”