. . . y el Jefe leyó la cartilla

Hasta un salón de fiestas de la colonia Roma llegaron figuras de Morena de todo el país, desde gobernadores electos y futuros secretarios de Estado, hasta diputados locales. ¿A qué? Ni ellos mismos estaban seguros, solo sabían que López Obrador hizo el llamado y había que atenderse.

Fue hasta que entraron al edificio, y hasta que el automóvil del futuro presidente arribó al lugar, que lo supieron. La reunión duró poco más de una hora y ninguno de los presentes se atrevió a revelar lo que López Obrador les confió a puerta cerrada.

Fue Cuauhtémoc Blanco, respondiendo con monosílabos, el primero en darle algo a la marabunta de medios. Cuando le preguntaron, entre empujones, si Andrés Manuel les había «leído la cartilla», El Cuauh solo atinó a contestar que sí. Acto seguido, volvió a guardar silencio, subió a su camioneta escoltado por el presidente del moribundo Encuentro Social, y se marchó.

Otro que habló fue Luis Miguel Barbosa, quien vociferó contra Rafael Moreno Valle, «el monstruo ese», y Martha Erika Alonso desde que llegó hasta que se marchó a seguir «cuidando la plaza» de Puebla.

El senador Barbosa también trató un poco de lo ocurrido a solas con el próximo presidente y adelantó que, en unos días, se anunciará un plan anticorrupción «muy grande». Lo que tiene sentido ya que este tema fue el gran estandarte de López Obrador.

En medio del éxtasis de la abrumadora victoria electoral y el tener que rendir cuentas desde el gobierno, el Jefe, el único Jefe, convocó a su partido. Razones y agendas sobraron. Las controversias en Puebla, el escándalo de la ‘Lady Champagne’, la euforia por haber «hecho historia». Temas de más que salieron sobrando en medio del hermetismo del llamado.

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